Por Nelson López Rojas.
El Miss Universo El Salvador 2023 ha terminado y la vida sigue como siempre. O Casi. El legado, los rumores y las conversaciones que han quedado dan paso a otro análisis de la salvadoreñidad innombrable.
Políticamente, dicen que no es ninguna casualidad que Miss Universo se haya celebrado este año en el país con antelación de la reelección: calles iluminadas, aeropuerto más grande, centro histórico ordenado, Zona Rosa revitalizada, biblioteca envidiable, etc. Otras malas lenguas dicen que estaba todo cuadriculado para que Nicaragua ganara y así visibilizar la región y las acciones que coartan la libertad de expresión en todo el istmo centroamericano y provocar una reacción de la comunidad internacional.
De chambres, chismes y rumores nadie vive, decía mi abuela.
Sigamos con el chisme: dice mi amigo el gordito que él se da a la miss Nepal, pero que primero la manda al gimnasio para que pueda rebajar y verse tal como una miss debe verse. Lo veo y le digo que le voy a tomar una foto para que recapacite sobre quién necesita ir al gimnasio. Viene el otro y dice que con un par de tragos se acuesta con miss Portugal, porque claro está que todo trans y todo homosexual anda en la búsqueda de un cincuentón, pobre, feo y que se viste mal para transar vigorosamente.
¿Cómo es posible que no siendo los Brad Pitt del país nos pongamos en un plano superior e iluso a las misses que consideramos diferentes?
Ahora bien, tenemos los casos de hombres y mujeres que se frustran fácilmente con este certamen de belleza. Los hombres idealizan tanto a los cuerpos esculturales que deambulan en este evento, pero caen en la realidad que al llegar a casa los espera la chaparrita lenca o maya que les ha de hacer la cena. Dicha frustración los lleva a fantasear y a gastar el dinero que no tienen en bailes privados en clubs de strippers para poder lograr tres minutos de ilusión. Los más afortunados económicamente logran adjudicarse a alguna agraciada muchacha que necesita su apoyo monetario a cambio de placer. Por otro lado, hay mujeres que ven en el concurso lo que quisieron ser, pero por el paso de los años, por los hijos o por falta de tiempo y dinero para cuidar su figura no tienen el cuerpo que exhiben las misses y que anhelan sus parejas. Se frustran y hasta pagan lipos y pastillas y gimnasios milagrosos que las harán rebajar en pocas semanas para tener un cuerpo como el de ellas ya para Navidad.
Es necesario que nos analicemos y sepamos aceptarnos así, tripuditos o prietitos, que no nos quite el sueño esa cana o esa arruga que nos salió o que nos estamos quedando calvos, que no nos comparemos con lo inalcanzable porque así no seremos felices jamás. La felicidad, el amor, la angustia o la tristeza son sentimientos momentáneos. Toda cosa joven es bella dijo algún escritor por ahí. Las misses son bellas hoy con su juventud, pero como todas las cosas de la vida, la juventud pasa. Es nada más cuestión de mirarnos al espejo y vernos con amor.
Vivamos intensamente nuestros días encontrándole el lado amable a las cosas. Abracemos los cambios que vive nuestro país y mantengámonos vigilantes ante los cambios políticos que no nos convienen como individuos y como grupo social. Trabajemos con alegría dándolo todo, pero con el entendido que el trabajo no lo es todo y que tenemos una vida por vivir.
