En los últimos días, la administración de Andrés Manuel López Obrador en México ha insistido en que su nueva política migratoria está regida por el respeto a los derechos humanos, y que ahora México busca ser un país de “acogida” para las personas extranjeras que buscan oportunidades. La discusión en torno al cambio de política puede resolverse a partir del análisis de las cifras en torno a personas extranjeras que pudieron regularizar su permanencia, y bajo qué categoría o condiciones; el número de personas que fueron aprehendidas, las que se encuentran detenidas y las que fueron deportadas.
Una cifra alarmante es la de deportación de personas de Honduras. Del 1 de enero al 19 de abril de 2019, fueron deportados 11,443 hondureños de Estados Unidos. De estos, sólo 1,081 fueron mujeres y 102 fueron niños y niñas no acompañados. En el mismo periodo, México deportó a 15,239 hondureños. De estos, 2,448 fueron mujeres y 4,945 fueron niños y niñas no acompañados. Esto demuestra que casi un tercio de las personas deportadas eran niños y niñas no acompañados. Esta cifra muestra que 4,945 niñas y niños hondureños viajaron sin un miembro de su familia, buscando la protección que no encuentran en su país, y que la decisión de México fue la de deportarlos. Al comparar el número de hondureños deportados por mes en el 2019 con relación al 2018 se observa un incremento en todos los meses del presente año. Las cifras reflejan que estamos ante un cambio retórico en México, pero que en términos de acciones México continúa deportando a los hondureños en números mayores a los del año anterior. Como indicó Oscar Chacón, director de Alianza Americas, vemos la situación en México con decepción y preocupación.