miércoles, 4 diciembre 2024
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Mercados bipolares en la Nueva Mediocridad

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El fortalecimiento de los mercados alienta el crecimiento económico, lo que a su vez puede generar una mayor suba de los mercados, en un ciclo de realimentación positiva

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NUEVA YORK ““ Los mercados financieros tienden a sufrir oscilaciones maní­aco”‘depresivas, y los últimos años han sido buen ejemplo de esto. En perí­odos de toma de riesgos, los inversores (motivados por los “espí­ritus animales”) producen mercados alcistas, efervescencia y a veces directamente burbujas; pero en algún momento sobrerreaccionan a alguna perturbación negativa, se vuelven demasiado pesimistas, se desprenden de inversiones arriesgadas y provocan una corrección o un mercado bajista.

Tras una marcada suba de las bolsas en Estados Unidos y todo el mundo durante 2017, en 2018 los mercados comenzaron a vacilar, hasta terminar totalmente deprimidos en el último trimestre del año. Esta huida del riesgo reflejó inquietudes relacionadas con una recesión global, las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China y las señales de la Reserva Federal de que seguirí­a con una polí­tica de suba de tipos de interés y endurecimiento cuantitativo. Pero después de enero los mercados se recuperaron, tanto que algunos gestores de cartera veteranos prevén un ingreso masivo de inversores que empujará las cotizaciones muy por encima de sus ya elevados niveles actuales.

Hay motivos para sostener que este último ciclo de toma de riesgos continuará por el resto del año. En primer lugar, el crecimiento de China se está estabilizando como consecuencia de una nueva ronda de estí­mulo macroeconómico en aquel paí­s, que calmó el temor a un aterrizaje forzoso. Y es posible que Estados Unidos y China alcancen pronto un acuerdo que evite un agravamiento de la guerra comercial en curso. Al mismo tiempo, se prevé cierto fortalecimiento de los í­ndices de crecimiento en Estados Unidos y a nivel global en la segunda mitad del año, y la extensión dada por la Unión Europea del plazo para la salida del Reino Unido hasta el 31 de octubre de 2019 evitó la disrupción de un “Brexit duro”. En cuanto a la eurozona, sus perspectivas dependerán en gran medida de Alemania, cuyo crecimiento podrí­a repuntar conforme mejoren las condiciones globales.

Además, los bancos centrales (en particular la Reserva Federal) han vuelto a adoptar una postura sumamente expansiva, lo que al parecer revirtió el endurecimiento de las condiciones financieras que produjo la huida del riesgo a fines de 2018. Y en el frente polí­tico, las chances de un proceso de destitución contra el presidente de los Estados Unidos Donald Trump se han reducido considerablemente con la publicación del informe Mueller, que lo libra de las acusaciones de conspiración (aunque no resulta definitivo en la cuestión de obstrucción de la justicia). Superada así­ la investigación sobre Rusia, Trump tal vez se abstenga de emitir declaraciones (o tuits) desestabilizantes que puedan sacudir el mercado de acciones, ya que es un indicador clave por el que juzga su propio éxito.

Finalmente, el fortalecimiento de los mercados alienta el crecimiento económico, lo que a su vez puede generar una mayor suba de los mercados, en un ciclo de realimentación positiva.

Todo esto puede, o no, ser garantí­a de que todo vaya viento en popa el resto del año. Las potencialidades positivas mencionadas ya se trasladaron a las cotizaciones, pero todaví­a pueden darse otros factores que provoquen un nuevo episodio de huida del riesgo. En primer lugar, el cociente precio/ganancias se encuentra en un nivel alto en muchos mercados, en particular en el caso de las acciones estadounidenses, de modo que incluso una ligera perturbación negativa puede provocar una corrección. De hecho, los márgenes de ganancias de las corporaciones estadounidenses son tan altos que este año podrí­a darse una “recesión de ganancias” si el crecimiento se mantiene alrededor del 2% a la par de un posible aumento de los costos de producción derivado de la estrechez del mercado laboral.

En segundo lugar, hay un incremento de riesgos que surge de la escala y la composición de la deuda del sector corporativo estadounidense, por el predominio de préstamos apalancados, bonos basura de alto rendimiento y “ángeles caí­dos” (empresas cuyos bonos perdieron la calificación crediticia de bajo riesgo para pasar a ser casi bonos basura). A esto se suma el alto exceso de capacidad en el sector inmobiliario comercial, producto de que los desarrolladores construyeron demasiado y de que el comercio electrónico redujo la demanda de espacio fí­sico para la venta minorista. En este contexto, cualquier signo de desaceleración del crecimiento puede provocar un súbito aumento del costo del capital para las empresas muy apalancadas, no sólo en Estados Unidos, sino también en los mercados emergentes, donde una proporción significativa de las deudas se encuentra denominada en dólares.

En tercer lugar, suponiendo que el crecimiento de la economí­a estadounidense se mantenga, es probable que las expectativas de los mercados sobre la continuación de la polí­tica expansiva de la Fed resulten infundadas. Es decir que una sorpresiva decisión de la Fed de no bajar las tasas puede generar una corrección de las cotizaciones.

En cuarto lugar, también es posible que las esperanzas de solución de la guerra comercial sinoestadounidense sean vanas. Incluso de llegarse a un acuerdo, en cuanto cualquiera de las partes sospeche que la otra no está cumpliendo el trato puede haber una nueva escalada del conflicto. Y hay otras tensiones comerciales latentes que pueden estallar si, por ejemplo, el Congreso de los Estados Unidos no ratifica las modificaciones del gobierno de Trump al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, o si Trump pone en práctica los aranceles a las importaciones de autos desde Europa.

En quinto lugar, el crecimiento de Europa es muy frágil y vulnerable a una variedad de fenómenos, por ejemplo que los partidos populistas obtengan buenos resultados en las próximas elecciones para el Parlamento Europeo o que haya una crisis polí­tica o económica en Italia. Esto sucederí­a en un momento en que la posibilidad de aplicar un estí­mulo monetario y fiscal en la eurozona está restringida y su integración está detenida.

En sexto lugar, muchas economí­as de mercado emergentes también están muy expuestas a riesgos polí­ticos y macroeconómicos, entre ellas (por orden creciente de fragilidad), México, Brasil, Argentina, Turquí­a, Irán y Venezuela. Y la última ronda de estí­mulo en China agravó la exposición a riesgos financieros de su ya endeudado sector corporativo (y ni siquiera es seguro que alcance para estimular el crecimiento de su economí­a).

En séptimo lugar, puede ocurrir que la publicación del informe Mueller envalentone a Trump y que este, con la mirada puesta en la elección presidencial de 2020, insista en atacar a los demócratas, en disparar algunos cañonazos más en su guerra comercial, en llenar de figuras leales no cualificadas la junta directiva de la Reserva Federal y presionarla para que baje las tasas, o en precipitar otro cierre de la administración federal como instrumento de presión en la discusión por el lí­mite al endeudamiento o la polí­tica migratoria. En tanto, la estrategia del gobierno de Trump de cara a Irán y Venezuela puede generar más presión alcista sobre los precios del petróleo (que se vienen recuperando desde el año pasado), con efecto perjudicial sobre el crecimiento.

Finalmente, todaví­a vivimos en un mundo de bajo potencial de crecimiento; una “nueva mediocridad” sostenida por un alto nivel de deuda pública y privada, desigualdad en aumento y agravamiento de riesgos geopolí­ticos. Es casi seguro que la extendida reacción populista contra la globalización, el comercio internacional, las migraciones y la tecnologí­a terminará incidiendo negativamente sobre el crecimiento y los mercados.

Así­ que si bien el nuevo romance de los inversores con los mercados accionarios puede continuar este año, no dejará de ser una relación caprichosa y volátil. Diversos desengaños podrí­an provocar otra huida del riesgo y posiblemente una corrección importante. La pregunta no es si sucederá, sino cuándo.

Traducción: Esteban Flamini

Nouriel Roubini es director ejecutivo de Roubini Macro Associates y profesor de economí­a en la Escuela Stern de Administración de Empresas de la Universidad de Nueva York.

Copyright: Project Syndicate, 2019. www.project-syndicate.org

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Nouriel Roubini
Nouriel Roubini
Analista en economía internacional. Presidente de Roubini Macro Associates y conduce el ciclo de charlas virtuales NourielToday.com

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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