lunes, 15 abril 2024
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Meco: La hora de tu partida

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Meco, siempre en primera línea, avanzaste un soldado se te acercó y amagó con estrellarte la culata de su fusil en la cara, esa foto te la saqué sin imaginar que con el paso del tiempo sería la única que te tomaría en vida

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Franklin Américo Rivera Martínez (MECO)  representó  los sueños, anhelos y esperanzas de esos jóvenes fotoperiodistas que se formaron entre los escombros de los edificios de la Universidad de El Salvador luego del terremoto de 1986. Una generación de los 80´s y principio de los 90´s que hoy pierde a uno de sus hijos destacados. Tacachihua Yapali  (dibujar hombre, con pintura negra)  vio tu despegue, jamás te detuviste siempre fuiste de avanzada,  actuabas como si fueras de las fuerzas especiales o de las patrullas de largo alcance, siempre estuviste en primeria línea toda tu vida, como un gran fotoperiodista.

Como no recordarte a la hora de tu partida, a quién debo de avisar de tu muerte, a quien deberé consolar si te llega a pasar algo, son solo algunas de las preguntas que nos hicimos hace ya más de treinta años. Aquel niño  humilde que residía en la comunidad de calle real, en las cercanías de la carretera troncal del norte, amante de su abuela que adoró con total intensidad, que creció junto a muchos refugiados de la guerra en los albergues del Secretariado Social del Arzobispado de San Salvador, aquel joven que llegó a tener de mascota un perro que le faltaba una pata y que siempre esperaba su regreso para jugar con él, el alegre, jodedor, el de las mil anécdotas y una del estribo, amante, soñador enamorado de la vida que regresaba a casa sano y salvo del peligro.

Recuerdo el 11 de abril de 1991 cuando, un buen contingente de periodistas desafiamos el retén del Destacamento Militar N°1 había recibido la orden de no dejar pasar a la prensa hacia Chalatenango, y en un desafío solidario todos decidimos avanzar tomando como argumento que nadie puede evitar tu libre circulación por el territorio salvadoreño, pero sobre todo con la convicción y la consigna de un grupo de periodistas solidarios comprometidos y entregados de manera unida.

Meco, siempre  en primera línea, avanzaste un soldado se te acercó y amagó con estrellarte la culata de su fusil en la cara, esa foto te la saqué sin imaginar que con el paso del tiempo sería la única que te tomaría en vida; hubo disparos hacia los periodistas y vos no te amilanaste, rompimos el cerco minutos después estábamos en ruta en caravana hacia Chalatenango.

Meco: amigo de tantas noches y aventuras, de confesiones y amores furtivos que se van a la tumba contigo, sé que te hubiese gustado que te enterrarán junto a tu cámara en el pecho los conversamos varias veces. Tu humildad y ganas de compartir era increíble a veces callado, tenías el don de la prudencia y cuando reventabas no te detenías, viviste intensamente tantos momentos exquisitos, de tensión de acelere e intensamente disfrutaste lo que hacías, sé que te molestaban los arrogantes y presumidos pero aún de ellos, tenías la capacidad de tolerar sus falsas pretensiones en ínfulas de grandeza.

A la hora de tu partida, me vienen los recuerdos de pasarte dejando en casa, de tus relatos, de tus brillantes fotos del asalto del banco de comercio en 1994, de tus temores y de tus aciertos en decisiones tomadas laboralmente, del orgullo por tu hijo Rodrigo y de lo mucho que amaste a tu esposa, de los planes para ir donde  “Chepe aleta” al Palmarcito, o el Photocafé, de las tardes de pláticas en la rosa de los vientos, en el parqueo de la Asamblea Legislativa. De tu búsqueda de respuestas y el encuentro de las contradicciones, de tu dignidad como humano.

Te recordaré con ternura, por todo lo ocurrido, 30 años no caben en esta emborronada cuartilla, tantas cosas vividas, nos dejás un gran hueco, gracias por todas tus fotos, pero sobre todos por lo que hiciste de verdad con amor y humildad, entregarte a los demás, por tus consejos, por dejar los egoísmos, por esas bromas y la sonrisa arrulladora de la vida que siempre mostraste.

Llueve sobre San Salvador, la noche ha caído, he salido a ver la tormenta, las horas han pasado, me cuesta aceptar que te has ido, le he pedido a la lluvia que no se vaya, que sea cómplice y que se confunda con las lágrimas que hoy brotan por tu partida.

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Rigoberto Chinchilla
Rigoberto Chinchilla
Periodista salvadoreño. Graduado en la Universidad de El Salvador (UES); colaborador y columnista de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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