#MujerEnVozAlta #LaIncómoda #SiempreDeIncorrecta
¿Realmente la obra “Guindas*” ayudó a alguien? El objetivo era hablar de esas mujeres, pero realmente creo que en mi caso, estas mujeres y esta danza me ayudaron a mí a descubrir el amor como fortaleza, y la distancia entre la pobreza y la riqueza: la pobreza está en quien no supera el odio; la riqueza, en la dignidad de estas mujeres que salvaron a quienes salvaron, perdieron familias enteras por vivir donde vivían y después de la muerte, fecundaron la tierra con sueños nuevos. Ahora buscan la reconciliación para darle una mejor vida a las nuevas generaciones.
El 10 de mayo se me presentó en los periódicos. Nada se relacionaba con esta experiencia, al contrario: regalos de cocinas, refrigeradoras con mujeres jóvenes, delgadas y bien maquilladas, felices por el maravilloso milagro de la maternidad y la super heroína que hace todo y puede con todo, olvidándose de sí misma. No estoy peleada con esas imágenes, con la mentira sí estoy peleada, sobretodo porque la historia de nuestra maternidad está ligada a la historia de nuestro país y no tiene nada que ver con los anuncios, solo evidencia el patriarcado donde “el único discurso negativo sobre la maternidad que se permite es el de la mala madre, la madre perversa, la que no quiere a sus hijos/as, la que los maltrata” y este discurso solo reafirma que existe entonces el de la buena madre, el que mueve y promueve este día; pero la madre-tierra, madre-padre, madre-decisión, mujer-no madre, no existe…, al contrario ” la mala madre es la peor imagen que cualquier cultura reserva para algunas mujeres, las peores; nadie quiere ocupar ese lugar”** y entonces el rol no-madre es un privilegio o una rebeldía, algo bueno, no es.
Y regreso a esas mujeres de Arcatao que asumieron; en las guindas de mayo y en otros momentos de gran presión, represión y muerte; papeles de todo tipo, tienen rostros hermosos, miradas profundas, manos fuertes, piernas cortas y enraizadas en la tierra pero también pesadillas por las masacres de las cuales se salvaron. Tuvieron otras opciones de maternidad (no digo si decidir ser o no madres, sino de vivirla sin esta angustia de la época). ¿Y ahora? La siguen viviendo con los avatares de los tiempos y con sus recuerdos, en la lejanía de lo rural o semi rural, en un paraíso de cerros y ríos pero desde el anonimato y contando la historia de manera incansable mientras su liderazgo se aprovecha a medias, porque siempre hay reglas masculinas que no se logran terminar de integrar a estos tiempos. Me pregunto cómo estas mujeres que perdieron hijas/os en ese huir por salvarles la vida, ahora son capaces de dar tanto amor, ser tan solidarias, estar dispuestas a perdonar a quienes les hicieron tanto daño hace tanto tiempo y siguen superando sus pesadillas y dolores sin terapia alguna, con la única fuerza que sus manos les dan para bordar, tortear, abrazar, sostener, sembrar, palpar, escribir y seguir hablando de sus desgracias vividas durante la guerra con el objetivo que “no se vuelva a repetir”; mientras, cada día mueren un poco en su duelo permanente sin dejar de hablar, con tal de evitar que otras personas sufran lo que ellas sufrieron.
Las mujeres del Comité de Memoria Sobreviviente de Arcatao me devolvieron la esperanza, ellas vieron a sus hijas/os, esposos, madres, hermanas/os, abuelas/os, morir en sus brazos. Su revolución es recordar y seguir hablando para sanar.
** “NUEVAS MATERNIDADES”. Texto recuperado de internet, autora: Claudia Cendán, Uruguay.