MASA o la Evolución Humana

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La escritora, editora y actriz Kareen Spano K., nos brinda a través de los carnavales, interrumpidos en parte en Perú, un termómetro de la crisis no solo peruana sino también latinoamericana y global a causa de la corrupción humana de unos y otros por sobrevivir.

Por Kareen Spano Klein


Sucede en mi país, como en muchos otros de Latam, un severo conflicto interno, un enfrentamiento de principios e ideales entre hermanos que nos tiene al borde de la guerra civil. Es claro que nos encontramos en un escenario gaseoso frente al fantasma de la guerra fría. Entonces tenìamos a dos claros frentes, el comunista, y el liberal.

Ahora, nos encontramos entre una China comunista, pero consumista, una Rusia agresiva y expansiva, y unos gigantes pero decadentes EEUU y (el grupo de los 8) lleno de ideales, grandes palabras e ideas, pero corruptos hasta la raíz màs metafìsica de sus mèdulas. De hecho, es la corrupción el común denominador entre ambos frentes, y el lugar donde nos encontramos, querràmoslo o no, todos los habitantes del planeta, ya que siendo la corrupción el elemento común de las potencias mundiales y sus regentes, regidores, alcaldes, presidentes y demás, es el planeta quien pierde, y con èl, la Humanidad entera. La situación es crítica: hace tiempo tuvimos que hacer nuestros deberes para con el planeta reduciendo los niveles de contaminación para evitar el calentamiento global que, sin duda alguna (si es que alguna cabe aún), nos afectarà a todos.

No sólo como especie, sino directamente como individuos, que comen, caminan, se mueven, respiran y aman a sus familias o aborrecen sus cuentas pero aman sus vidas y las vamos a perder por masas. Por no hacer nuestra tarea, corruptos hasta los tuétanos, no llegan los fondos destinados al desarrollo de la cultura, educación, salud, etc. De los pueblos màs lejanos, de los lugares de origen de lo que los eruditos e intelectuosos llaman las Masas. Esa masa, resentida y legítimamente ignorante, abandonada por su padre gobierno y su madre patria ya llorò bastante y herida, y armada , se levanta suicida y ataca.

Mìralos a estos brutos, dicen los no ignorantes, y , en vez de comprender la suerte que pueden tener al leer, comer dormir y tener techo, atacan también con el desprecio de siempre. Una indiferencia aplastante, un airecillo de superioridad, un huracán de complacencia. Nosotros, por ser gente privilegiada ( de otra manera, no estaríamos interactuando en este artículo), nosotros todos, los Cultos, los Sabidos, debiéramos encontrar, ya o ya, un punto honesto de conciliación. De escucha. Hurgar en nuestros resentimientos, egoísmos, errores y complejos varios. Cuestionarnos nuestra naturaleza actual (en què nos hemos convertido), corregirnos como humanos. No porque sea lo correcto moralmente ( que lo puede ser también), sino en pos de la supervivencia de la especie, por lo tanto del pan en nuestras mesas y de la risa de los que queremos muy de cerca.

Hay que ser imbécil para no darse cuenta de que en la fractura de las venas envenenadas de nuestros hermanos, sea cual sea su bando, está nuestro futuro. Que en la fractura de las venas envenenadas de nuestro planeta, está nuestro futuro. Hay que revisarnos, actualizarnos como generación, como seres humanos que experimentan el siglo XXI y que son capaces (y responsables) de cambiar el curso desastroso que nos espera por irresponsables, codiciosos, enfermos de alma que somos como seres desde el inicio de la humanidad. Evolucionar ahora nuestra mente y nuestra ànima no es algo de moda, es menester, es tema obligado para sobrevivir, seguir comiendo, respirar, pasear.

Mi país, siempre sangrante, siempre con las heridas abiertas y sin hospitales está viviendo una de las crisis màs feroces por la incomprensión del “otro”. No puedes comprender al otro, si no te conoces ni te comprendes a tì. Lo que es cierto, es que una provincia del sur, olvidada, corrupta, bajo en presupuesto educativo o con docentes llenos de odio social, una región jamás serena, acaba de perder su carnaval histórico, su celebración que, además de ser un patrimonio de la humanidad, representa varios millones de dólares por dìa, la vida de la que dependen miles de compatriotas desde que comenzó su protesta, cerrando las carreteras, las minas y aeropuertos. Ellos mueren.

Mientras que otra provincia, al norte, encontró la manera de evolucionar, de trabajar en conjunto a pesar de la adversidad y celebra ahora su carnaval, también patrimonio cultural, con carreteras y aeropuertos abiertos y turistas en las calles y todos bailando de colores, celebrando la vida, la reactivación de la economía y la sociedad tras la pandemia. Lograr esa conciliación entre bandos debe haber sido ardiente. Pero lo lograron. Prosperan. Superan la crisis porque se escuchan. Escuchan las necesidades del otro. Y por eso, viven.

Me viene a la mente un poema de nuestro Poeta Mayor, Cèsar Vallejo:

MASA
Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «¡No mueras, te amo tánto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
«¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando «¡Tánto amor, y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar…

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