sábado, 13 abril 2024

Marí­a Teresa Rivera: “El Estado salvadoreño me ha robado todo”

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Fue acusada por la FGR de homicidio por haber sufrido un aborto espontáneo, pese a que las pruebas demostraron que no hubo ninguna intención suya de abortar

La madrugada del dí­a 24 de noviembre de 2011, Marí­a Teresa Rivera sintió un violento retortijón. Salió al baño y sintió cómo algo bajaba de entre sus piernas. Era sangre. Entró a duras penas a su casa y le pidió a su suegra que llamara a la policí­a para que la socorriera, pero esta llegó tarde. Muy tarde.

La mujer despertó en el hospital y se vio rodeada de médicos que le preguntaban qué habí­a hecho con su bebé. Ella dijo que no sabí­a de qué bebé le hablaban. Los especialistas le insistieron en que no mintiera, pero Marí­a Teresa Rivera no cambió su declaración: no sabí­a de qué bebé le hablaban ni sabí­a que estaba embarazada. Luego apareció la policí­a e hizo la misma pregunta que los galenos: “¿Dónde está tu hijo?”. Y ella repitió su respuesta: no sabí­a de qué hijo le hablaban. Fue esposada a la camilla. Su dura travesí­a duró casi cinco años para esta mujer salvadoreña que ahora es libre en otro paí­s: Suecia.

La Fiscalí­a General de la República de El Salvador acusó a Marí­a Teresa Rivera de homicidio agravado en 2012. Fue condenada a pasar cuarenta años en la cárcel. De esa pena cumplió cuatro años con seis meses. La defensa de la incriminada esgrimió todo el tiempo que la mujer tuvo un “problema obstétrico” y que no se pudo determinar que el feto “”de menos de veintiún semanas de gestación”” nació vivo o muerto. También hací­a énfasis en que Marí­a Teresa Rivera no sabí­a que estaba embarazada y que ella misma solicitó que le practicaran exámenes para demostrar que ella no se indujo ningún aborto.

El Ministerio Público insistió en que Marí­a Teresa Rivera sí­ sabí­a que estaba embarazada porque tení­a el antecedente de ser madre y de tener en el ámbito académico el ser bachiller.

“En este [segundo] embarazo no sentí­a ningún sí­ntoma. Yo siempre vi mi periodo menstrual. Asistí­a mucho al hospital porque decí­an que era infección en los riñones. Asistí­a mucho al hospital, pero nunca me dijeron que estaba embarazada. Si yo hubiera sabido que estaba embarazada me hubiera cuidado. Es difí­cil y muy duro el haber perdido a mi hijo”, reconoce la salvadoreña asilada en Suecia.

Marí­a Teresa Rivera quiere tener otro hijo. No se rinde:

“Yo siempre quise tener dos hijos y darles lo mejor, darles lo que yo nunca tuve”.

La Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto en El Salvador retomó el caso de Marí­a Teresa Rivera y contó con el respaldo y  apoyo de Amnistí­a Internacional.

El Código Procesal Penal fue reformado en 1998 y prohibió cualquier forma de aborto. No importa si el  embarazo fue por violación, incesto o si la vida de la madre está en riesgo. Las mujeres que infringe esta normativa no son acusadas de abortar, sino de cometer un homicidio agravado y se les aplica penas que  llegan hasta los cuarenta años de cárcel.

Marí­a Teresa Rivera la pasó muy mal en la prisión porque sintió “que lo habí­a perdido todo: mis  sueños, el futuro de mi hijo. Sentí­ que yo no valí­a nada”. Para esta mujer la cárcel fue un infierno. El agua potable es un bien escaso, la comida de muerte y el hacinamiento es insoportable. Además de eso tení­a que lidiar con sus compañeras de cárcel que la veí­an como una asesina. La maltrataban y le decí­an “la mata-niños”. Los miembros de la custodia penitenciaria tampoco fueron amables.

“Muchas mujeres que estaban por otros supuestos delitos fueron mi gran apoyo y mi fortaleza”, reconoce Marí­a Teresa Rivera.

En  el año 2015 fue aprobada la revisión del veredicto de Marí­a Teresa Rivera. El dí­a 20 de mayo de 2016 un juez anula la sentencia de cuarenta  años y se le otorga la libertad absoluta.

“Yo soñaba con la libertad y finalmente la obtuve, pero perdí­ en ver cómo mi hijo iba creciendo. No tuve la oportunidad de poder verlo. [Durante los cuatro años y seis meses de prisión] solo lo vi dos veces. Solo mamá y papá te pueden ir a ver [a la cárcel] y yo no los tengo. Eso fue lo más difí­cil.  [El Estado salvadoreño] me robó mis sueños, mis metas. ¡Todo lo que yo querí­a ser!”.

Las hostilidades hacia Marí­a Teresa Rivera no cesaron tras la libertad. En su vecindario también le llamaban asesina. La discriminaban y no pudo obtener un empleo. Decidió poner su propio negocio para sobrevivir, pero tampoco esta estrategia progresó mucho.

La  Fiscalí­a apeló el dictamen del juez y querí­a poner de nuevo tras las rejas a Marí­a Teresa Rivera. Ella huyó. Declaró ante el Gobierno de Suecia que sufrí­a de “persecución judicial y polí­tica”. El dí­a 16 de marzo de 2017 se le otorga el asilo en el paí­s europeo.

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Adiós a la Inquisición

Lejos  de la tristeza y de la ansiedad del encierro, Marí­a Teresa Rivera ha comenzado una nueva vida al lado de su hijo. Iba por un seminario en Suecia y terminó convirtiéndose en asilada. El giro radical en su vida lo plantea así­:

“Feliz y a comenzar de nuevo. El idioma es muy difí­cil, pero no tan difí­cil como todas las situaciones que la en la vida me ha tocado vivir. Y he podido salir adelante. Así­ que también saldré adelante con este nuevo reto, primero Dios”.

“El Estado salvadoreño criminalizó, estigmatizó y persiguió a Marí­a Teresa Rivera. Por eso ella solicitó un asilo en Suecia, el cual fue otorgado manifestando que el Estado salvadoreño no la puede proteger hasta que cambie la ley que penaliza el aborto. Es el primer asilo que se otorga a  nivel mundial en relación a paí­ses con leyes totalmente restrictivas y criminalizadoras en materia de aborto”, afirma Sara Garcí­a. Ella es miembro de la Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto.

La  activista asevera que han identificado a veintisiete mujeres encarceladas por el tema del aborto. Dos más tienen un proceso abierto en la actualidad.

En la Asamblea Legislativa de El Salvador hay dos propuestas de los dos grandes partidos del paí­s. El derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena, actual oposición) pretende que los abortos se castiguen con un aumento de la pena hasta cincuenta años de cárcel. El Frente Farabundo Martí­ para la Liberación Nacional (FMLN, Gobierno) quiere que las mujeres tengan derecho a abortar cuando el propósito sea salvar la vida de la mujer gestante “”con su consentimiento, claro está””, cuando haya sucedido una violación o estupro, cuando exista una malformación del feto y que su vida sea inviable fuera del útero y cuando haya una menor de edad agredida sexualmente.

“Los diputados y diputadas de la Asamblea Legislativa  deben hacerse cargo de esta realidad más allá de sus creencias personales. Tenemos que aprender de otros procesos legislativos como el reciente en Chile. A veces te llena de impotencia la lentitud de los procesos. Por eso para nosotras la solidaridad es imperante porque es lo  que permite que su realidad [de las mujeres pobres acusadas de aborto] se escuche con más fuerza”, opina Sara Garcí­a.

Tras la liberación de Marí­a Teresa Rivera, Amnistí­a Internacional fue contundente en su posición con respecto al caso de la salvadoreña:

“La liberación de  Marí­a Teresa es otro paso hacia la justicia en un paí­s donde las mujeres son tratadas como meras ciudadanas de segunda clase,” dijo Erika  Guevara-Rosas. Ella es directora para las Américas de Amnistí­a Internacional. Y añadió:

“No se le deberí­a haber forzado a pasar ni un segundo tras las rejas. Su liberación debe ser un catalizador de cambios en El Salvador, donde docenas de mujeres son encarceladas bajo una ridí­cula ley antiaborto que no hace más que poner las vidas de miles  de mujeres y niñas en peligro”.

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***

¿Qué piensa ahora que ha dejado a El Salvador atrás?

Solo  pienso en mis compañeras y todas las niñas y mujeres que están pasando por la misma situación que yo viví­. Quiero que las leyes cambien y que las mujeres salvadoreñas ya no sigan sufriendo más.

¿Cómo ha sido el cambio cultural? ¿Cómo le va con el idioma?

Ya  estoy en la escuela. Tengo tres semanas de haber iniciado. La cultura no es tan difí­cil. Los suecos son muy solidarios y yo he recibido el apoyo de muchas personas salvadoreñas acá en Suecia.

¿Cómo sobrevive en Suecia?

Bueno,  todo es un proceso. Yo debo primero asistir a la escuela para emigrantes y aprender el idioma, luego debo trabajar. Y sobrevivo con la  ayuda que da el Gobierno sueco para los refugiados.

¿Qué piensa ahora de todo lo que le ocurrió?

Que fue una gran injusticia.

¿Intentarí­a ser madre de nuevo?

Claro que sí­. Yo siempre quise tener dos hijos y darles lo mejor. Darles lo que yo nunca tuve.

¿Quiere ser abogada para ayudar a sus amigas de El Salvador que están encarceladas?

Claro  que sí­. Esa es una de mis metas. Es difí­cil, pero no imposible. Yo lucharé mucho por eso y por ellas que son mi inspiración.

¿Regresarí­a a El Salvador?

No  quiero volver a El Salvador. El Estado salvadoreño me ha robado todo: mis padres, mi niñez, mi juventud, mi familia. ¡Todo me lo robó!

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