Ahora que los salvadoreños tenemos todavía unas cuantas semanas de “normalidad” hasta que empiece oficialmente la nueva campaña electoral para alcaldes y diputados, y después de unos largos procesos electorales donde hemos visto casi de todo, es necesario tomarse un tiempo y ocuparse en cosas verdaderamente importantes como por ejemplo”¦, la necesidad de creer en algo.
Todas las culturas y civilizaciones desarrollaron, desde sus orígenes más primitivos, sistemas de creencias. En un inicio, para explicar su entorno, para entender su mundo inmediato y, poco a poco, sistemas más complejos que, eventualmente se convirtieron en filosofía, sistemas de gobierno, ciencias etc.
Los griegos, por ejemplo, vivían expuestos a un entorno geográfico violento y creyeron en los dioses del mar, del trueno, el cielo, la músike. Dioses que les permitían resolver su relación con la naturaleza.
Los mayas creyeron en “Huracán”, un dios que de tiempo en tiempo inundaba sus ciudades y destruía sus cosechas, pero que volvía fértiles los suelos. De hecho, durante los recientes desastres en el Caribe: Dominicana, Cuba, Puerto Rico y Miami, era común ver a muchas personas pidiendo al Dios de los musulmanes que los protegiera de la furia del viento: ojalá, decían (“law sha”™a Allah” o “si Dios quisiera”), que termine pronto la tormenta, en lugar de pedir al Dios verdaderamente responsable de la tragedia, el “Huracán” Maya.
La necesidad de creer o “de creerse” ha llevado en años recientes a algunas personas incluso a “creerse Presidente” de la República antes de tiempo, llegando a hacerse su propio podio, a usar símbolos patrios y a contratar espacios televisivos para realizar su fantasía.
Igualmente hemos visto tacuacines peinados y archienemigos de Batman llorando, fiscales luciendo extrañas pulseras, bichos berrinchudos, manzanas voladoras y alcaldes autoproclamados haciendo mutis.
Es por eso que propongo que dejemos de creer en falsos profetas y religiones inventadas y nos adscribamos a la verdadera y única fe viable y confiable: “El Pastafarismo”.
Todas y todos llevamos un pastafarista dentro de nuestro corazón, solamente hay que descubrirlo y vivir sus enseñanzas como ya lo hicieron miles de practicantes alrededor del mundo.
El pastafarismo está en constante expansión en todo el planeta. Por ejemplo, hace poco tiempo, Christopher Schaeffer, sacerdote de la fe pastafari, juró tomando posesión del cargo de Concejal en el Ayuntamiento neoyorquino de Pomfret. Como debe ser, el nuevo concejal asumió su nombramiento luciendo un colador en la cabeza, símbolo indiscutible de esta nueva religión. El pastafarismo, según revelan todas las casa encuestadoras de credibilidad, ha superado ya a todas las religiones históricas del globo terráqueo, es decir, cristianos, musulmanes, hinduistas, mahometanos, sintoístas. Ya, prácticamente solo quedas vos sin sumarte a este movimiento global.
Nuestra fe fue creada por el físico estadounidense Bobby Henderson en el año 2005 y, como todos sabemos, un físico es siempre una persona seria y de respeto y de ninguna manera se le ocurriría crear una religión sin un sustento firme y verdadero.
Nosotros, los pastafaristas, somos verdaderamente geniales, siempre estamos de buen humor, especialmente los viernes que son los días para ir al culto.
Creemos en el “Monstruo Espagueti Volador” quien tiene forma de una porción de espaguetti con albóndigas, nuestro día sagrado es, como ya dije, el viernes y la bebida con que se acompaña las celebraciones es, como ya se imaginarán, la cerveza.
El pastafarismo no pide que se crea en sus textos sagrados y solamente tiene un dogma: no hay ningún dogma.
En esta fe, todas y todos tienen voz y voto por igual (por eso nadie anda llorando para que se abran las urnas después de las elecciones). No hay rituales ni Norman, perdón, quise decir normas.
Eso sí, creemos firmemente que los piratas fueron los pastafaristas originales y que estos no eran criminales, sino exploradores pacifistas. Para la filial latinoamericana y efectos oficiales el himno es “la del pirata cojo” de Sabina.
Un buen pastafarista no se toma en serio ni a sí mismo y siempre está dispuesto a interactuar con gente agradable. No somos anti religiosos, la nuestra es una religión en donde todas las personas de otras religiones son bienvenidas.
No se piden diezmos ni contribuciones, sin embargo nuestro fundador acepta realizar trabajos, al estilo “nerd”, por computadora a un precio módico (él tiene que vivir de algo ¿o no?). Creemos firmemente en los derechos de las personas, por eso respetamos a la comunidad de la diversidad sexual y a todas y todos sin distinción alguna.
Si aún no te has sumado a nuestra fe, andá a tu cocina y buscate un colador de espaguetis y preséntate orgulloso a cualquier lugar de culto y cree que solo la cerveza, bebida con moderación, nos hará libres.