Por Wilmar Harley Castillo Amorocho
En estos días de desempolvar películas joyas del séptimo arte y aquellas que no lo fueron, encontré una creación que se destaca por el uso crudo pero honesto y político de la violencia directa y estructural. La película Los hombres detrás del sol o Hei Tai Yang 731 en su idioma original, pone a reflexionar sobre el papel de la ciencia en la historia de la humanidad a partir de un acercamiento intimo con las aberraciones que allí se retratan, al punto de sentirse cómplice de tales actos. Gracias al Feo y su canal de youtube La filmoteca maldita, ví esta película por lo que recomiendo a esta fuente del cine que pasa las cintas por su filtro crítico e implacable. (1)
La película narra los acontecimientos ocurridos en la “Unidad Antiepidémica de Suministro de Agua 731”, en el distrito Pingfang, perteneciente a la ciudad de Harbinen, al noroeste de China, que desde la invasión de Manchuria en 1931 había sido controlada por Japón. Esta unidad en realidad fue un centro militar de investigaciones sobre armas biológicas y químicas a cargo del Escuadrón 731 bajo el mando del doctor Shirō Ishii, cuyo objetivo fue crear este tipo de armas para buscar la ventaja de Japón en la segunda guerra interimperialista. (2)
La sensación de estar presentes en cada experimento, como parte del equipo de militares encargados de abrir torsos, extirpar órganos, congelar miembros, inyectar virus mortales o de disparar cañones contra cuerpos amarrados en campo abierto, está presente en cada escena por la crudeza con que se muestran, pues la calidad en el maquillaje y efectos especiales son tal que tanto los cuerpos, miembros y la locación atrapan la vista y aprieta las tripas. Aquí destaco también que en las experimentaciones se exponen las reacciones de las víctimas (gritos, suplicas y últimos alientos) a través de los primeros planos, a medida que se cruzan las caras tranquilas y analíticas de los científicos-militares que toman apuntes de cada gesto y reacción del maruta, no dejan escapar detalles en el minuto a minuto de la prueba.
Pero la película no se limita a la narración objetiva de los acontecimientos, se imprime la denuncia de este episodio del imperialismo japonés del siglo XX a medida que se mencionan a las víctimas con su nombre y edad después de haber sido asesinada a lo largo del film, como una muestra de la memoria de las victimas cuyos cuerpos jamás fueron encontrados. Esta recordación en caliente le imprime el sello documental que no deja olvidar entre el gore, el sentido político e histórico de la película.
Se representan las diferentes perspectivas que se involucran e interactúan en este tipo de sucesos históricos. Está aquella joven y vulnerable que es empujada a ser parte de ese cuerpo militar-científico cuyo conflicto interno contiene el rechazo y la reproducción de lo que presencia, representada en los jóvenes soldados que entran al escuadrón; está también la que se desconecta de toda valoración ética e inunda de licor su razón para acatar una orden sin ningún remordimiento, es el caso del encargado de quemar los cuerpos de las victimas que día y noche no paran de llegar al horno, y para hacer llevadera esa tarea se mantiene inundado de licor; la perspectiva crítica que está en total desacuerdo con las investigaciones e intenta por algún medio ayudar a las personas secuestradas se le otorgó a un oficial del escuadrón; por otro lado están las víctimas, mujeres, niños/as, adultos, jóvenes sometidos a la deshumanización integral, sin embargo, su otra cara de la resistencia y lucha también es retratada; por último, el cuerpo militar de mandos y soldados que desarrollan las pruebas, convencidos de la legitimidad e importancia patriótica de su misión que el director se preocupa por exponerla en cada momento público y privado.
Es así como el pasar de lo público a lo privado entre los personajes es un juego creativo en la narrativa, porque son pocos los espacios públicos que se desarrollan tales como reuniones generales del cuerpo militar, actos de bienvenida a oficiales e incluso las pruebas bélicas en campo abierto, por lo demás, la historia enfatiza en las prácticas y relaciones de los momentos exclusivos donde hay una regla de confidencialidad que no puede ser violado por nadie, ni siquiera por los más jóvenes. Es así como la representación de este carácter privado se destaca tanto en pruebas, como en cenas y entrenamientos en los cuales se evidencia los gestos de los protagonistas, lo que conversan e incluso lo que acuerdan entre sí.
Hay niveles de privacidad en este merco general, porque si bien es cierto la película se trata de experimentos que se hacían secretamente durante la guerra y con un objetivo en la misma medida confidencial, a partir de aquí se empiezan a abrir las puertas de sótanos cada vez más profundos. Estos sótanos materiales y simbólicos se interconectan para crear una representación integral de un conflicto geo-político concreto, que gracias a la creatividad del lenguaje cinematográfico abarcan tensiones del conflicto militar, dignidad y resistencia de un pueblo oprimido, hasta las tensiones individuales de los sujetos que rechazan lo que está haciendo el gobierno de su país por tal de ganar una guerra.
Para quienes hemos sido criados bajo la industria cultural de occidente, principalmente de los EEUU, la historia de la humanidad proveniente del oriente no ha sido una prioridad dentro de esa educación impuesta, por lo que en lo mejor de los casos se tienen nociones de algunos aspectos de esa parte de la humanidad, filtrados por las gafas de la modernidad. Por esa razón los hombres detrás del sol reafirma la obligación de ampliar la visión de la humanidad a un marco integral e integrador, ya que EEUU impuso que los nazis fueron los enemigos históricos de la humanidad en el siglo XX, los judíos el pueblo victima y a partir de ahí se creó una matriz ideológica que justifica el discurso de la igualdad, la libertad y la democracia burguesas que tiene como contra cara la tiranía nazi (sin dejar de lado el comunismo, el terrorismo como parte de su paradigma impuesto) como relato principal nacido en la segunda guerra interimperialista, dejando de lado en ese relato muchos acontecimientos que tuvieron a Japón como protagonista.
Personalmente, me gusta el cine gore y una de mis películas favoritas de este género es Brain Dead dirigida por Peter Jackson, no encuentro repulsión en este tipo de películas a pesar del baño de sangre que las caracteriza, pero en el caso de la película de Mou Tun-fei me dejó un sin sabor frente a la misma sangre que se observa, aunque no considero que su película esté dentro del cine gore, la cantidad de cuerpos y sangre le hacen un guiño a este género, pero el motivo del sin sabor, y de la tristeza que también afloró, fueron tanto las intenciones como la destrucción humana en sí.
NOTAS: