Dicen que cuando nacemos ya somos adultos para morir… y que la muerte es nuestra única seguridad histórica; como dirían los existencialistas: "somos seres para la muerte" o en el mejor de los casos, parafraseando a Heidegger, somos "seres-ahí" (Dasein), existiendo, experimentando y desgastándonos. Escribir sobre la vida y la muerte no supone una visión pesimista, sino una reflexión muy realista: esto no va a ser eterno…, y nos permite plantearnos algunas interrogantes.
Creo que es muy válido preguntarnos ¿para qué estamos viviendo o qué hacemos con nuestra vida?; cada quien desde su experiencia familiar, religiosa, cultural o social tiene respuestas diversas; y es posible que mucha gente ni siquiera se ha planteado la pregunta y solo viva sin más. Llegamos a este mundo casi como un misterio genético, y nos vamos de él bajo circunstancias de un natural deterioro, nadie se propuso nacer ni morir…
Hay gente que cree que vino al mundo para hacer dinero, y dice sabiamente Pepe Mujica: "No se compra con dinero, se compra con el tiempo de tu vida que tuviste que gastar para obtener ese dinero…"; hay otros que tienen vocación de redentores, quieren salvarnos a todos; también encontramos sujetos apáticos o indiferentes, que solo viven y no saben por qué ni para qué. La fauna es muy amplia…
La vida se gasta, el tiempo pasa, y algunos amigos se adelantan y no llegan a ese estimado de esperanza de vida de 75 años (27,375 días). La muerte está ahí, al acecho con un repertorio muy amplio: accidentes, enfermedades, homicidios, suicidios, etcétera. Para morir solo hace falta estar vivo.
¿Vivir para qué y por qué…? Hay solo tres tipos de explicaciones religiosas, filosóficas –o metafísicas– y biológicas. Estamos aquí y nos toca vivir; y algunos nos preguntamos sobre el sentido de la vida o qué podemos hacer para que este lugar o escenario en donde estamos sea mejor o lo dejemos mejor que como lo encontramos.
También nos debemos preguntar sobre los diversos niveles o intensidades de la vida; hay gente que vive en condiciones mínimas o precarias, sin agua o alimentación, mientras que otros llegan a este mundo en medio de un caudal de recursos de bienestar; otros construyen lo que tienen; y así llegamos al punto de las desigualdades o diferencias que plantean al menos dos tipos de formas de vivir: humana e inhumana… En el epicentro de esta circunstancia dual se sitúan muchos conflictos y guerras.
Podríamos preguntarnos también sobre el misterio de la "libertad", esa capacidad que nos hace únicos; o sobre la "razón" y todas sus herramientas –memoria, lenguaje, ideas–; y por qué no sobre la "fe" como conector con la trascendencia; y de cómo utilizamos todas estas capacidades para vivir mejor… son muchas preguntas.
Vivir es más que ir a la escuela, a la universidad o al trabajo; y es mucho más que hacer dinero para ahorrarlo o luego gastarlo. Cada quien deberá encontrar su respuesta sobre qué diablos está haciendo aquí y cuál será su legado, y sobre todo cómo aprovechar mejor este tiempo -corto o largo– que tenemos prestado. Los que tenemos hijos se nos hace más fácil responder, pero igual debemos advertir que la vida no se trata simplemente de dejarles un futuro resuelto, educación y una herencia a nuestros descendientes, reduciríamos todo a lo material; y les heredamos ese patrón minimalista: vivir es tener.
"La muerte no existe, la gente solo muere cuando la olvidan" (Isabel Allende). Señor –o señora– político, empresario, pandillero, maestro, padre, madre, policía, profesional, motorista, académico, periodista, barrendero, médico, abogado, ingeniero, artista… pregúntese al menos una vez ¿qué está haciendo aquí y para dónde va su vida…? Estamos a tiempo de hacer un mejor país…