lunes, 15 abril 2024
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Libertad de expresión”¦ pero no mucha

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La libertad de expresión en su sentido e interpretación plena es radical, no admite medias tintas y esto incomoda, así­ como estorba un periodismo independiente, riguroso y crí­tico

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El reciente arresto de Julián Assange pone de manifiesto que a la clase polí­tica global ““desde el primer al tercer mundo- que vive de los impuestos que pagamos los ciudadanos, en realidad no les interesa la libertad de expresión en el sentido pleno.

Assange -y con él WikiLeaks- o Edward Snowden desplegaron la era de las filtraciones, y ahora como anota uno de sus protagonistas: “Los cables diplomáticos son la enciclopedia más extraordinaria de cómo el mundo funciona en un nivel internacional y de cómo los paí­ses funcionan”, y resulta que en nombre de la democracia y sobre todo de los intereses geopolí­ticos, el mundo funciona muy mal, e insisto, esta maquinaria perversa es financiada por los aparatos fiscales de los gobiernos que se nutren de nuestros impuestos.

Se miente, se encubre corrupción, se asesina, se persigue, se espí­a, se tortura, se toman decisiones perversas y muchas cosas más, y sólo accedemos a estos datos gracias a los grandes enemigos de la “democracia” Assange y Snowden”¦

Julián Paul Assange, “‹ programador, periodista y activista de Internet australiano y naturalizado ecuatoriano, y Edward Joseph Snowden consultor tecnológico estadounidense, informante, antiguo empleado de la CIA y de la NSA, no pudieron contener tanta infamia y deliberadamente arriesgaron su comodidad, privilegios, vida y libertades, compartiendo cables, correspondencia, informes y otros documentos que describen la forma de pensar y actuar inmoral de muchos polí­ticos, funcionarios, gobernantes, tecnócratas, contratistas y operadores, y que lo hacen en nombre de su falsa democracia, plagada de intereses, mentiras, impunidad y corrupción.

●        Tenemos derecho a saber porque financiamos todo lo que hacen los gobiernos”¦;

●        Tenemos derecho a saber porque les prestamos temporalmente el poder para gobernar”¦;

●        Tenemos derecho a saber la verdad, pero una verdad transparente, sin intereses ni ideologí­as”¦;

Tenemos derecho a la construcción de una sociedad más ética, con referentes y lí­deres moralmente fuertes”¦; gente a quien creer y sobre todo en quién confiar, personas dignas que antepongan la humanidad y sus derechos ante cualquier interés petrolero, armamentí­stico, geopolí­tico o comercial.

Parece que a muchos le interesa la libertad de expresión, pero no la total libertad, sino una acomodada a la medida socioeconómica de sus socios, y esto no es libertad, sino el enmascaramiento frecuencial de la verdad; es una libertad defectuosa, ideologizada; en fin, una libertad mí­nima para grupos, una falsa libertad.

La libertad de expresión en su sentido e interpretación plena es radical, no admite medias tintas y esto incomoda, así­ como estorba un periodismo independiente, riguroso y crí­tico; y desde hace muchos años grandes sectores de la clase polí­tica están enemistados con los periodistas serios, ya que éstos han revelado la cara oculta de la corrupción e impunidad que tiene a los pobres siempre en la miseria, y que elimina o daña a quien no piensa como ellos.

No es casualidad que en México hayan asesinado a más de 40 periodistas, que arresten a Assange o que persigan a Snowden, y esto es sólo un sí­mbolo muestral de lo que sucede a escala planetaria; y no es casualidad porque la verdad incómoda y saca a la luz los rasgos más perversos de la democracia contemporánea. La podredumbre del mundo: Narcotráfico, racismo, tráfico de armas, trata de personas, espionaje, guerra y corrupción, entre otros fenómenos, tiene al acecho algunos periodistas que desenmascaran, que desideologizan con rigor metódico y evidencias; algunos son odiados, otros eliminados y la mayorí­a perseguidos.

Nos interesa la “Libertad de expresión””¦ pero no mucha libertad.

  (*) [email protected]

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Oscar Picardo Joao
Oscar Picardo Joao
Académico salvadoreño, de origen uruguayo; científico, analista, colaborador y columnista de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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