Por Gabriel Otero.
¿Qué puede hacer un escritor sin memoria? Pensarlo es fulminante y peor es admitirlo, es extraviar la capacidad de sustraer momentos y circunstancias, es aceptar la invasión de un ruido blanco permanente que no deja escuchar las sinfonías de la mente, ni ver más allá de lo momentáneo, es aseverar que lo efímero llegó para estancarse como agua fétida.
“Mi memoria ya no es la que era y hace mucho más duro escribir” así lo aseveró el nobel peruano-español, Mario Vargas Llosa, después de publicar su última columna “Piedra de toque” antes de retirarse del oficio periodístico, ejercicio categórico de la palabra que realizó durante 33 años en El País y que lleva aún más tiempo en una trayectoria amplísima. Además, asintió, que llegará un inminente alejamiento de la literatura, después de más de cuarenta libros incluyendo narración, teatro, memorias, artículos y ensayos.
Ante la noticia, legiones de coprófagos analfabetas, invadieron foros virtuales para manifestar su alegría, la desgracia ajena alimenta las mentes pequeñas que idolatran a Bukowski como escritor de cabecera sin haberlo leído y, mucho menos, analizado.
Es cierto que muchas de las posturas de Vargas Llosa son debatibles y refutables, pero tampoco se puede negar su lucidez como un escritor tutelar en la literatura mundial, y él el llamado “sartrecillo valiente” está perdiendo la memoria y pronto abandonará la escritura para refugiarse en una vejez plácida.
Por otra parte ¿cómo se puede delinear y darle vida a un personaje de cuento o de novela sin tener un referente en las vivencias y sin poder recordarlo? Imposible, la sola idea es terrorífica, este adquiere verosimilitud cuando nace de un hecho real, de algo tangible, de una experiencia que la memoria reinventa con las características de una o de varias personas, la mímesis total e imprescindible.
La memoria es una capacidad sustancial que va de la mano con la imaginación. Mucha de la literatura no existiese sin los recuerdos, Proust no hubiese buscado su tiempo perdido porque la desmemoria, ciertamente es terrible.
Yo intento levitar en mi memoria como un narrador omnisciente de lo vivido y como un protagonista del porvenir.
Mi memoria soy yo.