lunes, 2 diciembre 2024
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La Universidad Católica del Perú y su poder hegemónico en la literatura peruana

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"La omnipresencia de la PUCP en el ecosistema literario y cultural peruano es arrolladora, están en las principales editoriales y en las que emergen, son miembros de los jurados de premios...": Hans Alejandro Herrera.

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Por: Hans Alejandro Herrera Núñez


Si creen que en el Opus Dei solo se contratan y promocionan entre ellos, es porque no han conocido todavía la Universidad Católica del Perú, PUCP. Quien no conoce a Dios le reza a cualquier santo.

La presencia de sus autores en el ecosistema literario y cultural peruano es tan profunda que constituyen en este momento la principal cara que se vende hacia afuera en las ferias internacionales de libro, pero también en premios, traducciones y por supuesto son los autores más leídos y comentados dentro de Perú. Más allá de los méritos evidentes de sus autores, lo que sorprende, y preocupa, es que la PUCP sea omnipresente en el horizonte cultural peruano. Más que una universidad da la impresión de ser una masonería.

Julio Ramón Ribeyro, Fernando Ampuero del Bosque, Alonso Cueto, Iván Thays (durante varios años conductor del programa de tv Vano oficio), Rossella Di Paolo Ferrarini, Isabel Sabogal (la única traductora peruana de literatura polaca al español), Eduardo Chirinos, Santiago Roncagliolo Lohmann, Fernando Iwasaki, Gabriela Wienner, Enrique Prochazka, Luis Palomino, o el matrimonio Montalbetti-Chirif son solo algunos de los nombres que llenan la literatura en Perú de la actualidad. No solo son buenos escritores, sino que son los autores hegemónicos que el lector peruano verá en todas partes. No solo aparecen en página completa de Luces (principal suplemento cultural del Perú) o a dos páginas en el otrora BuenSalvaje, están sobre todo en el librero de cada peruano mirándolo a la cara.

Cuando en los años 60, el padre McGregor era rector de la PUCP, nunca soñó que tan lejos llegaría su sueño, y que tan hegemónico sería la presencia de sus estudiantes en el ámbito cultural peruano.

La hegemonía de la PUCP es aplastante. No hay otra casa de estudio o agremiación con una presencia tan fuerte en todos los aspectos de la vida literaria. La omnipresencia de la PUCP en el ecosistema literario y cultural peruano es arrolladora, están en las principales editoriales y en las que emergen, son miembros de los jurados de premios, gran parte del ministerio de cultura peruano tiene una evidente presencia de ellos, y su red de contactos en el exterior ayuda a posicionar nombres, por lo general siempre de la PUCP. A esto súmese el fino aparato crítico que promueve y difunde escritores y editores, una telaraña de prensa que va de El Comercio, el diario de la derecha, a La República, el diario de la izquierda, pasando por revistas, gerencias de tv, blogs, portales web, etc. Por ejemplo Gonzalo Villamonte, egresado de la Especialidad de Historia de la PUCP, formó parte del equipo organizador de Wayka, el principal portal de noticias Woke en Perú, cuando buscaban financiamiento, al punto que la PUCP les dio apoyo en difusión para lograr concretar el proyecto; o Rolando Toledo, el fundador de LaMula, el blog más importante del país andino, y quien estudió antropología en la PUCP. Entonces, lo que tenemos es algo muy interesante, algo muy a lo House of cards, de la cultura: puertas giratorias. O mejor aún, la PUCP en Perú es la puerta giratoria. De las aulas a redactores de prensa, de editores a directivos de medios, de docentes en la universidad a figuras de opinión, y en medio ser escritores. Todo atado y bien atado.

Esto no necesariamente es malo, pero es preocupante cuando se vuelve hegemónico y promueve a ciertos autores, los suyos, o fomenta cierta cara del Perú, uno que muchas veces no corresponde con la realidad. Esto ya no es una cuestión de política, sino una vulgar cuestión de poder. Y el poder en el panorama literario peruano lo tiene la PUCP.

Otro indicador de su hegemonía son los puestos de honor en instituciones aparentemente irrelevante, pero de peso e influencia institucional internacional como lo es la Academia Peruana de la Lengua, la cual está asociada con las academias de la lengua de casi una veintena de países y bajo la égida de la toda poderosa Real Academia de la Lengua.

De los 23 académicos de número de la Academia Peruana de la Lengua, que se incorporaron desde 1971, 11 son egresados de la PUCP, y otros dos más trabajan para esta universidad. Tenemos a Ferdinand Carlos Léopold de Trazegnies Granda, José Antonio León Herrera, Ricardo González Vigil, Ricardo Silva-Santisteban, Salomón Lerner Febres, Alberto Varillas, Harry Belevan-McBride, Alonso Cueto, Víctor Oswaldo Holguín Callo, al decano de Estudios Generales Letras de la PUCP Carlos Garatea Grau, y hasta el mismísimo ex rector de la PUCP, Marcial Rubio. Otros dos miembros de número son el experto en lenguas indígenas, Rodolfo Marcial Cerrón-Palomino de San Marcos, pero desde 1998 trabaja a tiempo completo como docente en la PUCP, y Eduardo Francisco Hopkins Rodríguez, también empleado de la PUCP.

Cabe mencionar que el último miembro de número de la Academia nombrado fue hace poco Eliana González Cruz, docente de la Universidad de Piura, quien es la segunda mujer en formar parte de la academia desde el ingreso de Martha Hildebrandt 46 años antes. No viene al caso, pero lo menciono porque en su momento muy pocos medios rescataron su nombre. Quizá porque no era de la PUCP.

Otro indicador es la Casa de la Literatura Peruana, que es un órgano de línea del Viceministerio de Gestión Pedagógica del Ministerio de Educación del Perú, el cual entrega, desde 2010, un premio a destacados escritores e investigadores de las letras peruanas como reconocimiento a su contribución a la reflexión y la creación en torno a la literatura nacional, es decir institucionalización de la cultura a través del poder. Este premio es de carácter gerontocrático, y por ende es el que mejor expresa el paso del poder y la presencia de la literatura de San Marcos (la otrora gran Universidad pública peruana de dónde provenían antes los escritores peruanos como César Vallejo o Mario Vargas Llosa) a la Católica. Sus ganadores, reputados escritores de la tercera edad, son por lo general sanmarquinos cómo Vargas Llosa. Pero Recientemente también empiezan a ganarlo los escritores de la PUCP, como José Miguel Oviedo, Rossella Di Paolo. A medida que literalmente muere la literatura de San Marcos, también aquí la PUCP la viene reemplazando.

Fuera de evidentes obvias envidias, la PUCP ha hecho muy bien su trabajo, en un país desorganizado la Universidad Católica ha creado su propio orden y ha hecho de las humanidades su principal músculo. De ahí el peso de sus autores en la literatura, de ahí la colocación en el extranjero de sus autores, que ya no son de la PUCP sino los rostros de la literatura del Perú actual. Si, cuesta creer que el rostro de Perú en Madrid o en México DF sea Mariana de Althaus, pero ni modo. Lo que ves es lo que hay.

Finalmente la PUCP llena no solo los estantes de las librerías sino la lista también el canon. Sea esto inocente o no, la literatura en Perú ahora es de la PUCP.

Bueno, hasta ahora…

Existen alternativas en el ecosistema literario peruano. Refresca el panorama la aparición de autores que provienen de la Universidad de Lima, el otro pequeño nicho que fomenta y promueve nuevos escritores peruanos como Mario Bellatin, Sergio Galarza, Renato Cisneros, Juma Paredes, Oscar Rengifo, Darinka Nestorovic, Valeria del Solar o María José Caro.

Pero no todo son un par de universidades. Hay autores aparapetados en los techos empolvados de Lima, esperando su momento para disparar. Son los snipers, huérfanos de instituciones o contactos. Son los apátridas. Escriben en la soledad de dos. Escriben de noche hasta amanecer, con hambre, con frío, con cansancio y el sueño salvaje de solo escribir. Escritores como estos fueron en otros tiempos y especialmente en México y España: Roberto Bolaño, el desertor del colegio, o Juan Manuel de Prada, ese estudiante de Derecho que a los 25 años se propuso ser escritor y nunca abogado. En Perú solo conozco una, se llama Kareen Spano.

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Hans Alejandro Herrera
Hans Alejandro Herrera
Consultor editorial y periodista cultural, enfocado a autoras latinoamericanas, Chesterton y Bolaño. Colaborador de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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