En la pequeña escuela del pueblo le decían “La Textual” era un sobrenombre que le puso un periodista suramericano que llegó a hacer un reportaje de la educación en el medio rural, según explicaba estaba comparando como se enseñaba en las ciudades urbanizadas y en los lugares rurales, quería entre otras cosas, resaltar las diferencias positivas y negativas de ambas enseñanzas.
Esa motivación lo llevo a la pequeña escuela rural donde asistía Miranda una pequeña niña de segundo grado, que todo lo que le decían lo tomaba literalmente y hacia exactamente lo que entendía que estaba dicho, por varias razones que no es el caso analizar, porque realmente no se sabe ¿por qué? Miranda tomaba muy en serio lo que se le decía, no usaba metáforas, supuestos y mucho menos dobles sentido de las palabras.
Se comprenderá entonces qué motivo tal apodo, eran las respuestas sencillas, las acciones y los comportamientos de Miranda, sumándose además los comentarios e historias que las demás personas contaban de ella, por ejemplo: decían que una vez su madre la mando a limpiar los ejotes para hacer un caldo y en lugar de quitarles las puntas extremas y lo que metafóricamente llamamos venas de este tipo de hortalizas, como hacen las personas comunes y corrientes, la niña fue y tomo un sacudidor y empezó a limpiarlos uno por uno; otra vez le pidieron que le echara pitos a los frijoles y tomo los pitos de barro que su hermanito tenia para jugar y se los hecho a la olla donde estos se cocían.
La madre contaba que cuando la niña estaba más chica ella le regalo un cerdito de barro para ahorrar monedas y le dijo que poco a poco fuera guardando los centavitos que de cuando en vez le daba, Miranda entendió que eso era ahorrar, entonces cuando su madre un día le dijo que ahorrara el agua, la niña la fue guardando poquitos de agua en un recipiente que al pasar los días rebalso y mojo todo el lugar donde dormían.
En otra ocasión al pueblo llegaron seguidores de un determinado partido político haciendo proselitismo y para congraciarse y demostrar que se interesaban por la población del lugar, repartieron platos de comida a mayores y menores, la madre de Miranda se acerco al lugar con la intención de obtener alguna comida para sus pequeños y cuando lo había logrado le dio un plato de comida a Miranda y le dijo: “muchachita se lo come todo, porque es la comida del día” por supuesto que la madre se refería a la comida, pero Miranda entendió literalmente lo que se le dijo y se enfermo porque se comió también el plato, menos mal que era de cartón, fue entonces que la madre tomo conciencia que con la pequeña debía ser especifica de lo que le decía o quería que hiciera, para no tener serios problemas con ella.
La pequeña Miranda era solicita, atenta y obediente pero todo lo entendía textualmente y su madre que era la única que la atendía, cuidaba de ella y de su pequeño hermanito, porque el padre les había abandonado cuando la mama quedo embarazad de su segundo hijo, el hombre progenitor ni siquiera conoció al pequeño, pero la luchadora mujer que, como decían en el pueblo “hacia micos y pericos” para darle a la niña y al niño lo necesario tubo que acostumbrarse al comportamiento de la niña y le causaba risa cuando la chiquita que había oído lo que decían sobre el esfuerzo de ella, venia y le preguntaba ¿ donde guardas los micos y pericos que haces? Entonces la madre solía tomarse el tiempo necesario para explicarle con detalles lo que querían decir en la vecindad.
Miranda solo tenía ocho años pero se esforzaba para comportarse como una persona adulta, cuando pasaron varios días y su padre ya no llego, le pregunto a su madre ¿Por qué ya no veían a su papa? está, tratando de contener el llanto le dijo que “mejor se olvidaras de él, porque el ya no existía”, la niña pensó que su papa no era real y que se había disuelto desapareciendo en la nada, por lo que cuando le preguntaban sobre su padre ella respondía que no existía que se había disuelto.
Con el tiempo y por los diversos malos entendidos, Miranda fue aprendiendo que no siempre las personas son lógicas al expresarse y que cuando se comunican utilizan muchos supuestos que consideran sobreentendidos por quienes les escuchan, ella poco a poco se esmero por no ser tan exacta en lo que le decían, pero aun así la niña siguió siendo conocida por el sobrenombre que le atribuían “La Textual”.