viernes, 16 mayo 2025
spot_img
spot_img

La paradójica influencia de Roque Dalton

¡Sigue nuestras redes sociales!

"A estas alturas -cincuenta años después de su desaparición-, la vida, la muerte y la obra literaria de Roque Dalton continúan siendo temas de controversia": Álvaro Rivera Larios.

Por Álvaro Rivera Larios.

A estas alturas -cincuenta años después de su desaparición-, la vida, la muerte y la obra literaria de Roque Dalton continúan siendo temas de controversia y lo más probable es que, mientras se mantengan vivas su palabra y su memoria, los desacuerdos continúen por muchos años más.

Quienes lo conocieron en persona han sido testigos de cómo aquel muchacho flaco, indeciso entre la melancolía y la sonrisa pícara, en poco tiempo se ha convertido en uno de los mitos centrales de nuestra cultura.

Como símbolo, Dalton sobrevivió a la funesta emboscada que le tendieron sus compañeros verdugos y también, años más tarde, a los hachazos sistemáticos que le propinó la ironía posmoderna. En el 2025, pocas figuras conservan el aura y se mantienen de pie en el casi desierto panteón de los mitos de la izquierda salvadoreña. Aunque mellado, Roque Dalton es una de esas escasas figuras.

Helo aquí, cincuenta años después de su muerte, rodeado de interpretaciones y de abundantes lugares comunes como suele ser el caso ahí donde se nos presenta un mito en sus diversas incidencias y funciones.

Tópicos, lugares comunes, son aquellas ideas que -a fuerza de ser repetidas, compartidas y asumidas dentro de una comunidad- pasan a ser vistas como verdades obvias que no admiten el más mínimo debate o matización. Una de esas verdades que no cabe discutir es la de la gran influencia formal de Roque Dalton en nuestras letras. La han dado por supuesta sus críticos y sus defensores sin una investigación literaria profunda que la respalde.

Damos por cierto que la etapa más esplendorosa de su influjo literario tuvo lugar en los años en que nuestras letras se vieron sacudidas por la guerra. Se supone que detrás de la lírica testimonial de los poetas combatientes estaba el “modelo” de “Poemas clandestinos”. Se supone que toda la poesía de aliento cívico escrita entonces lo tomaba como fuente. Al estimar su po-ética, y erigirla como el referente literario más poderoso en aquel tiempo, no siempre distinguimos el impacto del ejemplo moral daltoniano de lo que sería el calado de su influencia estilística. Ambos efectos, aunque puedan vincularse, no deberían confundirse.

Precisemos, un poeta no era seguidor de Dalton por el mero hecho de haber tomado las armas y escribir una poesía insurgente. Se era o se puede ser “roqueano” hasta cierto punto por asociar cierta poética vanguardista a la construcción de una sensibilidad cultural revolucionaria.

Hay en Roque Dalton una doble crítica: a la cultura y la institucionalidad capitalista y a la literatura como institución burguesa. Esta última crítica demandaba una reflexión mordaz sobre la ambición renovadora del arte en una sociedad de la periferia capitalista. No se trataba solo de adherirse a la vanguardia literaria, sino de ser un poeta formalmente rupturista mientras se militaba en las filas del partido comunista salvadoreño. Dalton, como poeta, era un hijo de Carlos Marx, André Bretón, César Vallejo y Bertolt Brecht. Toda esa ascendencia se convirtió en un dolor de cabeza estilístico permanente para nuestro poeta.

¿Cómo ser un creador afiliado a la vanguardia en una sociedad atrasada y desigual? ¿Cómo unir en el texto los juegos formales audaces y el propósito ácido que busca golpear la mente de los ciudadanos lectores? Estas preguntas expulsaron a Roque de la isla de la subjetividad ingenua, pero también lo llevaron a situar los perfiles cambiantes de su voz frente a un ciudadano lector que no era una abstracción al margen de una sociedad concreta y su historia concreta ¿Qué estilo, en qué momento, frente al rostro de quién?

Salvo excepciones, en nuestro medio, la poesía comprometida escrita después de mayo de 1975 rara vez ha dado señales de tener dolores de cabeza estilísticos y en esa medida, huérfana de ironía hacia su propio lenguaje y su contexto, no ha sabido aprovechar el heterogéneo e incómodo legado literario que dejó el poeta.

Tenemos, por lo tanto, a un personaje con un tremendo impacto simbólico en nuestra cultura, pero cuya influencia formal en nuestra lírica quizás sea mucho menor de lo que hemos supuesto. He ahí la paradoja.

¡Hola! Nos gustaría seguirle informando

Regístrese para recibir lo último en noticias, a través de su correo electrónico.

Puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento.

Álvaro Rivera Larios
Álvaro Rivera Larios
Escritor, crítico literario y académico salvadoreño residente en Madrid. Columnista y analista de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

También te puede interesar

Últimas noticias