domingo, 14 abril 2024
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La noche que todo cambió

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La única tarea válida para mí, era derribar ese estatus quo mañosamente orquestado, después de la firma de los Acuerdos de Paz

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Nacho vio la pantalla de su teléfono, levantó la vista sorprendido, volvió a mirar de nuevo su celular y sin permitir que su invitado terminara la idea que desarrollaba, como respuesta a la pregunta que hacía unos instantes le había formulado, lo interrumpió bruscamente.

  • ¡Cancelaron al CD!, le dijo con asombro, volviendo la cara simultáneamente al invitado y a la cámara; a la cual, con su característica sonrisa, miraba con disimulado entusiasmo.
  • Me lo están confirmando… ¡y ya está en las redes! sentenció con aplomo.

Ante la actitud impávida de su invitado y pretendiendo que éste reaccionara frente a la gravedad del hecho, le espetó:

  • ¡Nayib está fuera de la contienda! Ya no tiene partido político y no podrá competir. Concluyó casi complaciente, pronunciando la frase con un mayor acento chileno que el usual, y que después de vivir tantos años en El Salvador, aun no pierde.

Más o menos ese fue el monólogo de Nacho Castillo la noche del miércoles 25 de Julio de 2018, en su programa de televisión “DEBATE CON NACHO CASTILLO”.

Fue entonces que de manera pausada y fijando la mirada en su reloj, el abogado Francisco Bertrand Galindo hijo, invitado de esa noche, le respondió:

  • Nacho, son casi las 8:30 pm, faltan más de tres horas para la medianoche y algo puede suceder.

Acto seguido, y como lanzando una alerta a quien quisiera escucharle, continuó con la mirada fija en la cámara y el índice de su mano derecha blandiéndose en el aire con agitada preocupación, agregó:

  • Recuerda que GANA aún no ha celebrado sus elecciones internas y hoy es el último día para la inscripción de sus candidatos. Sentenció con una notable preocupación en su rostro.

Nacho que seguía atento, expectante, deseando escuchar de boca del abogado alguna expresión o argumento que reforzara la idea que deseaba dejar plantada en el imaginario de la teleaudiencia, con tan espectacular primicia, le respondió al instante, con la intención de disipar cualquier duda generada por ese inesperado escepticismo de su interlocutor.

  • Ya Will está inscrito, le dijo con energía.

Y como queriendo transmitirle confianza, tanto a al invitado como a la audiencia, hizo un movimiento afirmativo se pasó la mano por la barba y expresó:

  • Según me dijeron hasta las 5 pm nadie más se había inscrito en GANA, por tanto, Nayib se quedó fuera de estas elecciones.

Volvió a repetir sin ver a su invitado para mantener fija la mirada a la cámara y por medio de ella, hablarles a los televidentes.

  • Los plazos legales se vencen hasta la media noche, le replicó el abogado, con la autoridad de un tribunal al momento de emitir sentencia, pero con cierta angustia reflejada en su expresión facial.

Chico Bertrand, como le llaman sus amigos, habló con la experiencia del viejo zorro político, de esos que están acostumbrados a ver cambios inusitados en el último momento. Ya había sido ministro de Seguridad en el gobierno de Francisco Flores, ideólogo del partido ARENA y miembro del COENA, recientemente se había afiliado al ultraconservador Movimiento Libertad. En sus primeros años de estudiante en la Facultad de Derecho de la UES, había integrado muy efímeramente movimientos literarios contestatarios y de izquierda como La Cebolla Purpura y junto conmigo y Roberto Turcios el grupo “Juez y Parte”, de los cuales emigró en busca de su nicho ideológico en los sectores conservadores, donde encontraría el ambiente adecuado para su desarrollo político y profesional.

 Esa noche, con sus palabras, trataba de otear el horizonte, ya que su olfato de sabueso de la política le decía que la última carta no se había jugado,

Terminé de ver la entrevista de Nacho Castillo hasta el final, a las 9 pm. Cambié de canal y comencé a ver una película. Estaba solo en mi recámara, pues mi esposa había salido de viaje ese mismo día, por razones familiares. A petición de mi hijo José Félix, anticipó su viaje a Ottawa para acompañar a Valentina, nuestra nuera, que pronto daría a luz a su segundo hijo.

  • Quiero estar con ella para el parto, me dijo Lilian para justificar su prematuro viaje.
  • Que no nos pase lo mismo que cuando nació Felixito en Ginebra, a quien conocimos hasta que tenía un mes de nacido. Así que me iré con suficiente anticipación esta vez, reafirmó.

En efecto, ese día salió rumbo a Canadá.

Eran las 10:15 pm aproximadamente, cuando timbró el teléfono celular que tenía a mi lado. Por la hora, bastante tarde para los estándares salvadoreños, creí que Lilian me llamaba desde Ottawa para decirme que había llegado sin novedad. Pero al ver que era llamada local, tomé el teléfono con más curiosidad que entusiasmo.

  • Hola. Me dijo la voz al otro lado de la línea.
  • Me acabo de inscribir en GANA, continuó la voz de manera tranquila y sin sobresaltos.

La reconocí en el acto. Era Nayib quien me llamaba. Un tanto asombrado le respondí.

  • Bueno…te felicito. ¿Quieres que hablemos mañana? Agregué sin mayor énfasis.
  • No, me respondió Nayib.
  • Quiero saber si me acompañarías como vicepresidente? Me soltó de sopetón.

Yo estaba sentado, muy cómodo con las piernas estiradas, en el sillón en el que usualmente miro la televisión en mi dormitorio; tenía mi taza de café en una mesita al lado, esperaba que se enfriara un poco más para beberla, pues el café no me gusta demasiado caliente, sobretodo la última taza del día, que bebo de dos sorbos antes de irme a la cama.

 Sería exagerado y casi un lugar común en este tipo de narrativas, decir que casi me caigo al piso del susto o que enmudecí y no podía articular palabra, porque no sucedió así. Lo que recuerdo es que los segundos que transcurrían parecían eternos.

Pasaron mil ideas por mi mente, quise medir las consecuencias de mi respuesta, busqué explicaciones que nadie me pedía, quise consultar, con mis seres queridos, amigos de confianza, en fin lo que usualmente se hace cuando se va a tomar una decisión de tal envergadura. Pero, estaba solo en mi recámara. Solo yo y mi conciencia.

Finalmente, y sin que podamos afirmar con certeza si fueron segundos u otras fracciones de tiempo que la nano-tecnología tiene como unidades de medida para ocasiones como ésta; pude recordar en esas milésimas del tiempo real, el mantra que Nayib había acuñado cuando en un Facebook live el 2 de abril de 2017, hizo este llamado a los salvadoreños: “No me dejen solo”.

Creí ver que el aparato de la televisión abría unas fauces mitológicas como las de un can Cerbero que a las puertas de una oscura caverna, custodiaba la entrada a un camino que conducía igual al Olimpo como al reino de Hades, y sentí que, sin pronunciar palabra alguna, sólo con el fuego de sus ardientes ojos y su mirada escalofriante me respondía como el conejo a Alicia, cuando le dijo que si no sabía hacia donde se dirigía, que podía tomar cualquiera de los dos senderos de la encrucijada donde se encontraron. En ese instante y con cierto aplomo que sólo mi alter ego me pudo generar, le respondí.

  • Claro, ¡Cuenta conmigo!

Sentí que mi voz sonó firme, que salió con la fuerza y la convicción que tantas veces había vivido durante la guerra, cuando asumía el cumplimiento de las tareas que por varios años se me encomendaron.

Sin ninguna duda llegaron a mi mente y encendieron las llamas de mi espíritu, las tantas veces repetidas ideas y promesas de luchar hasta acabar con el estragado bipartidismo  y la polarización estéril que, como las cadenas que aprisionaron a Prometeo en el Cáucaso, mantenían a mi pueblo esclavo de la traición de la corrupta cúpula que dirigió al FMLN en la post guerra, que negoció principios y vendió los valores revolucionarios, la sangre de los caídos, la memoria de los mártires; se los entregó por “un plato de lentejas” a esa derecha voraz e indolente, que sin parar mientes en el dolor y sufrimiento causados al pueblo con sus ancestrales políticas de explotación, ahora encontraba un “aliado estratégico” en esos miserables renegados, que sin ninguna vergüenza se auto proclamaban representantes de la izquierda, y no de cualquier izquierda, sino que de la izquierda revolucionaria.

El nuevo proyecto, el modelo a construir

A decir verdad, no pensé, no medité, ni siquiera medí las consecuencias de mi decisión, en relación “al día después”. No reflexioné sobre cuál sería el nuevo proyecto, el modelo a construir, una vez derrumbado ese orden avieso que por tres décadas nos había sometido, nos había adormecido, con los cánticos de sirena del neoliberalismo, que los “rovolucionarios cupulares” repitieron a coro mientras gobernaron. La única tarea válida para mí, era derribar ese estatus quo mañosamente orquestado, después de la firma de los Acuerdos de Paz; donde se pactó ante el altar de Mammón el modus operandi con el cual, sus adoradores de ambos bandos, se repartirían el botín.

El trabajo de hoy es demoler esas dos torres que sostienen el régimen de la ignominia, creí escuchar que una voz en mi interior me susurraba con toda claridad; agregando, que la tarea de mañana se haría mañana, y que no faltarían manos, brazos, mentes y corazones dispuestos a sumarse en su realización. Instintivo, emocional, visceral y cualquier otro adjetivo similar es correcto, así fue, así sucedió, así quedo registrado en la memoria de mis actos, en el catálogo de mis responsabilidades, sin remordimiento, sin culpa y sin arrepentimiento, así salió de mí, ese espontaneo sentimiento, esa ineluctable decisión.

En síntesis, se estaba consumando un hecho imprevisto e impredecible sin que yo lo hubiera buscado. Sin que ninguna fuerza política, social o económica me hubiera propuesto, y sin que mediara una negociación o pacto, a través del cual se me propusiera y condicionara a una u otra agenda de gobierno, para integrar la fórmula presidencial. Al contrario, nada se me ofreció como cuota de poder o canonjía, tampoco yo pedí nada a cambio; así que, de la manera más simple y llana, se me abría la puerta de la historia del país, entrando en calidad de vicepresidente de la república, acompañando a un joven millennial que sería el primer presidente genéticamente digital del hemisferio.

Me disponía a colgar para terminar la llamada, tomé la taza de café y de un sorbo vacié su contenido, cuando Nayib me dijo:

  • Muy bien. Tienes que venir ahora mismo.

Conocía a Nayib desde 2014, cuando aun siendo alcalde de Nuevo Cuscatlán, me invitó a formar parte de un equipo de asesores para iniciar su carrera hacia la Alcaldía de San Salvador. El equipo integrado por Geovanny Gáleas y Ramón Villalta, entre otros, funcionó bien, y en marzo de 2015 Nayib ganó las elecciones y fue electo alcalde de la capital.

Seguí con mi vida profesional como consultor internacional, y durante 2015 mientras Nayib iniciaba su exitosa carrera en el municipio más importante del país, yo viajaba en misiones electorales. El último semestre de ese año lo serví como Chief Technical Advisor CTA de Naciones Unidas en el Tribunal Supremo Electoral de Guatemala, asistiendo a la autoridad electoral de ese país en las emblemáticas elecciones en las cuales, a pesar de haber caído preso el propio presidente de la republica Otto Pérez Molina, a una semana de los comicios, y estar dentro de un crispado ambiente político en el cual, la vice presidenta Roxana Baldetti también detenida junto a otros altos funcionarios vinculados a una trama de corrupción, fueron las elecciones con mayor nivel de participación en la historia electoral contemporánea de ese país, con más del 70% de participación ciudadana.

En 2016 seguí viajando. El Departamento de Asuntos Políticos de la ONU a través de la División de Asistencia Electoral (UNEAD) me pidió dirigir una Need  Assessment Mission  NAM en Argentina, para estudiar un paquete de reformas relacionadas con los ciclos electorales disímiles en las diferentes provincias, la implementación de una boleta electrónica y las llamadas elecciones primarias abiertas simultaneas y obligatorias de los partidos políticos, las PASO vigentes desde 2009; luego me fui entusiasmado por varios meses como Jefe de la Sección Electoral de la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización en Haití MINUSTAH. No había regresado desde 2008, cuando me trasladaron a Marruecos después de servir por más de 7 años en esa isla mágica del Caribe. Quería ver a los amigos, a los sobrevivientes del terremoto de 2010 donde falleció nuestro entrañable Gerardo Lechevallier.

Terminé el año viajando a Colombia en el contexto del referéndum por la Paz, el cual nunca imaginé que sería rechazado por una población desafecta con los resultaos de las negociaciones. Finalmente viajé a la milenaria ciudad de Byblos, en El Líbano, como experto electoral latinoamericano. Por supuesto visité Beirut, recorrí sus calles, museos, y en el centro de la ciudad los edificios y el monumento que marcan las huellas indelebles de su cruenta guerra civil.

A mi regreso en 2017, Nayib había tomado la decisión de correr como candidato a la presidencia de la república. Su notoria labor desde la Alcaldía más importante del país, y su liderazgo dentro del partido FMLN, le daban no sólo las credenciales para ser el candidato ideal de la izquierda, sino que representaba el relevo generacional ideal, frente al agotamiento del liderazgo gerontocrático de ese partido, que venía desde la guerra, desde los Acuerdos de Paz, desde la post guerra y pretendía continuar ejerciendo el poder erráticamente, con una estela de corrupción tal, que la población ya lo rechazaba abiertamente y la militancia comenzaba a cuestionarlo públicamente.

Nayib se había convertido en esa voz crítica que representaba más allá del descontento de las bases, el clamor mayoritario del pueblo que cansado del bipartidismo y del perverso juego suma-cero que duraba tres décadas, se expresó con claridad diciendo que ya no querían que esa corrupta y burocrática dirección del FMLN siguiera gobernando, pero tampoco quería que ARENA regresara al poder.

Sabiendo interpretar los signos de los tiempos, Nayib creó un movimiento social que bautizó con el nombre de Nuevas Ideas y lo pintó de color cian, para romper el paradigmático tricolor por un lado y el rojo monocolor por el otro.    

Cuando en octubre de 2017, el FMLN lo expulsó de sus filas en el acto político más torpe de los últimos tiempos, utilizando un burdo mecanismo legal y una excusa tan banal como ridícula, originado por el incidente de la manzana en una reunión de Consejo Municipal, lo liberó para que, terminando su mandato como Alcalde de San Salvador que finalizaría el 31 de mayo de 2018, pudiera presentarse como candidato por otro partido.

Fue en esa circunstancia que nos volvimos a encontrar con Nayib, quien me pidió que lo asesorara en su estrategia electoral rumbo a las elecciones presidenciales de febrero 2019. Acepté con gusto esa invitación que reeditaba mí frustrado objetivo de 2014, cuando apoyé el proyecto de UNIDAD, como una opción de tercera vía (the third way de Anthony Giddens o la terza via de Norbero Bobbio) con la expectativa de derrotar el bipartidismo y la polarización que asfixiaba a El Salvador.

Comencé por estudiar los plazos y condiciones legales para que el movimiento Nuevas Ideas se pudiera inscribir como partido político y llevar a Nayib como su candidato a la presidencia de la república. El estudio fue exhaustivo y demostraba fehacientemente que, no obstante estar dentro del periodo vigente de ocho meses de veda para la inscripción de nuevos partidos, dado el proceso electoral de marzo de 2018, si se aplicaban nuevas tecnologías para desarrollar algunas actividades se podrían reducir los plazos  que normalmente se ejecutan en periodos más largos, como la recolección de firmas de respaldantes, por ejemplo, y de esa manera se podía cumplir con la normativa electoral para inscribir al partido de Nayib.

Para que mi estudio, que luego se convirtió en una formal solicitud de inscripción ante el Tribunal Supremo Electoral (TSE) tuviera éxito, se requería que los magistrados del TSE aplicaran las normas electorales, constitucionales y los tratados internacionales correspondientes, con criterios eminentemente judiciales, aplicando la interpretación expansiva de las normas, como lo hace la moderna jurisprudencia alejada de la exegesis propia del derecho retardatario, para que Nuevas Ideas pudiera ser inscrito como partido político, realizar las elecciones internas e inscribir a Nayib Bukele como su candidato dentro de los plazos legales, indicados en  el calendario electoral aprobado por el TSE.

Las 200 mil firmas

Las 50 mil firmas necesarias para inscribir un nuevo partido y para lo cual la ley otorga un plazo de 90 días con una posible extensión de 30 días más, es decir 120 días para su recolección, no fueron un problema; Nayib ofreció recoger 200 mil firmas en tres días y se logró con creces. Gracias al incondicional y masivo apoyo del pueblo y a las nuevas tecnologías aplicadas a ese proceso que, para los políticos tradicionales parecía imposible y, sin cansancio, en cada intervención pública lo calificaban de demagógico.

Por su parte, el TSE no sólo no aplicó las normas del derecho interno y del derecho internacional, a lo cual estaban obligados los Magistrados dentro de los parámetros de la independencia de la justicia electoral, la doctrina y de la jurisprudencia constitucional nacional e internacional, sino que se encargó de poner obstáculos adicionales en el proceso de inscripción del partido; tanto así, que generaron sendas declaraciones del Secretario General de la OEA, del Ministro de la Defensa y del pueblo en general.

Ante la inminencia de que no podría correr como candidato de Nuevas Ideas, le planteé a Nayib la posibilidad de inscribirse en el partido Cambio Democrático (CD), un pequeño partido de centro izquierda, bastante limpio, con raíces socialcristianas pero que últimamente se declaraban afines a la socialdemocracia. La tarea no era fácil. Había habido un serio desencuentro entre Nayib y la dirección de ese partido a raíz de las elecciones de 2015 y ese mal sabor solo se superó por la madures política de ambas partes y la oportuna intervención del audaz político Julio Hernández con quien provocamos el primer encuentro.

Una vez roto el hielo, las conversaciones se fueron desarrollando sobre los términos y condiciones en las que la inscripción de Nayib como candidato presidencial se realizaría, quien sería su vicepresidente,   posición que el CD reclamaba para sí, proponiendo además a su Secretario General, la composición del gabinete y su cuota, dentro de la cual reclamaban el gabinete económico y el ministerio de Gobernación, la plataforma de gobierno y otros temas electorales como la distribución de la deuda política y la propuesta de los  magistrados en el TSE, etc.

En todas y cada una de las reuniones entre Nayib y el CD estuve presente, algunas veces acompañaban otros líderes de Nuevas Ideas, hasta el día en que el CD aceptó la candidatura de una joven profesional a la vicepresidencia, que Nayib les propuso, no sin antes hacer mayores concesiones para que el CD aceptara a una persona que no era miembro de ese partido.

A menos de una semana de que se realizarán las elecciones internas en el CD donde seria electo Nayib y su vice presidenta, se dio la infame sentencia de la Sala de lo Constitucional del día martes 10 de julio de 2018, que de la manera más absurda y antijurídica había conocido de un proceso fenecido de cancelación del CD de 2015, y contra toda jurisprudencia y violando la misma ley de Procedimientos Constitucionales, en su artículo 77-F en una sentencia de antología que queda en los anales de la historia judicial, le “ordenaron” al TSE que cancelara dicho partido.

El martes 24 de julio de 2018 yo había hablado con tres magistrados del TSE sobre el tema de la cancelación “ordenada” por la Sala. Los tres me aseguraron que no procedía. Es más, el Magistrado Presidente me recordó que fue él quien en 2015 evitó la cancelación del CD mediante el recurso de aplicación directa de la Constitución aplicando el principio del Control Difuso de la constitucionalidad de las leyes, establecido en el art. 185 Cn. Desafortunadamente, el poder político de los dos partidos FMLN y ARENA que controlaban el TSE se impuso, y ese 25 de julio a las 7 pm aproximadamente, con 4 votos el TSE cancelaba al CD. Sólo el magistrado Miguel Ángel Cardoza razonó su voto disidente, guardando la dignidad de Juez Electoral que los otros cuatro no pudieron mantener frente a la presión de los 2 partidos que querían a Nayib fuera de la contienda, a cualquier costo.

No era de extrañar entonces que a raíz de la llamada de Nayib, instintivamente y después de vestirme a toda prisa, fuera automáticamente a mi estudio a buscar mis sellos de abogado y notario, el código electoral y a ley de partidos políticos.

Cuando llegué al local del CD eran pasadas las 10:30 pm. Es decir, faltaba una hora y media para que se venciera el plazo de la medianoche que había anunciado el abogado Bertrand Galindo en el programa de Nacho Castillo. Entré al salón, vi a Nayib junto a su hermano Karim los saludé con mucho entusiasmo. Dirigí la mirada a mí alrededor, noté la presencia de dos altos dirigentes del partido Gran Alianza por la Unidad Nacional GANA, Andrés Rovira y Nelson Guardado. Pregunté por otros dirigentes sin obtener respuesta, pero la presencia del Tribunal Electoral en pleno del partido GANA me generó la confianza necesaria para firmar la hoja de afiliación que se me extendía.

Hacía falta un notario, el papel que instintivamente yo pensaba iba a desempeñar, hasta que la fuerte realidad de los hechos me ubicó en mi rol de candidato; en ese momento tomé el teléfono y llamé al Dr. Omar Pastor quien no contestó, llamé a otra colega quien me respondió que  no podía salir a esas horas por no dejar solo a su pequeño hijo; al fin apareció el notario (“Chincuyita” Deras), como por arte de magia, pues nadie recuerda haberlo llamado.

Para entonces, ya había superado el impacto emocional y llenado también la solicitud para inscribirme como candidato a la vicepresidencia en las elecciones internas que se llevarían a cabo el siguiente domingo 29 de Julio en la sede del partido GANA. El notario tomó los formularios, los cuales habíamos previamente llenado Nayib y yo; y de su puño y letra, comenzó a escribir la razón que legaliza y le da la validez y el carácter público a documentos privados. Le extrañó ver que no eran cuatro los documentos ha autenticar.

Su curiosidad profesional lo movió a revisar dichos documentos y encontró que además de las dos solicitudes de afiliación al partido y las dos solicitudes para inscribirse como candidatos estaba la renuncia como miembro del CD que horas antes había firmado Nayib. Este hecho jurídico-político, eliminó uno de los argumentos que posteriormente utilizaron los detractores de Nayib que infructuosamente buscaban su inhabilitación como candidato. Nayib nunca estuvo afiliado a dos partidos simultáneamente, ni siquiera un minuto. Su renuncia fue suscrita a las 9 pm y su nueva afiliación a las 10 pm, de esa misma noche del 25 de julio de 2018.

Igual cosa sucedería cuando los candidatos a la presidencia y vice presidencia previamente inscritos en GANA fueron a denunciar a la Fiscalía General de la Republica que Nayib y yo, no nos habíamos  inscrito dentro del plazo legal, puesto que habían mantenido vigilancia en el local de GANA hasta la media noche y nadie había llegado a afiliarse, por lo que, aseveraban en su denuncia, tuvo que haberse realizado esa afiliación durante el día jueves 26 y que se había alterado la fecha para hacerla coincidir con el plazo legal. Por supuesto que ignoraban que dicho suceso ocurrió en el local del partido CD no en el del partido GANA, y que todo el proceso se realizó con las formalidades de ley, ante la autoridad competente, pues ahí estaba presente, en pleno, el Tribunal Electoral del partido.

La prueba contundente que convenció a los más críticos y escépticos de la validez y legalidad de los hechos fue el video de lo sucedido que tomó Karim, el hermano de Nayib y lo subió a una cuenta de tuiter que registra de manera incuestionable el día y hora de su publicación, sin ninguna posibilidad de ser alterada.

Debió haber sido cerca de la media noche, quizás las 11.30 pm, cuando todo estaba consumado. Todos nos estrechamos las manos, nos abrazamos y con una sonrisa de satisfacción iluminando los rostros, nos deseamos suerte, comprometiéndonos a trabajar duro, a dar lo mejor de nosotros mismos para brindarle al pueblo salvadoreño esa nueva opción que clamaba a gritos, para romper las cadenas del bipartidismo que por décadas lo había mantenido prisionero.

Me aparté un momento del grupo, tomé mi teléfono y le envié un texto a Lilian, en el cual le decía más o menos lo siguiente:

“Amor, acabo de inscribirme como candidato presidencial en GANA como compañero de fórmula de Nayib. Son más de las 2 am en Ottawa, así que este mensaje lo leerás cuando despiertes. Por favor no lo comentes con nadie, ni siquiera con los hijos. Queremos mantenerlo en absoluta confidencialidad hasta que Nayib lo haga público en un Facebook live”.

Y en efecto así sucedió. Lilian mantuvo ese estoico silencio; sólo me respondió en un escueto mensaje que leí temprano el día jueves cerca de las 6 am. El texto era breve: “Espero que sepas lo que has hecho y las consecuencias que traerá para todos. Sabes que te amo y estaré siempre contigo”. Sabía lo que significaban esas breves palabras, el compromiso de Lilian con quien nos casamos en 1973 y llevamos más de 45 años de matrimonio, había superado cualquier prueba que la vida nos había presentado. Juntos habíamos vivido las zozobras de una vida entregada a la lucha por la justicia en un régimen injusto, a las batallas por la democracia en medio de una cruel dictadura militar, a las angustias de la guerra y al duro pan del exilio, a las demandas de largas jornadas de trabajo en la post guerra.

Mi temor era por una eventual reacción negativa de su parte, dada mi afiliación a un partido político de signo conservador, auto calificado por sus dirigentes como un partido de centro derecha o de derecha social. Con lo cual rompía (o interrumpía) una tradición familiar de toda la vida, de militar en movimientos progresistas, revolucionarios, de izquierdas, que desde el padre de mi padre, nos ha sido heredada, y por la cual mi abuelo sufrió la cárcel y mi padre pagó con su vida. Una responsabilidad que hasta la fecha hemos sabido cumplir y honrar.

Sabía que mis hermanos que lucharon durante la guerra civil en las filas del FMLN/RN desde sus respectivas trincheras profesionales,(uno como médico y el otro como ingeniero)  pero también empuñando las armas en los frentes de guerra, lo entenderían; pues nuestra solidez y firmeza ideológica ha resistido todas las pruebas durante nuestra larga militancia. Pero con Lilian el caso era diferente, igual que con mis hijos. Ellos no habían pasado por el rigor de la vida orgánica, de la disciplina partidaria, de las condiciones que impone una militancia política en una organización político-militar y alzada en armas combatiendo y organizando una insurrección popular. Claro que habían vivido y sufrido esos avatares, pero sin tener las responsabilidades directas que tanto mis hermanos como yo asumimos en aquellos años terribles de la guerra.

El compromiso de caminar juntos 

Por tanto, esa lacónica respuesta fue suficiente para reafirmar el compromiso de caminar juntos este nuevo trecho con nuevos desafíos.  Para ella, entonces, esta sería una batalla más, en la que, junto a mí, la colocaba el destino. Y como en las anteriores, estaba dispuesta a acompañarme sin ningún tipo de condiciones.

Mientras, en el local del CD se habían vivido horas intensas, donde adrenalina e ideales se habían mezclado en cada uno de nosotros, ya era tarde, más allá de la medianoche; tratando de disimular las huellas del cansancio, nos despedimos. El notario hizo mutis sin que nadie se enterara, y de la misma manera misteriosa en que llegó se esfumó. Me quedé buscándolo para agradecerle su disposición a colaborar a pesar de las circunstancias, pues lo conocía desde hacía años, pero no lo encontré. Pregunté quién lo había llamado, ¿cómo llegó?, pero nadie tuvo respuesta. Que cosa más rara. Alguien pensaría que fue un milagro.

En otros lugares, al conocerse la noticia de que el CD había sido cancelado, hubo fiesta. Se brindaba por la salida de Nayib de la contienda electoral y el triunfo seguro del candidato arenero. Lo que no sabían esos safios era que los astros se habían alineado desde hacía mucho tiempo y que a pesar de todos los juicios amañados, demandas insólitas, denuncias tendenciosas resoluciones viciadas y tantos otros intentos por inhabilitar a Nayib Bukele para que llegara a la presidencia de la república, su destino estaba escrito y sería el quinto gobernante de El Salvador en el siglo XXI.

Lo que nunca se sabrá con certeza, y quizás nadie conozca la respuesta, es, cuales hilos movieron las Parcas para que ese día 25 de julio de 2018, yo me encontrara solo en mi recámara, y mi teléfono timbrara a las 10:15 de la noche, como si fuera la historia llamando a mi puerta y, que al contestar el teléfono, se la abrí y la dejé pasar.

Si Lilian hubiera estado en El Salvador ese día, el teléfono no habría sonado, pues ella, por disciplina y para guardar cierta privacidad en el hogar, rutinariamente apaga el teléfono a las 10:00 pm. 

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Félix Ulloa (hijo)
Félix Ulloa (hijo)
Abogado, experto en temas electorales; escritor y actualmente Vicepresidente de El Salvador

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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