lunes, 15 abril 2024
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La Maldita Primavera

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El Salvador se cansa de sacarle las castañas del fuego a quien no se quiere ayudar a sí­ mismo

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Estaba oyendo la otra vez la canción aquella de ¨La Maldita Primavera¨. Nunca le habí­a puesto cabeza, pero es el himno perfecto para el club de los victimistas.

Vamos a ver: ¨Llega ligera, la maldita primavera y me hace daño sólo a mí­¨

Técnicamente hablando, la primavera es un fenómeno meteorológico de gran magnitud, es una de las 4 estaciones climáticas del año, el equinoccio de primavera; allá por el 20-21 de Marzo; es un evento celebrado desde tiempos ancestrales por mayas, celtas, y por otras culturas a nivel mundial; hay una Pirámide del Sol en Teotihuacán, donde se dan cita anualmente astrónomos, astrólogos, sacerdotes mayas, turistas, historiadores, antropólogos, periodistas y curiosos para ver un bello espectáculo solar. Astrológicamente, la primavera se ubica en el grado 0 de Aries, signo cardinal e iniciador, con el que justamente comienza un nuevo ciclo zodiacal y agrí­cola. ¿Y TE AFECTA SÓLO A TI?

Mucha autoestima debes tener para afirmar que un acontecimiento de tal magnitud se confabula sólo contra TI.

Y con tanta auto estima, ¿no eres capaz querer arreglar las cosas y  de ir al psiquiatra, al psicólogo, al cura, al life coach, o de escribir al consultorio sentimental?

Posiblemente no, porque se te acaba el rol de ví­ctima. 

OOOOOPS!

Te tengo una noticia, cada quien es el arquitecto de su propio destino, y el rol de ví­ctima y el de su contrapartida, el de salvador, no le duran a nadie para siempre. El Salvador se cansa de sacarle las castañas del fuego a quien no se quiere ayudar a sí­ mismo.

Para ví­ctima, Obama, a quien el padre dejó abandonado y sólo vió una vez, ya adulto; o Steve Jobs, a quien sus padres dieron en adopción, y ya en la universidad, sus padres adoptivos no pudieron continuar pagándole la carrera y se quedó a medias. 

Candidatos ideales a mega traumas infantiles e inseguridad para el resto de la vida, ¿verdad? Y podemos agregarle candidatos a delincuentes juveniles, para redondear: candidatos a personas autodestructivas.

O Tom Jones, quien antes de ser un famoso cantante pasó 2 años en cama con tuberculosis. Julio Iglesias quedó inválido, al igual que Gloria Estefan. Franklin Delano Roosevelt dirigió el paí­s desde una silla de ruedas, y ha sido el único presidente estadounidense en ganar 4 elecciones; en silla de ruedas, y sin habla está el famoso cientí­fico Steven Hawking, padre de la teorí­a del Big bang. Pero ninguno se quedó paralizado, llorando y lamentándose.

Todos salieron de su zona de comodidad y se esforzaron más allá de sus limitaciones: su talento, inteligencia y  voluntad de hacer las cosas fueron mayores que el derrotismo.

La ví­ctima es aquella que siempre está libre de culpa o responsabilidad por su situación. Los culpables o responsables son los demás, las circunstancias, o lo que sea, pero ya lo dijo Luis Mi: "no culpes a la noche, no culpes a la playa, no culpes a la lluvia… será que no me amas"

No hay excusas, y si fuera culpa de los demás, pues peor me lo ponen, pues a los demás no les interesa cambiar las cosas, el interesado soy YO y soy YO quien debo moverme para modificar las cosas a mi favor.

La ví­ctima es aquella que vive una vida platónica, imaginando pero no actuando. Eso se llama ser inmaduro: los niños y los adolescentes viven en un mundo permanente de juegos-todos ficticios- donde pueden imaginar lo que quieran, SIN CONSECUENCIAS. Los encargados de lidiar con la realidad  y sus consecuencias son sus padres.

El problema es cuando llegamos a adultos, nos toca lidiar con la realidad, y no sabemos cómo comportarnos cuando llegan las consecuencias de nuestras acciones.

Entonces caemos en la queja, el pesimismo, y esto nos lleva a la paralización, impotencia,  depresión,  dependencia, derrotismo, aislamiento, insatisfacción, desgano, enojo, frustración, infelicidad…  y sigan ustedes con el diccionario de sinónimos.

Mientras tanto hemos ahuyentado a la gente positiva, creativa y productiva que puede aportarnos algo bueno y ayudarnos a tener una vida más plena, a desarrollarnos mejor.

Pero claro, es más fácil culpar a otros que aceptar que no tengo el carácter o que no estoy dispuesto a hacer lo que hace falta para cambiar el rumbo, CON TODO EL COSTO QUE ESTO TRAIGA. Es más cómodo culpar a la primavera, o al otoño, o la estación que caiga en el calendario.

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Rosa Selva
Rosa Selva
Tribuna Libre

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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