#LaIncómoda #SiempredeIncorrecta #MujerEnVozAlta
Las artistas hablamos para externar lo que sentimos, exponer lo que nos preocupa o compartir lo que vivimos. En procesos de análisis feministas hemos revisado cómo la artista está en el limbo de los derechos humanos: está en el ámbito público, informal y privado.
En ese sentido, en El Salvador, nuestro trabajo es considerado un subempleo y se paga como tal. Nuestra dignidad es cuestionada por el trabajo que realizamos y es hacia lo público, así como nuestra práctica sexual es elevada al estigma máximo del libertinaje y el tipo de maternidad ejercida desde el ser pública y del sector informal, no cumple con las normas sociales del sistema patriarcal. Total, esto de ser una mujer y artista, pareciera que no es nada atractivo para elegir. En mi caso, le sumo a mi ser artista que decidí no ser madre ¡peor! No cumplo con mi función en esta vida: reproducirme, es decir, no seré nunca una mujer completa para esta sociedad.
Entonces, si el panorama es tan horroroso, ¿por qué hay mujeres artistas? O quizás también valga la pena preguntarse ¿existen mujeres artistas en el país? Para mí es importante hacerse las preguntas en esencia que reflejan la problemática que me preocupa: ¿cómo existimos las mujeres en este país?
Buscando datos estadísticos de mujeres artistas en el país, el único ejercicio cualitativo que encontré es el de publicaciones sobre mujeres artistas salvadoreñas que han sido biografiadas como homenaje o deseo de visibilización. Encontré un libro de PNUD de 2009: Desarrollo humano y dinámicas económicas locales: contribución de la economía de la cultura, en sus conclusiones encontré lo que me ocupaba, más allá de cuánto aporta al valor agregado del PIB nacional el sector cultural público, privado e informal; me interesó la recomendación que hace al final: “la creación de una cuenta satélite de cultura (CSC)” (2009, p. 101) en este cuaderno de desarrollo se buscaba dar respuesta a datos productivos del sector, pero lo que me llamó la atención es que no hay forma de saber cuántos artistas hay en el país, ni cuántos de estos son mujeres; allí mismo explica el tema del subregistro en relación a que no es la primera actividad productiva que se declara en los censos. Entonces, si tomamos esto como base, este sector es invisible en general y las mujeres de este sector, también o más.
En ese sentido, Silvia, Mariana, Edith, Liz, Ale, Paola, Lili, Dinorah, las otras Ales, Ali, etc, no existimos a menos que seamos antropólogas, docentes, talleristas, asesoras, etc.
La existencia es un tema filosófico, lo que no se nombra no existe, eso creo yo y por eso el lenguaje no sexista es tan importante para mí; no contamos en censos, es difícil que existan y se generen políticas públicas para quienes no existen.
Frente a esta premisa, es lógico leerme desde el fatalismo objetivo de la dicotomía: ya va esta con sus locuras.
Y la verdad es que esa locura es la que me hizo ser artista. Al mismo tiempo puedo responder que sí hay mujeres artistas, a pesar de lo que se tiene en contra, seguimos preocupadas por nosotras y por otras mujeres, por hombres, niños y niñas, por quienes han perdido su hogar, sufrido violencia o sobrevivido masacres y eso es lo que compartimos en nuestras danzas, poemas, música, pintura, videos, etc. Ese deseo de permanecer artistas a pesar de la violencia que existe contra nuestro ser mujer, ejerciendo nuestro derecho a la subjetividad y la sororidad.