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La deuda por saldar con nuestros veteranos

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Existen cuentas por saldar y que los gobiernos que se suceden y no saldan.

¡No hay dinero! ¿De dónde vamos a sacar los fondos? Es la justificación que hemos escuchado por veintiséis años.

Pero cada presidente sale cargado de billetes, financia campañas, partidos, tiene asalariados a periodistas, sus amigos son socios de telefónicas, generadores de energí­a eléctrica, minerí­a, bancos, etc.

De donde salió ese dinero, reciben sobornos o se lo roban. ¡Resulta que dinero si hay!, pues si no ¿Cómo acumularí­an fortunas en un par de años?

¡Lo que no existe es voluntad!, para dar al pueblo lo que con el sudor y sangre se ha ganado.

Para esclarecer esto, ¡no hay corte de cuentas, ni fiscalí­a!

La guerra que sufrió el pueblo salvadoreño nos fue impuesta. O crees que eran casuales las guerras en Chile, Argentina, Uruguay, Nicaragua por mencionar algunas.

La propaganda y los intereses nos dividieron: primero en ricos y pobres, más tarde en comunistas y no comunistas, hasta llevarnos al enfrentamiento armado entre terroristas y Fuerza Armada.

Cuando se viví­a la etapa de ricos y pobres y gozábamos de paz y tranquilidad, los cuerpos de seguridad dirigidos por asesores extranjeros combatí­an la “infiltración comunista”. Y las voces de protesta por desigualdad, la falta de educación, abusos de poder empezaban a escucharse y a ser reprimidas.

Pero la pérdida de vidas se sucedí­a en ambos bandos, los ejecutores solo seguí­an ordenes: ¿quiénes daban las órdenes y las armas?, hasta la fecha si viven quienes daban las ordenes, nadie los acusa de culpa alguna.

Durante la etapa de comunistas y no comunistas, la violencia se acentúa, las muertes de agentes del orden publico aumenta, el sistema judicial no funciona y se escucha entonces de los Escuadrones de la muerte, de la Mano blanca, etc. La venganza está en marcha.

Los primeros cobardes se marchan del paí­s, les empresas extranjeras acosadas por el terrorismo abandonan el paí­s, crece el desempleo. La situación empeora.

Arribamos a la etapa del enfrentamiento armado terroristas en contra de la Fuerza Armada. Por supuesto nadie se pregunta ¿de dónde provinieron las armas para formar un aparto militar terrorista, con la capacidad de enfrentar a nuestra fuerza armada?

La paz para entonces no existí­a, las unidades militares enfrentaban a los terroristas. Tampoco el proceso democrático habí­a dado inicio.

Los terroristas fundamentaban luchar por llevar la justicia y mejor nivel de vida a los ciudadanos.

El gobierno que dirigí­a a la fuerza armada decí­a su labor era pacificar al paí­s y hacer cumplir la ley.

Que decí­a el soldado, el cabo, el subsargento, el sargento, nada, ellos únicamente obedecí­an las órdenes de sus superiores. Opinar no se permite dentro de la carrera militar a la que se te obliga servir si careces de medios económicos, te agarran voluntario, pocos son quiénes sirven como voluntarios.

Estos hombres y mujeres forzados a servir o voluntarios son quienes arriesgaron sus vidas durante trece estúpidos años de guerra. Al terminar el conflicto no se les reconoció lo acordado en los acuerdos de paz firmados hace veintiséis años.

Se les dio de baja, se los envió a su casa sin que se les procurara el justo reconocimiento por su servicio.

¿Qué se hizo el dinero que para ellos se habí­a destinado? ¿Se lo quedaron los generales y coroneles? Nadie pregunta, nadie se hace responsable. ¿Por qué son gente humilde?

Esto es una vergüenza nacional.

Señores diputados son los ahora responsables.

¿Cómo es posible que esten sentados en los curules dándose sobresueldos, y no reconozcan que es gracias a los soldados que murieron dejando viudas y huérfanos y a los que sobrevivieron que ustedes ocupan esos cargos y se dan esos lujos?

Saben que ellos, viudas y huérfanos aún esperan lo que les corresponde por el servicio a la patria. Ellos lo hicieron sin objetar órdenes, con valor, gallardí­a y huevos. Y acumulan 26 años esperando su justa recompensa.

Diputados sin conciencia, corruptos que se cobijan tras presidentes ladrones, ¿por qué ignoran el derecho de quienes contribuyeron a salvar a la patria?

A ustedes no se le puede pedir que se pongan la mano en la consciencia, pues esa se perdió en el paí­s desde hace mucho.

Pero si hay dinero para hueviar, pagar guardaespaldas, camionetas de lujo, viajes, viáticos, asesores, para pagar mordidas, financiar compañas polí­ticas y partidos, pero no hay voluntad para pagar lo que se adeuda a nuestros veteranos de la fuerza armada y cuerpos de seguridad.

Pero piénselo, ¡el que la hace la paga!

Nuestros soldados merecen justicia.

Debo agregar que también hay combatientes de la guerrilla que sufren igual desprecio de su exdirigencia que se enriquece igual.

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Ernesto Panamá
Ernesto Panamá
Columnista de ContraPunto, Escritor salvadoreño; Máster en Edición, con 13 obras publicadas

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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