“El sector agrario juega un papel clave para asegurar el abastecimiento de alimentos en el mundo y reducir el número de personas en condición de pobreza, no obstante, se enfrenta a una serie de desafíos, entre ellos, a una creciente población mundial con nuevas demandas y a la necesidad de implementar métodos de cultivos sustentables y de menos impacto en el ambiente”, así lo revela el estudio “Agricultura que Reduce la Pobreza” elaborado por We Effect – Centro Cooperativo Sueco, y en el cual se incluye Latinoamérica.
El documento presentado, el jueves 13 de octubre en un hotel capitalino, analiza la situación actual de la agricultura a nivel global y las alternativas en El Salvador para revertir esos efectos negativos mediante la recuperación de la agricultura sostenible y la restauración de la economía campesina y familiar, vista esta como un factor determinante en la seguridad y soberanía alimentaria, el desarrollo nacional, la reducción de la pobreza y la sostenibilidad ambiental
Nina Larrea, directora regional para América Latina de We Effect, explicó que los hallazgos en la región indican que se ha reducido el apoyo a la agricultura y además que ésta se vuelve no sostenible pues tiene a su base el uso de agroquímicos, el monocultivo e inversiones a corto plazo, haciendo que la condición de pobreza no se reduzca y exponiendo la salud de la población.
Alrededor del 75% de la población global habita en zonas rurales y de este porcentaje, la mitad son mujeres. Según la representante, la agricultura de familia a pequeña escala, enfocándose en la agroecología y con más atención a las mujeres, incrementa la nutrición y los ingresos en la familia, además de aportar a las cadenas de valor. La atención hacia la agricultura y con enfoque en las mujeres toma aún más valor y genera mayor incidencia considerando que en regiones como Latinoamérica, “el rostro de la pobreza es muchas veces una mujer campesina”, como indica Larrea.
Si se habla sobre el acceso a la tierra, en América Latina el 20% de las tierras están en control de las mujeres, que a juicio de We Effect es aún poco y pese a que tiene ese control, no se garantiza que tenga control de los ingresos. En Asia se registra el 12% y el 15% en África.
La directora regional explicó que entre las medidas claves para impulsar este sector destacan la necesidad de asignar una mayor proporción de la cooperación a este rubro y apostar a la agricultura a pequeña escala considerando que existen millones de granjas familiares en países pobres que cuentan con solo una hectárea para cultivar y ganarse el sustento. “Cuando se invierte en agriculturas en pequeña escala aumentan los ingresos”, explicó Larrea.
Asimismo, señaló que es urgente apostarle a la agricultura sustentable que contribuya al entorno social y económico, al clima y medio ambiente y que pueda. Esta agricultura debería además aportarle a las mujeres pues constituyen más de la mitad de la población en condición de pobreza en zonas rurales y para la cual, desde el Estado deberían implementarse políticas que reivindiquen esta práctica.
Diágnostico en El Salvador
Mónica Hernández, Coordinadora de We Effect en El Salvador, reveló que fenómenos como el hambre se “africanizan”, sin embargo, en el país hay municipios que tienen índices de desarrollo humano tan bajos como los que se registran en algunas regiones de África. Hernández, ejemplifica con la zona norte de Morazán que se enfrente a condiciones de extrema pobreza como las que se registran en Kisumo, ciudad al oeste de Kenia y en donde la población sobrevive con $1.25 dólar diarios, lo que refleja una condición de pobreza extrema.
Para transformar esta realidad la representante de We Effect, asegura que el primer paso es romper las barreras que están en la mente de las personas. “Se piensa que el tiempo de la agricultura son los tiempos del mercado. La agriculturas tiene su tiempo, el sistema de mercado ve la agricultura como un negocio y no como tema de soberanía nacional y alimentación”, acotó en conversación con ContraPunto.
En el caso de El Salvador, el 70% de la actividad económica era de origen agrario, no obstante, tras el cambio de modelo productivo durante la década de los 90, la agricultura fue desplazada por la actividad terciaria o de servicios, aunado a la recepción de remesas producto del fenómeno migratorio que aún en la actualidad persiste.
Según Hernández, hay avances sustanciales como el otorgamiento de tierra a mujeres y programas como Ciudad Mujer que están atendiendo a mujeres del área rural; sin embargo insiste en que falta concentrar esfuerzos para aprobar propuestas como la Ley de Soberanía Alimentaria y la Ley del Agua además de incrementar la inversión en las comunidades para generar cadenas productivas y de valor a nivel local que ayuden a reducir la migración.
*El trabajo se realizó en colaboración con la economista Elcira Beltrán