Luego de la anulación de la Amnistía de 1993 por la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, muchas personas están esperanzadas en encontrar justicia y verdad ante lo que han sufrido, pero otro sector está temeroso de que "le está llegando la hora…"
Y puede ser cierto: "ha llegado la hora", pero de la justicia, la verdad y la reconciliación. Lo que hizo aquella amnistía fue proteger a los responsables de horrendos crímenes y dejar sin verdad a las víctimas, por lo tanto, impidió una verdadera reconciliación.
¿Qué podía hacer una familia con un hijo o un padre desaparecido? Un día se lo llevaron en un carro sin placa y nunca más se volvió a saber de él. Esa familia tiene derecho a la justicia, a la verdad y a la reparación de semejante delito de lesa humanidad.
También las familias de empresarios o profesionales que fueron secuestrados y asesinados por grupos insurgentes tienen derecho a la justicia, verdad y reparación por semejantes crímenes de lesa humanidad.
No debe haber pretexto de falta de tribunales o de abogados; escasez de recursos para no hacer justicia e investigar los graves crímenes cometidos antes y durante la guerra civil.
En Sudáfrica, país que fue devastado por una guerra civil quizás de mayor magnitud que la nuestra, pudo poner al victimario frente a la víctima, a la que le dijo la verdad y le pidió perdón. Y las víctimas fueron generosas. Entonces vendrá la reconciliación.
Es bochornoso que crímenes como el de Mons Romero, Roque Dalton, Roberto Poma y la masacre de El Mozote estén en la impunidad más profunda.
Hay sectores que dicen: borrón y cuenta nueva… O perdón y olvido… Eso es cruel e injusto, y ahora inconstitucional, para cualquier víctima y sus familiares.
No hay que temerle a la justicia. Ésta es la base de la democracia y la verdad. Este proceso abonará a una verdadera reconciliación y pondrá un punto final para que semejantes hechos no vuelvan a ocurrir.