Por Álvaro Rivera Larios.
La conocí en noviembre de 1975, el año en que mataron a Roque Dalton. Aquella muchacha delgada tenía una imagen de Serrat en el cartapacio, la de la tapa de “Mediterráneo”. En blusa blanca y blue jeans ya era una jovencita que buscaba hacerse un lugar aparte por su talante reflexivo. Había algo más, aunque no yo no pudiese percibirlo en sus inquietudes religiosas, en ella se abría paso una vocación de servicio.
Ese talante reflexivo y esa vocación de servicio, cuatro años después, los detectaron pronto los jesuitas de la UCA. Los ojeadores de cuadros intelectuales en potencia vieron muchísimas posibilidades en ella y estimularon su desarrollo con el objetivo de incorporarla a las labores de su institución. Julia Evelyn creció ética e intelectualmente en las cercanías de Ignacio Ellacuría.
Y acertaron con ella, sin lugar a dudas, porque ha formado a varias generaciones de economistas en la UCA, porque ha contribuido con sus análisis al conocimiento de nuestro país y porque ha desarrollado una vocación comunicadora, didáctica, más allá de los recintos de la universidad. Julia Evelyn Martínez encarna, entre nosotros, la figura clásica del intelectual que sabe transitar de la jerga universitaria al lenguaje de los ciudadanos comunes y corrientes. Julia Evelyn ha logrado el milagro comunicativo de ser una experta que habla como la vecina.
Por estas y otras razones, de ninguna manera creo que Julia Evelyn Martínez intente ahora dañar a la institución que la creó, esa institución a la ha dado su vida, a la UCA.
Se equivocan quienes aventuran que mi siguiente paso argumentativo será denunciar a una institución que tan ingrata se muestra ahora con una de sus más destacadas creaturas. Admiro a la UCA, agradezco a la UCA y no la confundo con sus políticas circunstanciales ni con sus gestores circunstanciales. Pero como ciudadano puedo opinar que su actual rector posiblemente no está a la altura de las circunstancias.
Me pregunto qué pueden hacer más daño ¿Las inoportunas, pero ciertas, opiniones de Julia Evelyn Martínez o la falta de transparencia de los gestores puntuales de la UCA? Si tenemos por bandera la exigencia de transparencia política, lo lógico, lo coherente es que los actuales gestores de la UCA sean transparentes cuando le ofrecen a la oposición espacios de encuentro y asesoría. No hay ningún delito en ello y creer que supone un daño comunicarle abiertamente a la ciudadanía que se están ofreciendo esos marcos de encuentro es aceptar el chantaje propagandístico del gobierno ¿Bukele le ha comido la moral al sr. Andreu Oliva? Quizás tenga razón Julia Evelyn cuando afirma que ha sido víctima de una cobardía institucional.
O quizás no sea eso y lo que ocurre es que se ha destapado el pastel antes de que estuviera horneado. Y esto, comprensible desde la lógica política, no deja de ser preocupante si se somete el principio de transparencia a criterios de oportunidad. Y es que en política rara vez es el momento para la verdad, si esta nos afecta.