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Irruptor de la muerte

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Por Rigoberto Chinchilla

Cuando algo así sucede se paraliza todo en tu entorno, empiezas a cuestionar  si algo así es capaz de ocasionarte la muerte. El tiempo necesario, el amigo, adversario, el faltante, ese que cuando yo muera habrá sido importante recorrer lo ocurrido y sentir que viviste de nuevo, agradecer a cada uno de ustedes por lo vivido, ya lo sucedido pasó, y creo que no se me olvida nada de la pila de la memoria.

Pero cuando eso suceda no está eternamente intacta; vamos aceptémoslo jodido no estas, se me olvidan unas palabra, algunos hechos, las extremidades adoloridas y la zona derecha corporal, acomplejada pero no abandonada. Somos de una generación de hombre y mujeres que nacimos y crecimos con las bondades de la vida, además tengo mi motor humano que ruge como un ciclón; Óscar Rigoberto Jr. por el cual, voy a trabajar después de muerto.

Este es un problema mayor, lo cual enfrentan adultos, amigos, conocidos que supieron de la saturación mí disco duro, no es posible detenerte por un lapso y creer que lo has logrado todo en esta vida, siempre habrá la manía de olvidarlo o recordarlo todo: la imposibilidad del recuerdo ó la vaga manera de hacerlo.

Y entonces es donde la vida te da todo lo que necesitas,  los más cercano, por quienes dan la vida,  lo más superfluo, lo que necesitas, nada de lo posees está demás, y es por ello es necesario dejar todo, sobre todo cuando eres un aprendiz de ser humano, cuando el cargamento no lo debes dejar porque es necesario seguir de nuevo.

Mi agradecimiento a todos por anhelar buenos deseos, mis amigos de la Televisión Legislativa, los compañeros de trabajos, la UES, las amistades de siempre, a los médicos que generaron lo necesario, mi alto reconocimiento a su loable labor, nunca abandonen el deseo que se nos facilite una dosis de oxígeno, cuando haga falta en todo.

Aleyda, gracias por tu tiempo, tu espacio y todo aún nos queda tiempo.

La más amplia necesidad de acompañar de agradecer a cada uno de ustedes, a los egoístas también se tiene que agradecer, quizás probablemente ellos merezcan un poca de ternura. Les recuerdo a todos no se me olvidada nada, de cada uno de ustedes, descansa en mi memoria, a algunos me gustaría expresarle personalmente mi cercanía con la muerte.

Y por supuesto a ustedes queridos lectores los extrañe, nunca imagine que la casa se volviera tan sería, a los amigas de las red a quienes no conozco y  a quienes sí. Hay quienes se consideran insignificantes que están y merecen ser mencionados. A todos y todas bien hecho, al igual  que otros sobrevivientes de la historia no he mencionado y lo merecen A ellos nuestro espíritu, nuestra moral en tiempo y en dignificante toda la fuerza del mundo que San Romero del Pobres, te regale paz. Unas simples palabras de fácil compresión: Gracias por todo.

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Rigoberto Chinchilla
Rigoberto Chinchilla
Periodista salvadoreño. Graduado en la Universidad de El Salvador (UES); colaborador y columnista de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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