Por Wilfredo Díaz.
La pitahaya es una fruta, que nace de una planta cactácea, que significa Fruta Escamosa. No tiene hojas, es rústica, tiene espinas donde sale su fruto, se parece a los cactus, es resistente a climas secos. Se conoce como “Fruta del Dragón”, es originaria de México, Centroamérica y El Salvador. Hay cuatro colores de ella, amarilla, púrpura, roja y blanca. Es ovalada, su sabor es rico. Agricultores del país, quieren cultivar.
Es una fruta curiosa, su fruto nace entre el cogollo y pequeñas espinas. Hay cuatro colores de ellas, pero dos en especial tienen características únicas: la blanca es dulce y tiene un sabor a melón o pera. La roja es agridulce, parecida a la piña o guayaba. Tiene agua, hierro, calcio, fósforo, es fibrosa, ayuda al sistema digestivo y cuando la partes te encuentras con cientos de semillas negras.
Nace en época de invierno o verano, se trepa de la corteza de los árboles. Cuando se siembra, el cladodio, esqueje o tallo, solo necesita estar a la par de su mejor aliado, un árbol. Tiene pequeñas raíces, que le ayudan a sostenerse y enredarse en las ramas. Ya sujeta, inicia su etapa de producción. En el país, hay dos tipos de pitahaya, la criolla, que produce su fruto de dos o cuatro años y la internacional, en ocho meses, esto se debe a sus nutrientes y tratamiento agronómico.
Algunas pitahayas, miden diez centímetros de largo, por seis de ancho. Su nombre científico es, Selenicereus undatus. Se cultiva en países tropicales como El Salvador.
Investigadores y estudiantes del Alma Mater, realizan una investigación con la técnica in vitro, para reproducir pitahaya internacional y criolla. Para verificar cómo hacen el trabajo, me traslade al laboratorio de Biotecnología Agrícola del Departamento de Fitotecnia de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de El Salvador.
Llego al lugar y veo como desinfectan, seleccionan y cortan los esquejes, para sembrarlo en tubos de vidrio. Lo hacen con paciencia, conocimiento y concentración, desde desinfectar sus manos hasta realizar los cultivos.
“La investigación, “Micropropagación masiva de Pitahaya”, la iniciamos en el 2023. Por el momento, tenemos cultivos in vitro de esta fruta a gran escala. Estamos estudiando, analizando y comparando la pitahaya criolla con la internacional. En el país no hay estudios de caracterización morfo agronómica del germoplasma de ella. No están identificadas, su calidad se desconoce y no hay estudios concretos, por eso tomamos la iniciativa de hacer este trabajo con estudiantes egresados de la Facultad de Ciencias Agronómicas”.
“Con los resultados, daremos asesoría técnica, científica y educativa a los agricultores, que tengan inquietudes sobre la reproducción de pitahaya y puedan cultivarla. A la Facultad de Agronomía, se acercó un agricultor y preguntó si podíamos ayudar a propagar esta fruta, le dijimos que si, nos proporcionó algunos esquejes de material promisorio y hemos dado inicio al trabajo. En poco tiempo, tenemos resultados positivos, están creciendo muy bien, solo esperamos el momento para aclimatarse y sembrarla. El laboratorio, tiene la capacidad de realizar este tipo de investigación”.
“Este es el primer estudio que hacemos de la propagación de pitahaya. Necesitamos investigar otras plantas nativas, verificar si tienen potenciales para propagarlos en cantidades y tener un producto comestible. La Facultad, tiene la capacidad de dar un servicio académico, técnico y científico, a la empresas privadas, instituciones del gobierno y ONGs, solo necesitamos que proporcionen materiales y con gusto les ayudamos”.
“La pitahaya criolla es simple, pequeña, no tienen un manejo agronómico concreto, le falta fertilización y nutrientes, se encuentran en árboles, cercos, son guerreras y para propagar in vitro se necesitan únicamente esquejes. A parte de investigar la pitahaya, también lo hacemos con loroco, piñuela, chufle, orquídeas, vainilla, plátano, guineo manzano y de seda”, asegura el investigador Maestro Julio Cesar Ortiz Pavón, docente y jefe del Departamento de Fitotecnia de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de El Salvador.
Es una planta curiosa, sus pequeñas espinas y una parte del cogollo, se utiliza para multiplicarlas. Se reproduce con la técnica in vitro en noventa días y se climatizan de ocho a diez meses. Por el momento, ya se tienen resultados positivos. De cada planta que se investiga, guardan algunas en el laboratorio como parte de su trabajo científico, otras serán trasladadas al campo experimental de la UES y ver su desarrollo en otras condiciones de clima. La cosecha de esta fruta es de marzo a agosto.
“Realizar la investigación de “Micropropagación masiva de Pitahaya”, es interesante, cultivamos esquejes o tallos de esa fruta en tubos de vidrio. Tienen un tiempo de reproducción, clima y siembra. Cultivarla a gran escala, es un gran reto, servirá como fuente de ingreso a familias que las cultiven y puedan venderlas al mercado nacional e internacional. Se busca tener plantas de mejor calidad”.
“Mi familia, está orgullosa de la investigación que realizo, al inicio no entendían nada, pero ahora se me hace fácil explicar lo que hago. Como bióloga, me seguiré especializando en esta área de recuperar plantas, que están en peligro de extinción, por la constante tala de árboles que hay en el país. Tenemos que construir un mejor sistema ecológico”, asegura Alejandra María Mariona Naves, estudiante egresada de la carrera de la Licenciatura de Biología, de la Facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas de la Universidad de El Salvador.
Con la técnica in vitro de la pitahaya internacional, no se ha tenido problema en su desarrollo, pero con la local o criolla, les llevará más tiempo, no hay información científica sobre ella. Los objetivos de este estudio es producir masivamente esta planta, libre de patógenos y en condiciones favorables, y luego hacer el proceso de aclimatación.
“En el laboratorio, utilizamos la técnica de micropropagación in vitro, es decir clonamos una planta para tener cientos de ella. Este funciona en un ambiente estéril. Controlamos el proceso de crecimiento y desarrollo de ella, si lo hacemos con el proceso tradicional, no es productivo”.
“Realizar este tipo de investigación es interesante, siempre me llamó la atención hacerlo. Esta es una rama de investigación, donde involucra materias de matemática, bioquímica, estadística, diseño experimental y medios de cultivos. Seguiré estudiando sobre este fruto, que también se puede utilizar como colorante y eso se debe a sus propiedades naturales. Tiene propiedades medicinales como antioxidantes y es nutritiva”.
“Mi familia está feliz por lo que hago, agradezco los esfuerzos que hacen para que me prepare y sea un gran profesional”, concluye Nestor Omar López Ortiz, estudiante de quinto año de la carrera de Ingeniería Agronómica de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de El Salvador.