El Partido de los Trabajadores (PT) inscribe este miércoles en Brasilia la candidatura del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, su líder encarcelado, jugándose su futuro en un desafío que pone también a prueba la solidez institucional de Brasil.
Miles de simpatizantes del líder izquierdista llegados de todo el país marcharán hacia la sede del Tribunal Superior Electoral (TSE) para acompañar a los miembros del PT que harán efectiva, el último día de plazo, su improbable postulación a los comicios del próximo 7 de octubre, con una eventual segunda vuelta el 28.
Entre ellos estará el escogido por Lula como compañero de fórmula, el exalcalde de Sao Paulo, Fernando Haddad, visto por muchos como el potencial reemplazo del expresidente, que desde abril cumple una pena de 12 años y un mes de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero.
A sus 72 años, Lula es el favorito en las encuestas, con casi un tercio de las intenciones de voto, casi el doble que cualquiera de los otros doce candidatos.
Pero la postulación del expresidente (2003-2010) será con toda probabilidad invalidada, según juristas, dado que la Ley de Ficha Limpia, promulgada bajo su gobierno, excluye de la carrera electoral a quienes hayan sido condenados en segunda instancia, como en su caso.
El TSE, que tiene como máximo hasta el 17 de septiembre para decidir el futuro de Lula, tardará unos días, si no semanas, en dar su veredicto.
Haddad pidió el martes que la candidatura de Lula sea analizada con criterio y acusó a los adversarios de Lula y a los medios de comunicación de estar "ejerciendo presión".
Si la candidatura de Lula es efectivamente impugnada, el PT tendría entonces poco tiempo para hacer campaña por Haddad, con la incógnita de si lograría transferirle los votos del carísmático exmandatario.
Una apuesta, según analistas, muy arriesgada.
Para el politólogo Thiago Vidal, de la consultora Prospectiva, lo que está en juego con esta estrategia "es el futuro del PT como principal representante del centro-izquierda en Brasil".
"Difícilmente Haddad gane esta elección", pero "el PT presentará una nueva cara para los próximos pleitos".
O se quedará sin ninguna…
El PT encadena reveses desde la destitución de la presidenta Dilma Rousseff (heredera política de Lula) por el Congreso en 2016, seguida por una contundente derrota en las municipales de ese año y el encarcelamiento de muchos de sus dirigentes históricos, con su padre fundador incluido.