En la última encuesta de Reforma (20.07.2017), a nivel nacional, el 80% de los ciudadanos y el 81% de los líderes desaprueban la gestión del presidente Peña Nieto. La aprobación del primer grupo es del 20% y el segundo del 19%. Estas cifras coinciden con la de otras encuestas.
El rechazo a la gestión del presidente era del 86% en enero, para el caso de los ciudadanos y del 83% en el de los líderes. Y los niveles de aceptación del 12% y del 16% respectivamente. En julio, el presidente mejora su imagen en 8 y 3 puntos en uno y otro de los grupos.
Ahora, el 80% de los ciudadanos piensa que el presidente no tiene en sus manos las riendas del país contra el 15% que estima que sí. Aquí también la percepción mejora con relación a enero cuando el 86% pensaba que no las tenía y el 9% que sí. El aumento es de 8 puntos.
En julio, el 77% de los ciudadanos y el 70% de los líderes consideran que el país va por mal camino y por bueno el 9% de los primeros y el 5% de los segundos.
La ciudadanía valora como las peores áreas de trabajo presidencial: el combate a la corrupción con el 79% de desaprobación, el combate al crimen organizado con 73%, el combate a la pobreza con 71%, y la seguridad con 70%.
Y las mejores valoradas son: educación con el 44% de desaprobación, salud con el 46%, empleo con el 61% y economía con el 68%. Los líderes tienden a ser más críticos en todos los rubros salvo el caso de la economía que desaprueba el 54%.
El 53% de la ciudadanía considera que el principal problema que tiene el país es la inseguridad pública contra sólo el 24% de los líderes. El 65% de éstos piensa que es la corrupción mientras solo estima eso el 16% de la ciudadanía. Aquí, la diferencia de percepción entre los grupos es muy relevante.
Solo el 19% de los ciudadanos establece como el principal problema la economía-pobreza-desempleo contra el 9% de los líderes. Es relevante que este apartado, contra lo que se podría suponer, tenga tan baja valoración para ambos grupos.
La percepción se construye a partir de dos grandes campos: la gestión propiamente tal y la comunicación de la misma. La idea generalizada es que el trabajo del presidente ha sido malo. El primer año, cuando se logra concertar el Pacto por México, se salva de esa valoración, pero a partir de ahí la imagen presidencial ha ido a la baja de manera sostenida.
En el primer año la comunicación de Los Pinos funcionó y supuso un cambio con relación a lo que hizo el presidente Calderón. A partir del segundo año, pero sobre todo después de los acontecimientos de Ayotzinapa y la Casa Blanca, la comunicación se desfigura y nunca, a partir de entonces, ha podido ir más allá de la reacción, siempre tardía y mal estructurada, a las crisis que se les presentan.
De acuerdo a esta y otras encuestas, hay que ver las series de los 5 años, todo apunta a que en los próximos 16 meses de gestión del presidente su imagen no va a tener una mejora importante entre los ciudadanos y los líderes. Y si existe la posibilidad de que todavía pueda ser más negativa. Los Pinos, a esta altura, no están dispuestos a cambiar su manera de hacer política y tampoco de comunicarse.