Los números que ahora arrojan las encuestas señalan que ninguna de las tres agrupaciones electorales que participan en la contienda electoral del 1 de Julio tendría la mayoría en la Cámara de Senadores y en la de Diputados. En esta última existe la posibilidad de que la alianza Morena-PES-PT pueda tener la mayoría simple por un escaso margen.
Desde el inicio de la campaña Andrés Manuel López Obrador, el candidato de la alianza Juntos Haremos Historia, en uno de sus spots más pautados en radio y televisión, asegura que ya ganó la elección, pero necesita que los electores le den el control de las Cámaras de Senadores y Diputados, para poder hacer los cambios que se plantea realizar.
En el caso de que López Obrador ganara la presidencia, cosa que está por verse, hay una alta posibilidad de que gobierne haciendo a un lado al Congreso. La doctora María Amparo Casar en el artículo “La Selfie de López Obrador” (Excélsior 04.04.18) ofrece información valiosa que documenta este comportamiento cuando fue jefe de Gobierno del Distrito Federal ahora Ciudad de México. Dice Casar:
“Durante su gestión, particularmente durante los tres primeros años en que no gozó de la mayoría en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) se le pueden acreditar el veto a 12 ordenamientos jurídicos incluidos la Ley de Transparencia, el Código Electoral y los Programas de Desarrollo Urbano; la no publicación en la Gaceta Oficial de 30 artículos del Código Financiero del 2003; la emisión de 23 bandos entre otros el que prohibió la construcción de vivienda en nueve delegaciones y el que decretó el 6 de julio como el día de la democracia (¿?); el desacato a dos órdenes judiciales y; fue objeto de 14 recursos y controversias constitucionales la mayoría de las cuales interpuestas por los delegados o por la ALDF al ver invadidas sus funciones”.
La concepción que López Obrador tiene del poder es el del viejo presidencialismo autoritario del PRI donde el presidente lo decidía todo. Era el titular del Poder Ejecutivo, pero también del Legislativo y el Judicial. Él fue militante y dirigente de ese partido. Ahí se formó políticamente y para él, lo ha sostenido en diversas ocasiones, volver a ese pasado es un valor. Más de una vez ha dicho que en ese tiempo México estaba mejor.
Él no sabe y no admite gobernar con los contrapesos propios de la democracia. Así lo demostró en los cinco años que estuvo a cargo del gobierno de la ciudad. Sobre aviso no hay engaño. Si López Obrador gana la presidencia, es una posibilidad, hay que dar por seguro habrá una tensión permanente entre él y los poderes Legislativo y Judicial, pero también con los gobernadores.