miércoles, 4 diciembre 2024

Feminicidio entre la pandemia

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Entre el 1 de enero y el 15 de marzo, se cometieron 11 feminicidios en El Salvador. El caso de Yanira sumaría a 12. Es el primero en periodo de cuarentena, cuando quedarse en casa no siempre es lo más seguro.

A Yessenia Menjívar la mató antes su agresor que el virus del COVID-19. Aunque desde el 21 de marzo el gobierno de El Salvador decretó cuarentena domiciliar obligatoria, ella tuvo que salir de casa, como muchos, para llevar el sustento a su familia. Cuidaba a sus sobrinos en un cantón de Chalatenango y regresaba como siempre a su hogar; pero, esta vez, el camino la llevó lejos de éste. Tenía 24 años.

Agentes policiales la encontraron el 1 de abril, un día después de su desaparición y asesinato. Su agresor, conocido con el nombre de “Ernesto”, un barrendero de la alcaldía del municipio de Nueva Trinidad, la dejó tirada en un predio baldío del cantón Carasque, en Chalatenango.

Después de violarla y asesinarla, Ernesto la dejó semidesnuda, con sangre en su rostro y con múltiples lesiones que le hizo con un objeto cortopunzante. La policía lo capturó en su vivienda, donde le encontraron el teléfono celular de la víctima.

Cuando la familia de Yesenia quiso publicar su desaparición, agentes policiales les dijeron que debían esperar  24 horas para poder tomar su denuncia. Probablemente se había quedado en casa de su hermana por la cuarentena. Pero su familia decidió no esperar, salió en búsqueda de Yesenia y con ayuda de algunos policías, la encontraron. Aunque ya era demasiado tarde. Tenía entre 16 y 24 horas de fallecida.

La policía puso la denuncia a eso de las 3 p.m. Llamaron a Medicina Legal para su reconocimiento, pero los forenses no podían llegar inmediatamente, pero lo que sí llegó fue la tormenta. Los familiares de Yesenia tuvieron que buscar la manera de tapar su cuerpo cuidadosamente para que no se perdieran las evidencias. Medicina Legal llegó tres horas y media después.

Un lugar “pequeño”

En Nueva Trinidad apenas hay 2, 100 habitantes. Es un lugar, relativamente, tranquilo. Quienes se han enterado del feminicidio de Yessenia se conmocionaron entre las paredes de sus casas. Aparte de tener miedo por el contagio del Coronavirus, ahora también tienen miedo de salir, porque entre ellos puede andar uno que otro asesino.

Sin embargo, que fuera un pueblo pequeño, permitió a la policía interceptar rápidamente al asesino de Yesenia. Aceptó toda su culpabilidad; sin embargo, autoridades no han dado más detalles sobre su captura.  


Pero, lo que le preocupa al MOVIMIENTO DE ASOCIACIONES DE MUJERES DE CHALATENANGO es que esta pandemia por el Coronavirus en el país justifique el silencio de las autoridades.

“Si la violencia contra las mujeres no se está atendiendo como corresponde, este sería un mensaje claro de que existe un espacio de mayor impunidad en estos momentos para nuestras vidas y las de todas las mujeres. Correríamos más riesgos”, señalaron.

Yesenia no tenía vínculos con pandillas. No andaba en la calle demasiado tarde o sin justificación, como muchos pensarían. Regresaba a casa, en medio de un Estado de Excepción en el que, presuntamente, autoridades tienen un mayor control policial en las calles.

El presidente Nayib Bukele anunció el pasado 21 de marzo que las únicas personas que podían salir de casa, en medio de este Estado de Excepción o de cuarentena domiciliar obligatoria, además de personal de algunos restaurantes para llevar, supermercados y farmacias, eran aquellas que también subsistían del cuidado de niños, personas enfermas o adultas mayores, como enfermeras y trabajadoras del hogar. Yesenia estaba en esta última lista.

Pero el problema es que las calles que, de por sí ya son inseguras para las mujeres, ahora lo son más, porque menos gente las transita y quienes las transitan probablemente sean más hombres, consideró el movimiento de mujeres de Chalatenango.

Quedarse en casa: un peligro para muchas

Mirna Perla, ex magistrada de la sala de lo Civil de la Corte Suprema de Justicia y actual comisionada de género de la Asamblea General Universitaria (AGU) de la Universidad de El Salvador, lamentó que, actualmente, la emergencia nacional por el COVID-19 ha colocado cualquier otro tema en un segundo plano, cuando el feminicidio y la violación, la degradación y exterminio de las mujeres, “es un virus histórico que plaga nuestro país”.

“El virus de la misoginia y el irrespeto por la vida son pestes que también deben ser erradicados de las relaciones sociales.  No es posible que en pleno siglo XXI, la humanidad no logre sustituir la fraternidad por el desprecio, la solidaridad por la ignominia, y la dignificación por el vilipendio”, cuestionó la especialista en género.

Según estadísticas señaladas por Perla, los casos de violencia y maltrato en hogares de ha incrementado históricamente durante los fines de semana y periodos vacaciones pues las víctimas conviven más tiempo en el hogar con sus agresores, por lo que se ven más expuestas a sufrir algún tipo de violencia.

“La mayoría de las veces el mayor peso del hogar recae sobre la mujer, es decir, que es ella quien tiene que quedarse en casa haciendo el aseo, cuidando a sus hijos y, ahora con esta pandemia, debe convivir 24 horas con el agresor que muchas veces se desquita en su pareja el estrés por estar en casa o por los problemas económicos”, explica Miriam, de la Asociación de Mujeres de Chalatenango.

Paradójicamente, el Fiscal General de la República, Raúl Melara, confirmó hace algunos días, que durante el periodo de cuarentena se ha registrado una baja considerable en las denuncias de todos los delitos, entre éstos los relativos a la violencia contra las mujeres.

Es decir que, desde que se decretó la cuarentena parcial, desde el 16 hasta el 20 de marzo; y en el periodo comprendido del 21 al 24 de marzo, que corresponde a lo que va de la cuarentena domiciliar, no se reportó un solo feminicidio.

Pero, sólo entre el 1 de enero y el 15 de marzo, autoridades registraron 11 feminicidios. El caso de Yanira sumaría a 12. El primero en periodo de cuarentena.

Para Miriam estas estadísticas eran de esperarse, aunque no reflejan la realidad. La mayoría de las instituciones de justicia están cerradas por la emergencia nacional, trabajando con el personal mínimo, lo que “hace más difícil que las mujeres busquen ayuda, porque ahora no solo hay miedo de denunciar, sino miedo de salir de casa y que no sean atendidas o que la policía las capture por andar en la calle”.

Perla aclaró que El Salvador tiene un buen marco legal para defender a las mujeres, como la Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres (LEIV) pero “las políticas públicas deben ser más efectivas”, señaló

“Debe haber señales más contundentes en la formación del nuevo ser humano, tanto hombres como mujeres deben entender que esta es una faceta de la sociedad, que debe formarse a las nuevas generaciones con un mejor trato a la mujer, con una visión de género”, agregó.

En el 2019, 230 mujeres fueron asesinadas en El Salvador, la mayoría de los asesinatos fueron cometidos por las parejas o algún familiar cercano a las víctimas. Aunque en el caso de Yessenia fue alguien extraño, su agresor tiene el común denominador de todos los asesinos: el menosprecio a la vida de la mujer.

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Eli Melara
periodista
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