viernes, 13 diciembre 2024
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Experiencias paranormales

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Estábamos celebrando el cumpleaños de mi bella sobrina, habí­amos disfrutados de unos deliciosos tacos, unas copas de vino, aunque algunos preferimos las cervezas. Habí­amos conversado sobre el tema de antepasados mujeriegos; alguien reflexionó de cómo algunas mujeres utilizan los servicios de personas para que le hagan un hechizo al marido mujeriego, de tal manera que cuando vea  a  una mujer bonita sienta dolor de estómago, nauseas, diarrea u otras dolencias.

La conversación entró al terreno de lo paranormal, yo conté una experiencia de una “limpia” de un marido mujeriego que habí­a sido hechizado, expliqué en detalle  como la señora que lo estaba limpiando habí­a logrado a costa de rezos, gritos, masajes, lamentos, suspiros profundos y  pujidos,  sacado un sapo del estómago del paciente (porque pacientemente habí­a observado todo el espectáculo), ¿un sapo? dijeron al uní­sono dos de las mujeres que estaban sentados en la mesa, yo respondí­ que parecí­a un sapo, en realidad era un puño de carne sanguinolenta con la apariencia de un sapo.

Luego continúe relatando de cómo varios años después, habí­a visitado una universidad europea, me habí­an llevado al  Departamento de Parasicologia, no estando seguro si esa deferencia respondí­a al interés de los investigadores por conocer fenómenos paranormales de América Latina, o porque yo tení­a la cara de loco, de estar poseí­do o de brujo; después que conversé con los investigadores paranormales más de media hora sobre mis experiencias paranormales (con la ayuda de una joven intérprete, que tení­a una sonrisa muy dulce); me llevaron a visitar una especie de bodega, en donde tení­an en frascos llenos de un liquido que le llaman Formol, decenas de muestras de carne humana que habí­an vomitado algunas personas cuando habí­an sido objeto de tratamientos para “desembrujarlos” o limpiarlos; me pidieron que tratara de identificar el “sapo” o desecho humano que habí­a vomitado el marido mujeriego que habí­a sido objeto de una “limpia” en mi pueblo de origen; recorrí­ a paso lento a lo largo de la estanterí­a, observando detenidamente aquellos despojos humanos conservados en formol, hasta que finalmente levanté mi brazo, tomé uno de los recipientes, lo observé desde todos los ángulos y con aire de triunfo exclamé “este es el sapo”; los tres investigadores paranormales, con talle de caza fantasmas, casi lloran de alegrí­a, me tomaron una foto sosteniendo el frasco y otra en grupo en donde yo estaba abrazando a la interprete que llena de miedo sostení­a el frasco; creo que despues de mi visita a esa universidad, mis anfitriones se han de haber ido a un bar a tomarse varios tragos o cervezas, comentando el testimonio que les habí­a dado ese profesional salvadoreño que habí­a sido testigo de un fenómeno paranormal.

En ese momento de la plática en la casa de mi sobrina cumpleañera, se escuchó un tremendo grito de un niño, hijo de una preciosa alemana, casada con un hermano de la cumpleañera, que tiene pocos dí­as de haber llegado al paí­s; todos reaccionamos tratando de identificar que era lo que habí­a pasado, el niño continuaba dando gritos de miedo en uno de los dormitorios; por lo menos cuatro adultos, incluyendo la madre del niño, trataban de entrar a la habitación donde el niño gritaba, a los pocos segundos salió la bella alemana con su hijo en brazos, en su rostro se expresaba toda la angustia, miedo y preocupación que ella experimentaba,  hizo un esfuerzo por decir algo y  finalmente dijo en español “es una araña, el niño le tiene miedo a las arañas”.

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Santiago Ruiz
Santiago Ruiz
Columnista Contrapunto.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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