Estábamos celebrando el cumpleaños de mi bella sobrina, habíamos disfrutados de unos deliciosos tacos, unas copas de vino, aunque algunos preferimos las cervezas. Habíamos conversado sobre el tema de antepasados mujeriegos; alguien reflexionó de cómo algunas mujeres utilizan los servicios de personas para que le hagan un hechizo al marido mujeriego, de tal manera que cuando vea a una mujer bonita sienta dolor de estómago, nauseas, diarrea u otras dolencias.
La conversación entró al terreno de lo paranormal, yo conté una experiencia de una “limpia” de un marido mujeriego que había sido hechizado, expliqué en detalle como la señora que lo estaba limpiando había logrado a costa de rezos, gritos, masajes, lamentos, suspiros profundos y pujidos, sacado un sapo del estómago del paciente (porque pacientemente había observado todo el espectáculo), ¿un sapo? dijeron al unísono dos de las mujeres que estaban sentados en la mesa, yo respondí que parecía un sapo, en realidad era un puño de carne sanguinolenta con la apariencia de un sapo.
Luego continúe relatando de cómo varios años después, había visitado una universidad europea, me habían llevado al Departamento de Parasicologia, no estando seguro si esa deferencia respondía al interés de los investigadores por conocer fenómenos paranormales de América Latina, o porque yo tenía la cara de loco, de estar poseído o de brujo; después que conversé con los investigadores paranormales más de media hora sobre mis experiencias paranormales (con la ayuda de una joven intérprete, que tenía una sonrisa muy dulce); me llevaron a visitar una especie de bodega, en donde tenían en frascos llenos de un liquido que le llaman Formol, decenas de muestras de carne humana que habían vomitado algunas personas cuando habían sido objeto de tratamientos para “desembrujarlos” o limpiarlos; me pidieron que tratara de identificar el “sapo” o desecho humano que había vomitado el marido mujeriego que había sido objeto de una “limpia” en mi pueblo de origen; recorrí a paso lento a lo largo de la estantería, observando detenidamente aquellos despojos humanos conservados en formol, hasta que finalmente levanté mi brazo, tomé uno de los recipientes, lo observé desde todos los ángulos y con aire de triunfo exclamé “este es el sapo”; los tres investigadores paranormales, con talle de caza fantasmas, casi lloran de alegría, me tomaron una foto sosteniendo el frasco y otra en grupo en donde yo estaba abrazando a la interprete que llena de miedo sostenía el frasco; creo que despues de mi visita a esa universidad, mis anfitriones se han de haber ido a un bar a tomarse varios tragos o cervezas, comentando el testimonio que les había dado ese profesional salvadoreño que había sido testigo de un fenómeno paranormal.
En ese momento de la plática en la casa de mi sobrina cumpleañera, se escuchó un tremendo grito de un niño, hijo de una preciosa alemana, casada con un hermano de la cumpleañera, que tiene pocos días de haber llegado al país; todos reaccionamos tratando de identificar que era lo que había pasado, el niño continuaba dando gritos de miedo en uno de los dormitorios; por lo menos cuatro adultos, incluyendo la madre del niño, trataban de entrar a la habitación donde el niño gritaba, a los pocos segundos salió la bella alemana con su hijo en brazos, en su rostro se expresaba toda la angustia, miedo y preocupación que ella experimentaba, hizo un esfuerzo por decir algo y finalmente dijo en español “es una araña, el niño le tiene miedo a las arañas”.