Pasé tantos años en ese maldito closet, de donde salir era una afrenta a la sociedad, a la religión, a los patrones establecidos por la heteronormatividad y el mantenimiento en el poder de la hegemonía masculina. Salirse del "huacal machista" significaba burlas, agresiones físicas, apodos a cual más dañino, marginación, discriminación, suicidios por la incomprensión y hasta podría haber sido víctima de un crimen por odio.
Demostré mi masculinidad practicando deportes que detestaba por su violencia pero era la forma de estar a nivel de los demás "machitos", abrace férreamente el eslogan "la violencia de las masas es justa y necesaria" hasta llegar a tomar "el fusil" y junto a otras y otros compañeros luchar por una sociedad socialista.
Nada fue fácil, además querer mantenerse en el ambiente de las masculinidades tóxicas me hizo pagar el precio de odiarme a mí mismo, vetarme la felicidad que da sólo el hecho de vivir.
El amor a mi familia, amigas/os y sobre todo a mi pueblo me quitó la venda que tapaba mis ojos, no mi discernimiento y corazón pues ambos estaban claros de lo que yo era y lo que quería. Y grité ¡BASTA YA!
Comencé a deconstruir la masculinidad toxica en la que nos hemos formado, a aplicar los conocimientos del nuevo comportamiento de las lecturas feministas y experiencias de hombres en el proceso de reconstruir masculinidades alternativas libres de violencia. El amor a mi pueblo, ese que lucho junto a nosotras y nosotros con ese lindo ideal de una sociedad justa y democrática, me enseño que teníamos que trabajar mucho por minimizar los diferenciales de género hasta llegar a eliminar esas brechas que están en todos los ámbitos para construir relaciones de igualdad.
Mi amistad con más mujeres que hombres, las enseñanzas de mi amada madre, de mis queridas amigas Isabel Payes y Dilcia Marroquín me mostraron el camino. Acompañar a las mujeres en su lucha por sus derechos, que son Derechos Humanos, sobretodo ser yo mismo, sin importarme "el qué dirán".
Y he aquí el hombre que ven, luchando por reconstruir una masculinidad no violenta y decirles a todas y todos Ustedes que me han acompañado en esta lucha constante, gracias, infinitas gracias.
La felicidad está en tí pero debes romper todo tipo de barrera que te impide ser tal cual eres.