jueves, 6 febrero 2025
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Escrito en una servilleta: Liderazgo y singularidad: Nayib, el hombre que conquistó las encuestas (II)

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"El nuevo liderazgo político -cuyo principal referente planetario es, en este momento, Nayib Bukele- es una construcción sociocultural que se consolida en lo social, más que en lo político": René Martínez Pineda.

Por René Martínez Pineda.
X: @ReneMartinezPi1

En los últimos años, el liderazgo político, visto como una singularidad, ha puesto de manifiesto que, al final, dicho liderazgo es una negociación social creadora de sentido de pertenencia, la cual no es inmune a los conflictos cuando se realiza -se negocia- el intercambio social entre: población y líder, un intercambio en el que es elemental partir y compartir los intereses disímiles, para que, unos y otro, tengan claro el horizonte y los peligros que lo acechan. Ahora bien, la agenda de intercambio tiene dos fuentes: lo que opina la gente en las encuestas -el clamor popular- y el plan de nación que impulsa el líder. En tal sentido, el resultado final -exitoso o no- del intercambio social realizado, es decodificado por las encuestas y, en el caso de Nayib, éstas siempre le favorecen, hasta el punto de afirmar que es el líder inédito que las ha conquistado, a fuerza de carisma y compromiso.

La premisa elemental que explica ese respaldo mayoritario (más o menos 90%), es haber resuelto los retos estratégicos que heredó (la delincuencia, ante todo) y los emergentes que tuvo que asumir al inicio de su gestión (lidiar con una pandemia planetaria, y con la imposición de un gobierno paralelo por parte de la oposición política), proceso en el cual fue desarrollando-consolidando dos de los aspectos que hicieron que el país entrara, tardíamente, al siglo XXI: una identidad política democrática que se tradujo -y traduce- en una movilización social que no está mediada por los partidos, y una política social fincada en la necesidad de que lo público sea mejor que lo privado. Ahora bien, lograr lo anterior pasa por tomar medidas que tienen daños colaterales inmediatos (que se aceptan como válidos cuando se tiene claro que el beneficio social se empezará a ver casi de inmediato, y mejorarán la calidad de vida de la mayoría), tal como sucedió en los países que hoy son considerados como los exponentes más aventajados del desarrollo humano.

En ese sentido, el líder es capaz de fijar, en el imaginario colectivo, esa imagen posible de un país mejor (la visión de la reinvención como algo objetivo que se subjetiva en la motivación social), la cual se expresa en el aumento de la acumulación de fuerzas trabajando en función de ella, en un país que se heredó absolutamente desmotivado y decepcionado. Siendo así, un líder con el prestigio social y aceptación popular, como el de Nayib, debe “comunicar” esa imagen para darle sentido a la lógica de movimiento de la realidad, en tanto construcción social de un nuevo tiempo-espacio en el que se asiente el país. Entonces, una visión es mucho más que un pensamiento utópico, es un plan real de futuro (pensamiento utopista que no está hecho de palabras) en el que trabajan el líder y los ciudadanos, más allá de sus posiciones ideológicas y características económicas, sabiendo que, en el camino, será necesario tomar decisiones difíciles (poder amargo) y decisiones para incentivar la motivación coyuntural (poder dulce) sobre la base de la transformación positiva del país. El mérito político del líder es saber combinar lo amargo con lo dulce.

Ahora bien, tomando las encuestas como decodificadoras de los sentimientos y aspiraciones colectivas -encuestas que han sido conquistadas por, Nayib, al hacer tangible un país impensable- se puede afirmar que él se ha constituido como una singularidad sociológica, o sea un líder político que ha remontado las fronteras patrias, particularidad histórica que no se asomaba en la vida política regional desde hace más de medio siglo. Y es que el liderazgo, como singularidad, implica -per se- ser el autor simbólico del reinvencionismo (yendo, paso a paso, de los cambios a las transformaciones), y ser, al mismo tiempo, el mediador entre la vieja sociedad y la nueva sociedad, o sea ser el referente de la nueva hegemonía en el largo momento de la transición (el tiempo-limbo en el que, mediados por la correlación de fuerzas internas, se enfrentan los monstruos del pasado con los utopistas del presente).

Bajo esa lógica de pensamiento, el nuevo liderazgo político es el que remonta -seduciendo a las encuestas- la división entre el sujeto y el contexto (condiciones heredadas y por heredar) y, por consecuencia, reconstruye la acción política como un hecho cultural y simbólico -en el imaginario, que es donde se legitima- en el que el líder le da sentido a la democracia bajo la forma de verdad pragmática. Siendo así, el nuevo liderazgo político -cuyo principal referente planetario es, en este momento, Nayib Bukele- es una construcción sociocultural que se consolida en lo social, más que en lo político, pues, en última instancia, el poder cultural es la premisa y sustento continuado del poder político como resultado directo de una nueva cultura política democrática.

Bajo el símil del liderazgo político como conquistador de encuestas, la utopía, las instituciones, la visión, la mística colectiva y la motivación social, se reproducen como constructos y hechos sociales que trascienden el tiempo-espacio de lo dado (la singularidad) y adquieren pertinencia histórica en la relación-fusión de lo subjetivo del comportamiento diario de los ciudadanos, con la sociedad concreta (las condiciones heredadas que se pretende sean muy distintas a las condiciones a heredar), partiendo de la premisa de que son los individuos los que producen tal sociedad, paso a paso, ladrillo a ladrillo. La sabiduría del líder, para permanecer como singularidad sociológica, es saber cuándo dar un paso hacia atrás, y cuándo sustituir un ladrillo que salió defectuoso, y eso tiene que ver con las decisiones tomadas por aquel, cuya principal guía es: tomar las decisiones con las cuales puedan vivir sus hijos, sin agachar la cabeza frente a los demás.    

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René Martínez Pineda
René Martínez Pineda
Sociólogo y escritor salvadoreño. Máster en Educación Universitaria

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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