martes, 14 mayo 2024
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¿Es Dios, amor?

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¿Es Dios, amor?

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El Dios de la Biblia nos da un concepto de amor para nuestra guí­a, "El amor es sufrido, el amor es benigno, no tiene envidia, no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad, todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta".

No obstante que todos somos pecadores los que verdaderamente vienen a Dios lo hacen en respuesta a su amor, todos los que responden a su amor encuentran en Jesús una amigable bienvenida. La mejor expresión de su amor se nos comunica en que "De tal manera amó Dios a sus criaturas que ha dado a su Hijo, para que todo aquel que en él cree no se pierda sino que tenga vida eterna".

Otra expresión de su amor la encontramos en que "Dios muestra su amor por nosotros, en que siendo aún pecadores, Jesús murió por nosotros en la cruz". Así­ que, el gran deseo de Dios es que tengamos acceso a su presencia en los cielos cuando dejemos esta vida fí­sica, ya que "Jesús no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse sino que se despojó a sí­ mismo de su deidad tomando forma de siervo hecho semejante a los hombres y estando en la condición de hombre se humilló a sí­ mismo en obediencia al Padre hasta la muerte y muerte de cruz".     

Dios nos ama de manera que en un acto de su propia voluntad murió en la cruz para pagar por nosotros y perdonar nuestros pecados, y justificarnos ante el padre "Si confesamos nuestros pecados él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad", "Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos ante el Padre, a Jesucristo", "En esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados". ¿Queda esto último claro? está en lí­nea con su predicación de "Arrepentí­os, porque el reino de los cielos se ha acercado".   

En su amor y mediante nuestro arrepentimiento y su perdón, nos eleva a la categorí­a de hijos "A todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre les dio potestad de ser hechos hijos de Dios", "Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios", "Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser, pero sabemos que cuando él se manifieste seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es".    

Obviamente una pregunta surge de inmediato ¿Por qué la mayorí­a de personas no experimentan ese amor? La respuesta es obvia también, vivimos en un mundo bajo maldición, en un mundo que cayó de la gracia de Dios, donde el pecado y la maldad humana producen como consecuencia sufrimiento y muerte. Todos hemos heredado esa condición y ese mundo.

Otra razón es que el pecado individualmente trae consecuencias, es una cuestión de causa y efecto, tarde o temprano, "Todo lo que el humano sembrare eso también segará". De acuerdo al contexto bí­blico Dios detesta el pecado, precisamente por eso vino Jesús para librarnos de esa maldición, para que tuviéramos la oportunidad de arrepentirnos, pedirle perdón y ser salvos de condenación, de esa manera Dios a través del sacrificio de Jesús nos ve limpios, justificados, santos. Para Dios ser santo es estar libre de pecado, en ningún momento es porque alguien haga buenas obras, la cual es la falsa base de la religión para canonizar sus "santos", pero no la base de Dios.

Una vez limpios, justificados y santos, Dios pone nuestras vidas bajo su control y cobertura, para que poco a poco vayamos dejando esos rudimentos en los que hemos estado envueltos en el mundo a través de religiones, filosofí­as e ideologí­as humanas y comencemos una vida nueva a través de una relación personal con Jesús.      

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El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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