Un propietario o gerente general de empresas mediáticas jamás, en su vida, dirá que es, o fue, corrupto. Tampoco lo dirá un expresidente de la República. Pero sí: Hasta un hipopótamo del zoológico, fallecido o asesinado, es posible convertirlo en campo de escaramuzas mediáticas de la reacción.
La trama y el suspenso mediático creado en torno al paquidermo desnuda, sin más, el tejido humano de los que actúan en los medios hegemónicos y sus intermediarios directos.
¡La muerte del hipopótamo ha sido más importante que el seguimiento de la corrupción de sus propios colegas, socios y/o contratantes de empresas mediáticas!
El llamado Sector 9 de la prisión de Mariona se convirtió sorpresivamente en albergue, por lo menos temporal, de importantes personajes de la agenda informativa-cultural que consume buena parte de la población salvadoreña. Todos ellos, previamente, intachables. Iban a misa. Respetables. Daban “sano” entre-tenimiento y “decían la verdad”. Todos, con apariencia de honrados y creativos ejemplares.
No se pretende hacer de esto un asunto personal, pero es evidente que la corrupción es genética en las empresas mediáticas hegemónicas. En ese Sector 9 está quien fuera gerente y directivo de TCS, así como secretario de comunicaciones en gobiernos de ARENA. Otro exsecretario de juventud, de Anda y conductor de un programa radiofónico que abordaba con pasmosa serenidad las álgidas coyunturas actuales sobre un billar.
Allí está otro símbolo mediático: exconductor de un programa de TCS de entretenimiento visto por niños, niñas, jóvenes y adultos. Conducía programas de radio que también rayaban en la obscenidad y vulgaridad.
No podía faltar un exconductor de programas de radio, propietario de un emporio de radios y expresidente de la República con sello de ARENA.
Nadie puede decir que no son inteligentes… aunque se les cayó el zapote.
En esta madeja de los medios, hasta saltó a la palestra una muchacha que vinculan con drogas de Sinaloa. Tan guapa se miraba.
Se agregan al “normal” tejido del maquillaje mercantil-democrático, cubiertos de decencia y cristiano comportamiento, una red de empresas de publicidad que trabajan artística y culturalmente para seducir a la audiencia para que ésta se rinda en su convicción íntima al consumismo que ilumina el mercado: la realización del ser humano.
Fuera del Sector 9, otro ha optado por correr a candidaturas de ARENA, procedente de TCS.
Hay otro caso, exconductor mediático y expresidente que se asiló en Nicaragua, cargando aún acusaciones sin comprobar, pero con prácticas éticas que jamás corresponderán a lo que llegó a representar.
Las fibras de la corrupción son integradas por propietarios, jefes editoriales, de información y a sus subalternos intermediarios directos: reporteras, reporteros, periodistas, presentadores, locutores, analistas, entrevistadores… al servicio del mercado.
Otros siguen propalando rumores y chismes de forma “inteligente”, como el mono y el zapote, provocando ansiedades, incertidumbres, mezclados contractualmente con empresas de los que ya comparten el Sector 9.
No son buenas personas. Son malas personas con megáfonos de incertidumbre.
Por favor: no vayan a lanzarle bolsas de agua a los del Sector 9.