Pocos líderes políticos o empresariales entienden hacia donde se dirige el país. Hoy por hoy, El Salvador se encuentra sin un rumbo definido que lo lleve hacia el desarrollo económico. Para poder sugerir un rumbo hacia el desarrollo económico con seriedad, se deben reconocer dos cosas fundamentales de nuestro país: (1) El Salvador es un país con una mínima dotación de recursos naturales, y, por ende, (2) nuestra gente es todo.
Como consecuencia, la educación es lo único que garantiza el desarrollo económico sostenido de El Salvador a mediano y largo plazo. Esto no es decir que no existan otros ámbitos que son necesarios para el desarrollo (por ejemplo, infraestructura y sistemas de telecomunicaciones funcionales, etc.). Sin embargo, pocos pueden argumentar que la educación no esté por encima de estos otros aspectos.
Una vez establecido y aceptado que la educación es determinante en el desarrollo y progreso económico, el asunto rápidamente se torna en una interrogante ¿Cuál es el nivel óptimo de inversión en educación en El Salvador?
Muchas cifras se arrojan al aire para el escrutinio de la opinión pública. En su mayoría (si no es que todas) son cifras de inversión de otros países. Nuevamente los salvadoreños estamos cerca de sucumbir al mal hábito de calcar y copiar lo que vemos en otros países (que poseen otras realidades) para resolver nuestros problemas. Cuando, determinar el nivel óptimo de inversión en educación en El Salvador (considerando todas las idiosincrasias de este pueblo) es posible. Simplemente, requiere de trabajo arduo.
Existen muchos métodos de cómo se puede determinar el nivel óptimo de inversión en educación, a continuación, se expone uno:
Se inicia midiendo el nivel actual de desarrollo económico nacional. Con base a esta estimación, se obtiene el número requerido de personas con los distintos tipos y niveles de entrenamiento o educación que el país demanda para desarrollarse (proyectándose a 1, 5, 10 y 20 años hacia el futuro). Luego, se elabora el programa de educación que proveerá ese capital humano, y por último se entrenan a los profesores para formar dicho capital.
Los márgenes de error aumentan rápidamente con los plazos que se consideran (1, 5, 10 y 20 años hacia el futuro). Sin embargo, la probabilidad de que exista escasez de capital humano necesario para desarrollar el país si no se toma acción, es tan grande, que un ejercicio en previsión es mucho más preferible a no tomar acción.
Lo que se necesita del actual gobierno es más claridad sobre cuales industrias dentro de los sectores de la economía salvadoreña son a los que se les está apostando. Sería anti-ético no hacer mención de los esfuerzos claros y tangibles que el Ministerio de Economía (MINEC) está llevando a cabo con las MYPES (véase la Memoria de Labores 2015-2016 MINEC). El MINEC está haciendo grandes esfuerzos en muchos ámbitos de la economía nacional.
Sin embargo, no se pueden tener muchas prioridades. Se le pueden apostar nada más que a tres (a lo sumo cinco) industrias para desarrollar económicamente a la Republica de El Salvador. Una vez consensuadas y establecidas las industrias a las que se les está apostando, la educación se puede especializar y orientar a capacitar al capital humano necesario. Mientras no veamos acciones contundentes en este sentido, el camino hacia el desarrollo económico eludirá a El Salvador.