Fui juramentado como Presidente de El Salvador el 1 de junio y, durante mi discurso inaugural, repetí mi promesa de campaña para terminar con la corrupción, hacer nuestra prioridad número uno la tranquilidad y seguridad de nuestra gente y crear las condiciones económicas correctas en casa para que nuestros ciudadanos no sean forzados a emigrar a los Estados Unidos. Esas son promesas que pretendo cumplir.
Para demostrar mi seriedad sobre el combate a la corrupción, lo primero que hice fue terminar con el nepotismo y el despilfarro gubernamental despidiendo a funcionarios bien pagados pero que no estaban calificados, quienes también eran parientes del anterior presidente y diputados de la Asamblea Legislativa por el partido que acaba de salir del poder. Estas fueron decisiones populares, pero también fueron las correctas en términos de rendición de cuentas para nuestros contribuyentes.
Para combatir la inseguridad en nuestras ciudades y pueblos, nuestro Gobierno lanzó un amplio plan para atacar las pandillas criminales conocidas como “maras”. Nuestra estrategia incluye identificar las fuentes de financiamiento de los grupos criminales, acabando con el lavado de dinero y las redes de extorsión que ellos utilizan, recuperando los centros históricos de nuestras principales ciudades que son acechadas por pandillas y desmantelando las redes de comunicación que vinculan a los pandilleros en las cárceles con sus cómplices afuera, incluyendo aquellos que viven fuera del país.
Construir un El Salvador seguro es el primer paso para acabar con el éxodo de salvadoreños hacia Estados Unidos. La principal razón que mencionan nuestros compatriotas para huir del país es la falta de seguridad y tranquilidad que enfrentan en sus propios vecindarios.
Nuestro plan está ya dando resultados positivos. Estamos viendo una reducción de los homicidios y hemos arrestados a más de 2 mil sospechosos de crímenes; también retomamos el control de las prisiones, donde hemos llevado a cabo requisas para decomisar teléfonos y armas –e incluso routers y computadoras portátiles- usados por los cabecillas de pandillas para cometer delitos.
Solo combatiendo de frente el crimen organizado seremos capaces de tener un El Salvador más seguro. Al mismo tiempo, nuestro plan está dando a miles de mujeres y hombres jóvenes una alternativa para no unirse a las pandillas al crear centros de capacitación técnica. Al proveerles oportunidades de entrenamiento, estamos haciendo lo correcto para nuestra juventud, incluyendo a jóvenes miembros de pandillas cuya esperanza de vida es de 25 años.
El trabajo con el mayor desafío por delante es crear las condiciones económicas adecuadas para que nuestra gente no deje el país en busca de oportunidades en otra parte.
Nuestra gente no huye de sus casas porque ellos quieren, ellos huyen debido a que sienten que deben hacerlo. Nuestra máxima prioridad es darle a todos los salvadoreños una oportunidad para perseguir sus sueños aquí mismo en casa.
Para lograr esto, El Salvador necesitará más inversión extranjera directa y estamos trabajando duro para atraer inversionistas. Recientemente anunciamos la construcción de una planta de energía que recibirá más de 350 millones de inversión de la Corporación de Inversiones Privadas en el Extranjero (OPIC, en inglés), fondos del Gobierno de Estados Unidos. Solo este proyecto creará más de 1 mil 500 empleos. Queremos más de este tipo de asocios con los Estados Unidos y su comunidad empresarial.
Mi Gobierno trata de revertir décadas de lento crecimiento económico y disminuir los niveles de pobreza y desempleo. Estos problemas son causados por nosotros. Por años, las políticas de los gobiernos anteriores le fallaron completamente al pueblo salvadoreño. Creo que estamos haciendo las cosas bien y la gente de El Salvador está de acuerdo. Mi Administración tiene altos niveles de aprobación, la gente está apoyando de lleno nuestros programas y nuestro Gobierno. No podemos fallarles.
Mi esperanza ahora es que el pueblo de los Estados Unidos y su liderazgo en Washington reconozcan y apoyen nuestros esfuerzos. Tenemos apoyo bipartidista en el Congreso y amigos en Washington que entienden nuestra situación y han prometido trabajar con nosotros. No estamos buscando regalos pero, sí en cambio, inversiones y buenas relaciones. Queremos convertirnos en un modelo de cómo detener el flujo de migración irregular hacia el norte, y queremos hacer esto por medio de una alianza cercana con los Estados Unidos.
El pasado fin de semana, tuve la oportunidad de conversar sobre estos temas directamente con el Secretario de Estado, Mike Pompeo, durante su visita a El Salvador. Fue una gran oportunidad para dejar claro que estamos listos para fortalecer nuestras relaciones bilaterales. Nuestra intención es tener una alianza sólida con los Estados Unidos, para encarar los diversos asuntos que tenemos en común y llevar seguridad y prosperidad a nuestras respectivas naciones.
El pueblo de El Salvador quiere trabajar y, créanme, ellos preferirían hacerlo en casa y no emprender ese peligroso viaje hacia el norte, lejos de sus familias. Mi promesa es restaurar la dignidad para mi gente y crear oportunidades en casa, y de esa forma ningún salvadoreño sentirá que él o ella debe dejar su patria.
*Artículo publicado originalmente en inglés en la sección de Opinión del diario The Washington Post el martes 23 de julio de 2019. Esta traducción es una cortesía y no debe tomarse como oficial.
San Salvador, 24 de julio de 2019