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"Hay tiempo que recuperar y los cambios dan inicio de inmediato, los chillidos de los dueños de finca y la intervención extranjera suben de tono, siendo ahogados por la satisfacción de un pueblo que esculpe su futuro de la mano con el gobierno que eligió": Ernesto Panamá

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Por Ernesto Panamá, escritor


El domingo 3 de febrero del 2019, hace tres años diez meses y siete días la expresión soberana de los salvadoreños se dejó escuchar tan fuerte y clara que el poder gobernante por más de medio siglo, debió aceptar su derrota.

La derrota había sido parcial, perdían el poder ejecutivo, pero ellos controlaban aún el poder legislativo y el judicial, poderes con los que consideraron serían capaces de mantener al ejecutivo bajo sus órdenes.

Esta era también mi opinión.

Es claro que el trabajo conjunto de los tres poderes es el escenario ideal de trabajo de este tipo de gobierno, pues se requiere de aprobaciones legislativas y de la acción judicial para la implementación de las políticas gubernamentales, y esta condición no se daba.

En marzo del 2020 la pandemia azota al mundo y El Salvador cierra sus fronteras. Viéndose forzado el manejo gubernamental a priorizar acciones imprevistas.

Por más elaborado y bueno que tu plan de gobierno fuese, debías improvisar políticas para salvar vidas con rapidez y efectividad. Nadie de los que votamos por el presidente Bukele tenía la certeza de que él y su gabinete fuesen a tener la capacidad de hacerlo, además de contar con falta de cooperación de los poderes legislativo y judicial.

Los derrotados, los dueños de la finca y sus lacayos legisladores de izquierda y derecha, miembros de la Corte Suprema y sistema judicial se volcaron a restringir el accionar ejecutivo, sin contemplar que el afectado finalmente eran los salvadoreños. Estaba claro que su prioridad era su bolsillo y no la vida de los salvadoreños.

La sorpresa fue mayúscula, el presidente y su gabinete mostraron una capacidad de improvisación que puede valorarse en que se “salvaron millones de vidas de salvadoreños” y fuimos capaces de brindar ayuda a nuestros vecinos.

Las rabietas de banqueros, sus sobalevas y parásitos estuvieron a todo volumen criticando todas y cada una de las acciones gubernamentales que los salvadoreños recibían con sorpresa y agrado, diagnóstico y vacunas gratis, ayuda alimentaria, servicios de hospitalización, aumento salarial, etc. En segundo plano quedaron prioridades como la educación, el combate a la delincuencia cuyo presupuesto se vio reducido, pero no falto el genio que expresara: que dotar de equipo a las fuerzas de seguridad y fuerza armada, fuese proporcionarles los medios para que los reprimieran, que se malversaba dinero de vacunas, equipamiento de hospitales, etc., mientras la vida sus hermanos era salvada.

En el 2011 debe elegirse nuevo poder legislativo y de este depende la elección del poder judicial.

El poder gobernante anterior, el de los dueños de la finca, para consolidar los tres poderes del estado debían comprar los votos de la oposición, controlando la mayoría absoluta legislativa que además les permitía elegir a su Corte Suprema de Justicia.

En esta elección Nuevas Ideas (NI) participaba como partido por primera vez a nivel nacional, es decir era un partido desconocido, que como única referencia positiva tenía año y medio de buena actuación presidencial, la que era acompañada por una sádica experiencia de explotación que se extendía desde 1956 hasta la fecha, período en el cual ningún partido había logrado mayoría absoluta a causa del sistema residuos electorales establecido.

Esta elección legislativa era una incógnita, un partido participa por primera vez, la votación legislativa anterior obtuvo una la más baja participación electoral. Si era predecible que NI sumaria nuevos diputados y compartiría poder con los viejos partidos, lo que facilitaría la gobernabilidad.

Algo que en mi análisis no considere fue lo conocido como consciencia popular, es decir que tanto la población con derecho a voto ha aprendido a diferenciar entre verdad y propaganda.

Febrero 2011, la seguridad de una fuerte presencia parlamentaria de NI está garantizada, El pero el escrutinio final deja plasmada una realidad sin precedentes, Nuevas Ideas obtiene mayoría calificada y sumados los votos tres facciones políticas que la apoyan, teniendo entonces los votos legislativos para cambiar la corte suprema de justicia, “el pueblo” gana el derecho a elegir los tres poderes que lo gobernarán.

Hay tiempo que recuperar y los cambios dan inicio de inmediato, los chillidos de los dueños de finca y la intervención extranjera suben de tono, siendo ahogados por la satisfacción de un pueblo que esculpe su futuro de la mano con el gobierno que eligió.

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Ernesto Panamá
Ernesto Panamá
Columnista de ContraPunto, Escritor salvadoreño; Máster en Edición, con 13 obras publicadas

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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