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El Rio está Llamando

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"Con la marcha de este miércoles 15 de septiembre quedó demostrado que además del desencanto y la desaprobación por las decisiones de este, que generan indignación, la gente comienza a pasar a la acción", dijo Benjamín Cuéllar.

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“¿Por qué me preguntas compañera dónde fui con mi sangre, si lo sabes? Es que el rio llamaba, una sola esperanza. Nos decía adelante… ¡Adelante!”. Así inicia la magnífica lírica del querido Julio Lacarra, que acá en nuestro país popularizó el Quinteto Tiempo. Casi un himno. Sirvió mucho, muchísimo, para sumar voluntades y participación organizada en la década de 1970 sobre todo. Al marchar por las calles de San Salvador ‒este recién pasado miércoles 15 de septiembre‒ la sentí resonar en mis oídos a lo largo del recorrido de una multitud que salió a expresar su descontento, quizás su desencanto y también su desacato.

Su descontento frente a las violaciones de sus derechos al agua y la salud, a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, a una buena alimentación, a una educación accesible y de calidad, a la seguridad y la integridad personales, al empleo digno y la estabilidad laboral, a un salario adecuado, a una jubilación decorosa y una pensión decente, a la transparencia y el acceso a la información pública, a la verdad en el caso de las víctimas desaparecidas y después aparecidas en la fosa común de Chalchuapa, a una justicia independiente… Además, no todo fue a favor del respeto de derechos sino también en repudio al deshecho llamado bitcóin y al alto costo de la vida. Y así “fue por vos mujer, por nuestros sueños, que cargué en mi pecho el estandarte”.  

Hubo quienes salieron a expresar su desencanto “rápido y furioso”. Se trató de mucha gente que había vuelto a creer que “ahora sí” las cosas cambiarían; que se volvió a entusiasmar, hasta el frenesí, porque el “mesías” de turno había logrado reducir a la más mínima y vergonzante expresión política a los otrora grandes contendientes, hasta achicar su peso específico a la categoría “mínimo” ‒también conocida como “paja”‒ volviéndolos incapaces de enfrentar rivales de mayor nivel y densidad. Los “mismos de siempre”, los bautizó, mientras se hacía acompañar bien cerca de muchas y muy destacadas figuras desgastadas altamente representativas de lo “peorcito” que anduvo entre esos “mismos de siempre”. “Pero ellos triunfaron, sin pena ni gloria…”

Desacato hubo también a la palabra iluminada, al autoritarismo insolente y a la amenaza velada porque la gente que lo tuvo ‒además de perder la reverencia y la paciencia‒ ya comenzó a dejar atrás el miedo y empezó a desatarse con una creativa insolencia que se reflejó ese día en las mantas y los carteles, las paredes y los muros. 

“Crecí en las balas y a mis 50 años digo: ‘Reelección obliga a la insurrección’. Art. 88 Cn”. “Si el campo no produce la ciudad no come”. “La clase trabajadora rechaza la criptomoneda”. “El que no quiere a su patria no quiere a su madre”. “No nos faltan recursos, nos sobran ladrones”. “Mamá salí a defender mi libertad, si no regreso me fui con ella”. “Violar la Constitución no es chivo”. “Podrás quebrar el Estado, pero nunca el espíritu de un salvadoreño”. “De atún, bitcóin y macarrones no vive el pueblo. ¡Trabajo digno urge!” “La Policía nos desaparece”. “Pagarás como los mismos de siempre. El pueblo te lo cobrará”. “Estado misógino”. “Yo marcho porque finalizó la guerra, pero no iniciamos la paz”. “No al lavado de dinero corrupto”. “No a la justicia por tuit”.

Con esas y muchas más quejas y consignas se expresaron quienes se manifestaron en las calles capitalinas. No habló Zaratustra, pero sí lo hizo mucha gente; poco a poco, ya está hablando fuerte y hasta gritando. Eso asusta. Se notó al final del día cuando solo, sin pueblo, y más o menos bastante mal acompañado Nayib Bukele repitió casi literalmente lo que ya había advertido. “En 2 años de Gobierno, aún no hemos usado una tan sola lata de gas lacrimógeno, y nos llaman ‘dictadura’”, tuiteó el 9 de julio del presente año. Así dejó abierta la posibilidad de reprimir la cólera social expresada públicamente; y ya no por esa vía sino en un acto oficial, lo acaba de reiterar ante los ojos del país y del mundo.

Con la marcha de este miércoles 15 de septiembre quedó demostrado que además del desencanto y la desaprobación por las decisiones de este, que generan indignación, la gente comienza a pasar a la acción. Ambas, para ser realmente efectivas, exigen dar el salto a la organización popular en defensa de sus intereses. Porque “la lucha es larga. El rio está llamando y nos dice adelante, adelante… Adelante compañera, salgamos a la calle. No nos entreguemos y hagamos que esto… ¡ande!”

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Benjamín Cuéllar Martínez
Benjamín Cuéllar Martínez
Salvadoreño. Fundador del Laboratorio de Investigación y Acción Social contra la Impunidad, así como de Víctimas Demandantes (VIDAS). Columnista de ContraPunto.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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