viernes, 10 enero 2025

El regreso de Kareen Spano al teatro

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La actriz peruana, Kareen Spano brilla en su interpretación, con momentos claves en la discusión de la escalera, la dramatización de su cuerpo en una convulsión de ira, dolor y contención.

Por Hans Alejandro Herrera Núñez.

Llega a Lima muy posiblemente la obra de teatro del año, Señorita Julia, dirigido por  Jean Pierre Gamarra (premio Luces 2023), quien después de triunfar en el extranjero vuelve a Perú a traernos un teatro de standares europeos, con Anaí Padilla en el papel de Julia, Oscar Yepez como Juan y el regreso triunfal al teatro de la poeta y actriz Kareen Spano como Cristina.

Basada en la obra de August Strindberg, cuenta una historia sobre el poder, el control, una supuesta emancipación femenina que acaba en crudo choque de narices con una pared de ladrillo.

Julia es una aristócrata con ínfulas de mujer liberada que en la fiesta de la noche de San Juan, se encapricha con Juan. Por un lado Julia es aristócrata y Juan hombre. En un montaje salvaje y estéticamente perturbador, Gamarra nos presenta una obra encalabrinada sobre sí misma. Una historia donde la tensión del poder de unos sobre otros se hace sentir en cada momento en una lucha de sexos y clases.

El “amor” de Juan y Julia se resume en un vaivén entre dominación y sumisión, donde el tormento mutuo conduce a la muerte del más débil. Si hemos de creer a Strindberg, Juan es sexualmente superior porque es un hombre,  no siente lástima al utilizar a Julia. Sólo Cristina puede poner fin a este juego de poder,  porque sólo ella “conoce sus secretos”.

 El personaje de Cristina ofrece una vitalidad que la poeta y actriz Kareen Spano levanta como una bandera al viento. Cristina es la cocinera en la casa del conde, padre de Julia. Ella es muy religiosa, simboliza la estabilidad y el papel que debe desempeñar una mujer según la convención en el momento en que se creó el drama. Su estabilidad por otra parte acentúa la inestabilidad y las fluctuaciones de Juan y Julia. Es también Cristina una posible representación de la sabiduría, en la obra ella asocia la actitud errática de Julia a los ciclos menstruales, en otro momento prepara una fórmula para hacer abortar a una perra, en definitiva representa el conocimiento del bien y el mal.

En un momento Juan menciona que Cristina se caracteriza por “hablar en sueños”. En definitiva ella representa lo que Strindberg más odiaba: una chica de pueblo ignorante que está satisfecha con su situación. Pero esconde también lo que Chesterton exaltó de este tipo de gente, su sentido común. En un momento de la obra, Julia pasa de envalentonada a hundirse en el miedo de ser descubierta cuando Cristina se entera de sus planes. Cristina le  habla a Julia sobre Dios y el perdón, sin éxito. Poco después, cuando se recibe la noticia de que el padre de la señorita Julia, el conde, ha vuelto, los amantes que se iban a fugar  pierden el coraje y la tragedia se precipita en el desastre de Julia.

La obra se basa en el desprecio: el desprecio de Julia por sus sirvientes se refleja en el desprecio de éstos por sus amos. El orgullo de Julia coincide con el de Juan. Prisionera de su orgullo quiere dominarlo. Cristina también juzga duramente a sus amos, pero sabe cuál es su lugar, no entra en conflicto con unas diferencias sociales que sin embargo aplastan a Julia, aunque las padece, Cristina es fuerte porque cree en Dios. aunque hasta cierto punto caricaturizada por Strindberg que evoca el personaje de Cristina sin complacencia ni simpatía, su piedad religiosa la ha hecho con el tiempo más profunda, quizá la única auténticamente rebelde  de  esta obra. En su prefacio, Strindberg la describe como una “esclava”, inclinada sobre sus ollas todo el día, con un carácter aburrido, religioso y monótono. Su fe sin embargo la libra del ciclo trágico que engullirá a Julia en su propia hybris. Cristina intenta explicarle a Julia, que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos y que los últimos serán los primeros.

Escrita en 1888 por August Strindberg, el drama tuvo problemas para ser presentada. La noche antes del estreno previsto, apareció la policía y la prohibió. La primera vez que se presentó en 1889 en Copenhague, fue en un evento cerrado para invitados. Siendo la esposa del dramaturgo, Siri von Essen, quien desempeñó el papel principal. El 2 de diciembre de 1907 fue vuelta a presentar en el teatro de Estocolmo, en una función para August Strindberg y George Bernard Shaw como únicos espectadores. Este año Lima tiene la oportunidad de conocer esta joya del teatro europeo. ¿Quieres sentirte escandinavamente sofisticado? Ve a verla. Con una escenografía a cargo del artista italiano Lorenzo Albani, quien viene de puestas de escena de operas y teatros en Bilbao, París y Estrasburgo, la obra se llevó acabó en Barranco, en Lima, Perú.

La actriz peruana, Kareen Spano brilla en su interpretación, con momentos claves en la discusión de la escalera, la dramatización de su cuerpo en una convulsión de ira, dolor y contención. Cómo el Santorini antes de estallar, esa es la tensión que provoca su presencia, como un escenario dentro del escenario. Han sido los doce minutos más intensos que sirven de pie a una mesa llamada teatro.

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Hans Alejandro Herrera
Hans Alejandro Herrera
Consultor editorial y periodista cultural, enfocado a autoras latinoamericanas, Chesterton y Bolaño. Colaborador de ContraPunto
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