lunes, 15 abril 2024
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El problema Trump en América Latina

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Si Trump pone en práctica la mitad de lo que ha prometido, y recorta los impuestos de los ricos y aumenta el gasto en defensa e infraestructura, la polí­tica fiscal estadounidense se volverá mucho más expansiva

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El presidente electo Donald Trump triunfó despertando lo peor en el electorado estadounidense. ¿Acarreará ahora su gobierno lo peor para los latinoamericanos, tanto en términos económicos como polí­ticos?

Las primeras señales son solo de mal agí¼ero. Ningún lí­der yanqui ha tratado tan mal a los paí­ses del sur de la frontera estadounidense y a sus ciudadanos desde la época de la diplomacia de la cañonera, hace un siglo atrás. De manera infame, Trump ha calificado a los inmigrantes mexicanos de violadores y asesinos. Y aunque los guatemaltecos, ecuatorianos y colombianos no han sido mencionados de modo explí­cito, no se sienten especialmente tranquilos. 

Tras el anunciado fin de la participación estadounidense en el Acuerdo de Asociación Transpací­fico (ATPP), compuesto por 12 paí­ses, cabe preguntarse si Trump cumplirá su promesa de renegociar las reglas que rigen la zona de libre comercio de América del Norte, o incluso marginarse enteramente del NAFTA. Los acuerdos de libre comercio con América Central, Colombia, Chile y Perú también podrí­an correr peligro.

Nadie (tal vez ni siquiera el propio Trump) sabe lo que el nuevo gobierno hará a este respecto. Un presidente de Estados Unidos puede renunciar a estos pactos de manera unilateral. Sin embargo, la gran cantidad de legislación para ponerlos en práctica fue aprobada por el congreso estadounidense, y solo puede ser modificada a través de la votación de sus miembros. Un abandono repentino y total de la reglamentación que rige no solo el comercio de bienes y servicios, sino también la inversión, la propiedad intelectual y las licitaciones públicas a través de gran parte del hemisferio occidental, no serí­a beneficioso para la economí­a ni para las empresas de Estados Unidos. Puede que el partido Republicano haya dejado de ser el partido del libre comercio, pero es difí­cil imaginar que un congreso controlado por los republicanos esté dispuesto a lanzarse a ese vací­o.

Para México y la cuenca del Caribe, el comercio con Estados Unidos es crucial. Para los paí­ses de América del Sur, que mantienen  lazos comerciales iguales o mayores con Asia ““especialmente China”“ y la Unión Europea, la macroeconomí­a y las finanzas son más importantes.

La expectativa de que bajo el gobierno de Trump se produzca un aumento en el gasto en infraestructura en Estados Unidos, ha producido un alza en el precio de diversos productos básicos; además, la incertidumbre general ha impulsado a los inversores a volcarse hacia metales como el oro y el cobre, que funcionan como activos “refugio”, seguros en tiempos turbulentos. Por lo anterior, en el corto plazo los exportadores de minerales como Chile y Perú se están beneficiando. Pero es posible que este aumento de precios sea de corta duración, especialmente si el crecimiento chino continúa su desaceleración.

Si Trump pone en práctica la mitad de lo que ha prometido, y recorta los impuestos de los ricos y aumenta el gasto en defensa e infraestructura, la polí­tica fiscal estadounidense se volverá mucho más expansiva. El resultante estí­mulo a la demanda agregada reforzarí­a entonces el argumento de que la Reserva Federal debe aumentar las tasas de interés a corto plazo de manera más rápida de lo que tení­a pensado. Aunque un cambio semejante en la mezcla fiscal-monetaria puede ser de beneficio para el crecimiento de Estados Unidos en el corto plazo, crearí­a nuevos desafí­os para las economí­as emergentes de América Latina.

Un aumento en los costos del crédito y una polí­tica fiscal más expansiva en Estados Unidos, casi ciertamente se traducirí­an en un dólar más fuerte. Esta no serí­a una buena noticia para los gobiernos y las empresas al sur de la frontera. Es cierto que en los últimos años, las polí­ticas más prudentes y los mejores marcos regulatorios han permitido el florecimiento de mercados de bonos emitidos en monedas locales. Sin embargo, en América Latina, gran parte de la deuda pública y en especial la privada, sigue estando denominada en dólares, lo que limita el monto de la depreciación de la moneda que los bancos centrales pueden permitir en respuesta a un alza de las tasas de interés en Estados Unidos.

Hace diez años, los economistas pensaban ““con considerable optimismo”” que los tipos de cambio flexibles permitirí­an que los mercados emergentes protegieran sus economí­as ante a los shocks de polí­tica monetaria provenientes de los paí­ses desarrollados. La flotación continúa siendo la mejor alternativa, pero hoy dí­a la opinión general es mucho menos optimista. La flexibilidad no solo se encuentra limitada de facto por el endeudamiento en dólares; al parecer, las condiciones monetarias en Estados Unidos se transmiten a otros paí­ses de manera bastante independiente de los regí­menes cambiarios que estos tengan.

Hélí¨ne Ray, de la London Business School, sostiene que los shocks de polí­tica monetaria estadounidense repercuten en las primas de riesgo, y que este efecto opera tanto a nivel internacional como nacional. Este mecanismo de la "toma de riesgo" para la transmisión de la polí­tica monetaria es tan poderoso internacionalmente que cuando la Fed relaja su polí­tica monetaria, el crédito aumenta en todo el mundo y viceversa. Es decir, si las tasas de interés más altas en Estados Unidos fueran de la mano con primas más altas y una reducción del apetito de riesgo por parte de los inversores, América Latina podrí­a encontrarse bajo una tremenda presión financiera. 

Y esto nos conduce a la pregunta más amplia: ¿de qué modo afectará Trump las percepciones de riesgo a través del mundo?

Larry Summers y otros observadores serios sostienen desde hace tiempo que a Estados Unidos le hacen falta inversiones en carreteras, puentes y puertos, y que dichas inversiones se autofinanciarí­an dadas las bají­simas tasas actuales de interés a largo plazo. A esta perspectiva, Trump añade recortes masivos de impuestos para los ricos. Los grandes aumentos en los déficits y el endeudamiento (añadamos a la mezcla bastante retórica nacionalista y amplia inexperiencia en polí­tica exterior) fácilmente podrí­an redundar en un alza de la aversión al riesgo y en un cuantioso incremento en las tasas de interés a largo plazo ““lo que socavarí­a gran parte de los argumentos a favor de las inversiones en infraestructura que se autofinancian”“.

Nadie quiere vivir en un mundo con tanta incertidumbre ““menos aún la población de los paí­ses de América Central y del Sur que todaví­a son vulnerables. Estas vulnerabilidades son polí­ticas tanto como económicas. Justo cuando los resultados electorales recientes en Argentina, Perú y Venezuela, junto con la limitación de los periodos presidenciales de los titulares en Bolivia y Ecuador, apuntaban a que América del Sur estaba llegando al fin de un ciclo de populismo de izquierda, Estados Unidos y gran parte de Europa parecen estar entrando en un ciclo de populismo de derecha.

En América Latina no faltan demagogos que probablemente traten de imitar la campaña de Trump. La lección de que no se puede decir nada que sea tan inaudito que los medios de comunicación no lo cubran, no pasará  inadvertida, como tampoco que los beneficios de recibir mayor atención pesan más que el costo polí­tico de la barbaridad expresada. Al igual que en Estados Unidos y Europa, la inmigración ““no de paí­ses musulmanes sino de naciones vecinas”“ podrí­a constituir un blanco conveniente. Lo mismo podrí­a ser el nacionalismo: hay cierta simetrí­a poética cuando activistas locales de izquierda se quejan acerca de las amenazas a la autodeterminación nacional ““como lo hizo Trump”“ al criticar al TPP y otros acuerdos comerciales.

El efecto secundario más peligroso de la victoria de Trump para América Latina podrí­a ser el retorno a las contraproducentes polí­ticas del populismo. Solo queda esperar que durante su gobierno, Trump juegue con sus promesas electorales del mismo modo que lo hizo con la verdad durante su campaña.

Traducido del inglés por Ana Marí­a Velasco

Andrés Velasco, ex Ministro de Hacienda de Chile, es Professor of Professional Practice in International Development en la Escuela de Asuntos Públicos e Internacionales de Columbia University, Estados Unidos

Copyright: Project Syndicate, 2016. www.project­syndicate.org

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Andrés Velasco
Andrés Velasco
Andrés Velasco, excandidato a la presidencia y ex Ministro de Hacienda de Chile, es Decano de la Escuela de Políticas Públicas de la London School of Economics and Political Science. Analista internacional de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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