lunes, 15 abril 2024
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El presidente Saca y los cuarenta ladrones

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Si Flores robó y Saca robó, se puede decir que la sustracción de dinero público para desviarlo a manos privadas y partidistas ha sido más bien una pauta de comportamiento polí­tico por parte de la dirección de la Alianza Republicana Nacionalista. Si Flores robó y Saca robó, cabe suponer que seguí­an una tradición aceptada dentro de su partido. De ahí­ que se pueda sospechar que sus antecesores también actuaron de forma semejante.

Ante la pasividad o indiferencia de su socio presuntamente radical, Mauricio Funes decidió sumarse a esa tradición que visualiza el dinero público como una especie de botí­n a repartir entre Alí­ Babá y sus cuarenta funcionarios y allegados más cercanos.

Dejemos claro que si todos ellos robaron lo hicieron en tanto que eran jefes de una banda, cabeza de una organización. Y que si tomaron dinero para sí­ mismos resulta obvio que también lo distribuyeron a sus cómplices. Capturar al jefe sin tocar a “todos” los receptores de un botí­n mal habido solo puede entenderse como una ingenierí­a jurí­dica al servicio del poder y la impunidad.

Pero en esta tragicomedia hay muchos actores y entre ellos debemos contar a aquellas instituciones encargadas de vigilar que prácticas como las señaladas no se produzcan o que, en caso de darse, su función sea imponer los castigos que la ley reserva a tales delitos. A esta larga corrupción la ha acompañado la “sorprendente” ceguera de los funcionarios encargados de vigilarla y castigarla.

Los casos de Flores, Saca y Funes nos hablan de una corrupción sistémica a causa de su recurrencia más allá de las ideologí­as, pero también nos hablan de un fallo sistémico en las instancias del Estado encargadas de impedir que tales prácticas ocurran. Hay una profunda grieta en el diseño de nuestra división de poderes y esa grieta ha permitido a Flores, Saca y Funes y posiblemente a sus antecesores.

Tenemos que levantar la mirada, señoras y señores, para contemplar con serenidad y crudeza el paisaje polí­tico de todos estos años. Solo así­ podremos encarar con lucidez este problemático presente.

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Álvaro Rivera Larios
Álvaro Rivera Larios
Escritor, crítico literario y académico salvadoreño residente en Madrid. Columnista y analista de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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