La trilogía moderna del Planeta de los Simios (Rupert Wyatt: ‘Rise of the Planet of the Apes´, 2011; y Matt Reeves: ‘Dawn of the Planet of the Apes´, 2014 y ‘War for the Planet of the Apes´, 2017) es una macrometáfora que engloba a la perfección la construcción de la identidad e imagen política. César es un simio, que aunque ficticio, sirve como hilo conductor para ilustrar el proceso de maduración ideológica y liderazgo político al frente de un nuevo pueblo racional en el mundo: los simios.
Las cintas, al igual que sus predecesoras (1968, 1970, 1971, 1972 y 1973), son una clara crítica a las ideas occidentales de pertenencia, identidad y civilización. Sin embargo, la construcción del líder y protagonista cambia de una versión a la otra. La primera saga plantea el conflicto desde la perspectiva humana, mientras que la segunda, la actual que nos ocupa, muestra el proceso desde el punto de vista de los simios.
El crecimiento y evolución política de César, líder del levantamiento de los simios para escapar de la crueldad y opresión humana, puede explicarse desde tres puntos claves que podrían dar luces para interpretar las estrategias de construcción de imagen e identidad políticas usadas hoy en día.
Remarco que los primeros dos puntos contienen detalles sobre la historia y primeras dos películas. La tercera parte contiene spoilers (detalles) sobre la última entrega: “War for the Planet of the Apes”. Quien aún no ha visto la película o no quiera saber nada sobre el final de esta trilogía podrá decidir si sigue leyendo o no este artículo.
Consciencia e identidad
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Durante la primera película podemos ver no solo el origen de César como animal y su desarrollo intelectual debido a un suero que una industria farmacéutica prueba en simios. Además, es posible ver su nacimiento como animal político, que podría decirse sucede cuando este comprende su lugar dentro de la sociedad humana, antes que dentro de la comunidad de primates.
¿Por qué? Porque una de las primeras características del ser político radica en su definición como lo que NO es. Por ejemplo, la sociedad salvadoreña actual. Las últimas encuestas dicen que la mayor parte de la población no se identifica con ninguno de los partidos mayoritarios. La sociedad, al menos la encuestada, ha decidido qué es lo que NO es: partidista.
Pero volviendo a la película, César se da cuenta de que no es humano, que no pertenece, aunque quiera, a su lógica social y a su círculo de aceptación.
El lugar dentro de las estructuras sociales define la propia ideología generalmente en negativo. Los discursos políticos están plagados de este tipo de ideas. “Nosotros no somos como ellos…”, “No somos como los de siempre…”, “Somos diferentes…”, etc.
Liderazgo y pertenencia
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La segunda fase tiene que ver con lo que viene después de la definición política, y es la creación de un lazo de pertenencia. Esta vez, sí es lo que sucede cuando César está junto al resto de simios, cuando logra posicionarse como su líder y consumar su ideología en la práctica.
En este punto, la pertenencia, el “no ser igual que”, se interioriza. La militancia y la identidad son factores claves para que el líder pueda desenvolver su rol social.
La defensa de la territorialidad se vuelve un punto clave además. La confrontación y lucha por defender los propios principios y pasarlos como “los correctos” se vuelve más fuerte, ya que la ideología se convierte en un modo de vida para los personajes de la película. Además, esta parte de la historia destaca la irracionalidad de la confrontación entre especies (¿partidos políticos?).
Spoilers: Relevo político y consolidación ideológica
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El recorrido de César es una obra a tres actos: identidad, conflicto y llegada a la tierra prometida. La tercera parte de la cinta es un éxodo bíblico reinterpretado por primates: el pueblo oprimido liberado por un mesías que se redime, atraviesa un desierto (siempre como símbolo de prueba purificadora) y llega a la tierra prometida. Igual que el libro bíblico, Moisés/César no podrá entrar a este paraíso. César debe cerrar allí su círculo como líder. ¿Por qué?
César representa al líder político de confrontación, a uno que forjó su ideología y visión social a partir del conflicto, de la guerra. La paz debe ser liderada por otros personajes. Esto puede verse en las películas de 1968 (Planet of the Apes) y 1970 (Beneath the Planet of the Apes), donde una clase específica de simios gobierna su sociedad.
Pasar esto al contexto salvadoreño podría ayudar a identificar algunos puntos importantes, como el hecho de que actualmente el país está dividido entre las dos fuerzas partidarias que siguen representando a los dos bloques que antes se enfrentaron de manera violenta. No debe sorprender la falta de entendimiento y de racionalidad. Su búsqueda consiste en un interés partidario: la destrucción de la imagen del adversario.
Algo similar a lo que César vive con el coronel McCullough, su antagónico en la última película. Se trata de dos visiones opuestas. En la película nunca se posiciona ninguna de las dos como “la correcta”, porque ambos luchan por defender a su propia especie. Sin embargo, una vez superada esta fase, el héroe debe salir para convertirse en ícono ideológico.
Al final de la cinta, justo antes de que César muera por la herida de una flecha, se sienta y mira a su ‘pueblo´ alegrarse por su arribo a la tierra prometida. Allí, Maurice, el orangután amigo de César, le dice: “Tu hijo sabrá quién fue César… y lo que hizo”.
Más allá del dramatismo de la escena, esto conecta directamente con la película de 1968, en la que hay continuas referencias al legado de César como líder. Es venerado por los simios como un santo. Su legado y valor político se abstrae como normativa ideológica, igual que lo que pasó en la Rusia soviética tras la muerte de Lenin.