domingo, 14 abril 2024
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El periodismo y la soledad frente al poder

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Han pasado casi dos décadas, desde aquellas entrevistas, él ya murió y sigo pensando que la democracia salvadoreña, todaví­a tiene una deuda con periodistas

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Ocurrió en abril del año 2000, comenzábamos el siglo. En la sala de espera de casa presidencial- la antigua ubicada en San Jacinto- hemos sido convocados periodistas de las principales radios noticiosas de entonces, en esas maní­as de balances anuales. Se trata del primer año de gobierno de Francisco Flores, esa primera etapa de apertura en su primer año de gobierno

Seguí­amos con agudeza sus decisiones de mandatario desde la óptica periodí­stica, posteriormente con el paso del tiempo su mandato se volvió difí­cil, hablar con él no era fácil pero tampoco imposible, en momentos de crisis, terminaba concentrándose en su trabajo “entre las blancas paredes y gruesas cortinas de casa presidencial” como lo expresara él mismo, a través de los primeros discursos que le elaboró Federico Hernández, quien le ayudó inicialmente en la redacción de sus primeros discursos.

Los convocados fuimos: Nery Mabel Reyes de YSKL 104.5 FM, el desaparecido Roberto Castañeda propietario entonces de la Radio Sonora 104.5 FM, Antonio Saca, de Radio La Chévere 100.9FM y quien escribe este artí­culo; que para entonces en calidad de periodista acreditado a la cobertura de Casa Presidencial laboraba para la desaparecida (RCS)  Radio Corporación Salvadoreña 88.9 FM.

Reunidos los cuatro convocados en esas salas decoradas salas presidencial estilo Luis XV,  el hielo de la conversación se rompe con una improvisada discusión sobre quien entrevistarí­a primero al presidente, Nery Mabel Reyes,  sugiere  “yo tengo el cierre de edición a las once de la mañana” y necesito revisar el material” -nadie se opone-  Para no permitir la falta de caballerosidad entre los presentes.

En ese orden siguió el director radio sonora. Quedamos pendientes el resto, iniciamos una  conversación bilateral con Antonio Saca, entonces, de quien ni siquiera conocí­amos sus aspiraciones presidenciales y mucho menos que terminarí­a expulsado del partido ARENA ni en el pabellón nueve de centro penal “La Esperanza” conocido popularmente como Mariona.

Saca, ostentaba el cargo de presidente de ASDER y con total desenfado iniciamos una conversación sobre su férrea oposición a la existencia de las radios comunitarias. Me argumentó su rechazo con  la supuesta “ilegalidad en que operaban” le compartí­ mi opinión sobre la legitimidad y necesidad de romper la información alineada al pensamiento único informativo, como una forma democrática y de lo dañino para la democracia salvadoreña, pero él me argumentó: “ya vas a ver, que si acaso algún dí­a llega a gobernar la izquierda en este paí­s, ni les van a parar bola” me dijo entonces desde su postura ideológica y desde su condición de empresario radial.

Hablamos sobre Baltazar Garzón, del proceso en contra  de Augusto Pinochet y sobre el bloqueo de Cuba y me expresó fuertemente su temor “ideológico” de viajar a la isla caribeña, me aseguró sentirse más cómodo de viajar a Estados Unidos, a casa de sus hermanos particularmente a Miami, pero me confesó que le gradaban fumar puros cubanos de la marca Cohí­ba y no descartó su interés de conocer la isla.

La entrevista con Francisco Flores, se convirtió en un acontecimiento único en toda su gestión; pues jamás volvió a dar entrevistas exclusivas, excepto las que fueron “pactadas” con directores de Medios de Comunicación y entrevistadores quiens muchos calificaban de dóciles, para quienes encargaron temas poco consultados como “la dolarización de la economí­a salvadoreña”.

Francisco Flores, querí­a quitarse “el mote” que habí­a dejado la última gestión presidencial, a quien le habí­a elaborado ya varios chistes populares, producto del ingenio y creatividad del pueblo, quizá como una forma de expresión de nuestra cultura popular, como ocurrió con los siguientes mandatarios pues es la forma que los ciudadano utilizan para reprochar a los jefes de Estado su ausencia y distanciamiento luego de que son elegido por ellos.

Con voz tranquila y muestras de amabilidad, fue evacuando cada una de mis preguntas, tení­a su estilo al articular sus ideas, pensaba antes de contestar se preparaba y  ante preguntas incisivas y delicadas, pocas veces perdió la cordura, pero en honor a la verdad conmigo en dos oportunidades se puso explosivo, cuando le pregunté si condonarí­a la deuda agraria, y me dijo: ¿Qué harí­as tu periodista Rigoberto Chinchilla?  le respondí­: “yo no soy el Presidente de la República no he jurado ante la constitución, usted es el presidente” él retomó sus palabras y empezó a argumentar”¦ luego vendrí­a cuando le cuestionamos sobre la ayuda de Taiwán, cuándo calificó de “perversa” mi pregunta, después aclaramos ese incidente y no pasó nada, yo seguí­ mi labor y él su gestión presidencial.

En la entrevista de su primer año de gobierno, percibí­ que a Francisco Flores, le preocupaba que se le etiquetara de un mandatario poco pensante, le pregunté ¿quién manda en su gobierno? él trató de convencerme de la difí­cil tarea de un mandatario, Francisco Flores, no respondí­a en blanco y negro, ni en monosí­labos, me expresó su teorí­a de la “soledad frente al poder”, recuerdo que se levantó de la silla  y se observó así­ mismo, en un espejo que estaba colocado a un costado de la sala privada de la entrevista, tomó aire y  expresó: “La población no se imagina en lo más mí­nimo que es tomar decisiones, los ministros me pueden sugerir lo que quieran, pero quien manda en este paí­s soy yo”.

 Han pasado casi dos décadas, desde aquellas entrevistas, él ya murió y  sigo pensando que la democracia salvadoreña, todaví­a tiene una deuda con periodistas y lo periodistas estamos en deuda con la sociedad; contar los detalles de esas coberturas que quedaron en el anonimato, por razones, de manipulaciones, sesgos mediáticos e intereses polí­ticos de los Medios de Comunicación

Tenemos que seguir trabajando la crí­tica y la investigación  en periodismo salvadoreño y dignificando la labor. Hay una especie de megalomaní­a que recurrentemente aflora en los mandatarios  y que les hace olvidar fácilmente sus promesas y compromisos con este pueblo. La amnesia no me ha afectado”¦ en otra oportunidad compartiré las crónicas de las coberturas, donde concurrimos como testigos del tiempo, un presidente puede morir, como mueren los periodistas, pero la historia seguirá inevitablemente con o sin nosotros.

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Rigoberto Chinchilla
Rigoberto Chinchilla
Periodista salvadoreño. Graduado en la Universidad de El Salvador (UES); colaborador y columnista de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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