Por Rubén Aguilar Valenzuela
El pasado 17 de agosto, 26 exjefes de Estado y de Gobierno, reunidos en la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA), mandaron al papa Francisco una carta donde le piden “una firme postura de defensa del pueblo nicaragüense y su libertad religiosa”.
Le recuerdan que en la Declaración Americana de Derechos Humanos se señala que “toda persona tiene el derecho de profesar libremente una creencia religiosa y de manifestarla y practicarla en público y en privado”.
Dicen que la libertad religiosa “toca aspectos neurálgicos del ejercicio de otros derechos, incluidos los políticos, como los derechos a la asociación, a la reunión, e incluso a la circulación y residencia (…)”.
Advierten que “la experiencia contemporánea, viene dando lugar a persecuciones de poblaciones y colectividades por motivos religiosos por parte de Estados y gobiernos que se han separado de sus compromisos con la libertad”.
Ven con preocupación lo que ahora acontece en Nicaragua “bajo la primitiva dictadura de los Ortega-Murillo, que luego de perseguir y criminalizar a los liderazgos políticos y sociales como de cercenar de modo radical toda la libertad de expresión y de prensa, ahora avanza hacia la persecución de los líderes episcopales católicos, los sacerdotes y las religiosas (…)”.
Aseguran que el propósito es “destruir las raíces culturales y espirituales del pueblo nicaragüense a fin de dejarlo en la anomia y hacerlo fácil presa de dominio mediante la destrucción de su dignidad y la fractura de sus raíces culturales, como lo revela la reciente clausura de su emblemática Academia de la Lengua”.
Y añaden que les preocupa “la quema de iglesias y la salvaje destrucción de las imágenes del culto católico, que avanza en una línea de destrucción de bases sociales y antropológicas que mejor recuerda la quema de libros judíos, socialistas y pacifistas y de bibliotecas enteras por los partidarios del régimen nacional socialista alemán en 1933”.
Exhortan a la opinión pública de sus países “a mantener una respuesta comprometida con el rechazo de este morbo que amenaza la paz; instamos a las distintas confesiones religiosas a expresar su igual censura; y, en lo particular, dado lo que acontece bajo la dictadura Ortega-Murillo, esperamos de una firme postura de defensa del pueblo nicaragüense y su libertad religiosa por S.S. Francisco, cabeza de la Iglesia Católica universal”.
El rechazo a la dictadura crece de manera sostenida después de las amañadas elecciones de noviembre de 2021 en las que Ortega y Murillo fueron reelegidos para un quinto mandato consecutivo. La Iglesia católica es la única voz independiente que todavía tiene algún espacio, para hacer oír su palabra, pero al paso del tiempo se cierra.
La persecución de la Iglesia católica se hace cada vez más intensa. Lo que se espera es que en los próximos meses sean atacadas más obras que dependen de la Iglesia, se destruyan y quemen templos y que sean encarcelados y deportados religiosos, sacerdotes y obispos.
Hasta ahora la posición del papa y de la Conferencia del Episcopado de Nicaragua (CEN) ha sido evitar declaraciones, para evitar una escalada represiva de parte del régimen. Esa estrategia ha llegado a su límite. La dictadura solo acepta el silencio total de la Iglesia. Y esto es algo que no puede pasar. La sociedad nicaragüense confía en la Iglesia. La estrategia debe ser replanteada.
Twitter: @RubenAguilar