lunes, 15 abril 2024

El país al revés

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A algún motorista de alguna rastra le dieron ganas de tomar una siesta a la orilla de la autopista y se estaciona, cuelga su hamaca y toma su siesta como Juan en su casa, mientras algotro motorista desprevenido no notó que la rastra estaba ahí, estacionada y sin luces, y el muy desafortunado se estrella en la parte trasera (y el periódico, como siempre, dirá que el conductor que chocó iba a excesiva velocidad y no que la rastra no bebió haber estado ahí); a algún agente jefe de tránsito se le ocurrió mandar a sus subordinados a hacer un retén en plena hora pico, aunando a la trabazón; alguien en el carril del centro de alguna calle en el país pone la vía porque va a tomar la siguiente salida a la derecha y el energúmeno conduciendo atrás, a la derecha, acelera para que el del centro no pase; otro, el del Datsun 1979, transita tranquilamente a 20 Km. por hora en el carril izquierdo de la autopista entorpeciendo el flujo vehicular; otra persona acaba de salir de su casa y no le dieron ganas de orinar, pero al sentirse libre en la calle decide sacar su virilidad y ensuciar la ciudad; el banco te ofrece WiFi gratis pero viene el guardia a decirte que no se puede usar el teléfono; en su época de gloria KISS se atrevió jamás tocar en este paisito tercermundista, pero ahora ya avejentados y desvanecidos, igual que Iron Maiden, los aceptamos como novedad; los proponentes partidarios de la izquierda salvadoreña debían haber luchado por los más pobres pero…

¡En fin! Pareciera que estamos en un mundo al revés.

El escritor uruguayo Galeano denunciaba los antivalores que se toman como válidos y lo sentenciaba en su Patas arriba. La escuela del mundo al revés de la siguiente manera: Hace ciento treinta años, después de visitar el país de las maravillas, Alicia se metió en un espejo para descubrir el mundo al revés. Si Alicia renaciera en nuestros días, no necesitaría atravesar ningún espejo: le bastaría con asomarse a la ventana.

Es así: las calles del centro deberían ser para los automotores, las aceras para los peatones y los puestos de ventas tendrían que respetar a estos dos y no al revés. No se puede atraer turistas a Centro Histórico si es impasable e inseguro para transitar por el peligro de ser arrollado.

Una labor social de la alcaldía debería ser auspiciar, subsidiar o exhonerar de impuestos a negocios para que disponibilicen sus sanitarios al público y así evitar que la gente se haga en las calles por no tener los $0.25 que le exigen los cuidanderos de baños privados.

Los parques nacionales, a excepción del Cuscatlán, cierran a las 4. ¡A las 4! Y el sistema obsoleto laboral de 8 horas diarias le prohíbe a los padres llevar a sus hijos a recrearse y pasar un momento en familia.

Si un trabajador puede hacer el mismo trabajo en la oficina como en su casa, ¿por qué la fijación de mantener al empleado calentando la silla en el trabajo? Si se flexibilizara la cultura laboral de marcar las 8 horas en persona, los empleados se ahorrarían horas en el tedioso tráfico y le ahorrarían dinero a las empresas al no ocupar ese espacio con todo lo que implica. Los trabajadores con un horario flexible, y con objetivos claros y determinados, serían más productivos y podrían hacer sus diligencias en las horas que las otras oficinas están abiertas.

O comenzamos a darle vuelta al país o nos ponemos todos al revés para seguir el rumbo sin despeinarnos.

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Nelson López Rojas
Nelson López Rojas
Catedrático, escritor y traductor con amplia experiencia internacional. Es columnista y reportero para ContraPunto.
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