Por Kriscia Vázquez
Experiencias llenas de aventura que terminan en una maduración personal, vivencias retenidas como resultado de épocas pasadas, con un trasfondo histórico de verdades ocultas. Así describiría El nombre de la rosa,una obra narrativa de Umberto Eco publicada en 1980 por Penguin Random House Grupo Editorial.
Con características que reúnen la crónica medieval y la novela policíaca, el autor de esta historia nos traslada al siglo XIV, donde encontramos una serie de crímenes que se multiplican sin aparente razón, en una abadía italiana. De ello resulta una investigación relatada por Adso de Melk, un novicio y aprendiz muy curioso, que cuenta todo lo vivido junto con su maestro Guillermo de Baskerville, un hombre sabio con conocimientos muy amplios en filosofía, medicina, literatura e historia.
La novela se presenta al lector como un manuscrito elaborado por Adso en su vejez, por lo que se puede ver la transición que toma de ser una persona ingenua, a ser una persona madura y abierta de mente. Todo se desarrolla en un entorno gótico cerca del año 1300 d. C., se envuelve al lector en un ambiente religioso y se exhiben detalles del medievo que son importantes para comprender los hechos más adelante.
En la historia, los protagonistas convergen en un estilo detectivesco, ambos se unen para descubrir qué es lo que está detrás de los crímenes y a medida que van avanzando, van desafiando las leyes de su tiempo con diversas artes y lógicas. Al mismo tiempo, la intriga se hace presente, manteniendo atento hasta al lector menos curioso. Se produce una especie de caos que se va desenlazando y ordenando, mientras se refuerza el razonamiento deductivo de los personajes. En tanto se van descubriendo los cuerpos de las víctimas, se aprende cómo la biblioteca y los libros de la abadía influyen en sus muertes. El halo de suspenso se encarga de sostener a la obra y se convierte en el punto de tensión principal. Se crean en el lector sensaciones de sorpresa y anticipación, a causa de los recursos como pistas y el encubrimiento de información, que emplea Umberto Eco.
Se trata de una novela que utiliza un lenguaje culto y lleno de referencias en latín, lo que hace que los diálogos posean una gran extensión y que la lectura se torne pesada en algunos momentos. Debido a la cantidad de información que se debe digerir, la concentración es un elemento muy requerido por parte del lector.
En El nombre de la rosa, la semiótica se manifiesta de manera explícita, Umberto Eco introduce diversos signos y mensajes, donde muestra los sistemas que se dan en los procesos culturales de la época. Además, combina la ficción con el análisis bíblico, haciendo que los asesinatos sigan un orden especifico, el de los 7 pasos previos al apocalipsis.
Con una escritura compleja pero interesante, señala la importancia del conocimiento y la accesibilidad controlada que tenían los estudiosos medievales en las bibliotecas. A la hora de tratar con libros, los límites no se hacían esperar, se administraba solamente el conocimiento que era considerado adecuado y se ocultaba el que pareciera un riesgo. “Nuestra tarea en la biblioteca es preservar el saber y no investigar”, aseguraba Jorge de Burgos, el personaje que impedía a monjes y personas instruidas leer ciertos escritos.
El atractivo de la obra es la reflexión que deja sobre la censura y la búsqueda de la verdad. La cultura de los manuscritos pretendía extender los índices de libros prohibidos, imponiendo de esa manera la conformidad. Las obras se clasificaban como aceptables e inaceptables, según su influencia, y si se encontraban no aptas, podían desaparecer siendo quemadas o simplemente siendo ocultadas.
En ese sentido, la trama gira en torno al control del conocimiento y el poder liberador de este, cobrando fuerza el problema del miedo, que impide muchas veces introducirse a lo desconocido.
El nombre de la rosa muestra el papel que tuvo la Iglesia unida con sus abadías benedictinas, dejando al descubierto su ideología y su perspectiva. Da pie al desarrollo de muchos géneros literarios, siendo un híbrido y una mezcla disfrutable. Con su título, pensar en la historia que contiene se convierte en algo difícil, una inquietud. Es una novela que expresa la importancia de las ideas, mostrando diversos debates filosóficos, políticos y religiosos, mientras abre discusiones que invitan al lector a pensar y a sacar sus propias conclusiones.