lunes, 2 diciembre 2024
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El manejo de los peligros de un dólar en alza

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Durante la mayor parte de 2017, los mercados se esforzaron por ponerse a la par de las señales de crecimiento fuera de Estados Unidos, mismas que fueron notablemente más favorables de lo anticipado

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NEWPORT BEACH ““ El gobierno del presidente argentino Mauricio Macri solicitó al Fondo Monetario Internacional un préstamo con la esperanza de que dicho préstamo pueda derrotar una caí­da del peso que ha elevado las tasas de interés, y que  desacelerará la economí­a y amenazará el programa de reformas. Este cambio de suerte de la economí­a refleja, en parte, aunque no totalmente, la presión generalizada provocada por la reciente apreciación del dólar de Estados Unidos ““ un proceso que está destinado a acelerarse, porque tanto la polí­tica monetaria como los diferenciales de crecimiento están favoreciendo a Estados Unidos.

Desde hace un tiempo, la Reserva Federal de Estados Unidos sistemáticamente se ha adelantado a otros bancos centrales importantes en lo que se refiere a la normalización de la polí­tica monetaria ““ es decir, en cuanto a elevar las tasas de interés, eliminar las compras de activos a gran escala e iniciar el proceso multianual de achicamiento de su hoja de balance. Esto se amplificó este año por otro catalizador de la reciente apreciación del dólar: una divergencia creciente, y menos favorable, entre los datos económicos y las expectativas en el resto del mundo.

Durante la mayor parte de 2017, los mercados se esforzaron por ponerse a la par de las señales de crecimiento fuera de Estados Unidos, mismas que fueron notablemente más favorables de lo anticipado. Como resultado, la medida más ampliamente seguida del í­ndice del dólar ponderado por el comercio se depreció en un 10% el año pasado. Los flujos de capital hacia Europa y hacia las principales economí­as emergentes se recuperaron, ya que los inversores trataron de beneficiarse de la expansión, mientras disfrutaban de mayores rendimientos y de la posibilidad de obtener ganancias de capital provenientes de las fluctuaciones cambiarias.

 Sin embargo, en los últimos meses, los indicadores que miden las “sorpresas” económicas se han tornado negativos, a medida que el impulso del crecimiento se ha debilitado en Europa y más allá de este continente. Para citar un ejemplo dramático, los indicadores económicos en disminución causaron que la fijación implí­cita de precios de mercado de una elevación de las tasas de interés antes de la reunión de este mes sobre polí­ticas del Banco de Inglaterra se desplomara desde el 90%, es decir de un nivel de casi certeza, al 20% en unos apenas unas pocas semanas.

Ahora, hay menos capital externo que va tras el logro de ganancias en Europa y en las economí­as emergentes, y algunos capitales ya fluyeron de retorno a sus lugares de origen. Por lo tanto, se puede esperar que los factores económicos y financieros continúen impulsando la apreciación del dólar estadounidense. La única forma de aliviar esa presión al alza y mitigar los efectos de contagio es mediante respuestas polí­ticas eficaces.

La buena noticia es que hay suficientes herramientas para reducir el peligro de dislocaciones. Pero, existe la necesidad de una implementación más amplia dentro de las economí­as individuales y una mejor coordinación transfronteriza.

Sin duda, algunos pueden ver la apreciación del dólar estadounidense como consistente con un reequilibrio a más largo plazo de la economí­a mundial. Pero, como lo demuestra la situación de Argentina, la apreciación excesiva y repentina de una moneda de importancia sistémica puede desequilibrar las cosas en otros lugares.

Los mercados emergentes han sido durante mucho tiempo particularmente vulnerables a este fenómeno. En el perí­odo previo a la crisis financiera asiática de la década de 1990, muchas economí­as emergentes mantuvieron sus monedas rí­gidamente vinculadas al dólar, y los gobiernos tení­an la tendencia de endeudarse fuertemente en dólares, a pesar de generar la mayor parte de sus ingresos en moneda nacional (lo que los economistas etiquetaron como “el pecado original”).

A medida que el dólar se apreciaba en los mercados internacionales, estas economí­as se tornaron en menos competitivas y experimentaron un fuerte deterioro en sus posiciones de cuenta corriente. Las salidas de capital, tanto reales como potenciales, obligaron a los bancos centrales a elevar las tasas de interés locales, intensificando las presiones económicas contractivas y socavando la solvencia crediticia del sector empresarial nacional. La devaluación de la moneda tampoco se presentaba como una opción fácil que tomar, ya que iba a impulsar la inflación y elevar los costos del servicio de las deudas externas a niveles prohibitivamente altos.

Muchos paí­ses en desarrollo ahora tienen tasas de cambio flexibles y, al pasar a fuentes domésticas de endeudamiento, han reducido los descalces de divisas asociados con sus pasivos. Sin embargo, quedan aún dos vulnerabilidades.

En primer lugar, el reciente perí­odo extraordinario de volatilidad reprimida en los mercados financieros, las tasas de interés ultra bajas y la debilidad del dólar desataron otra oleada de flujos de capital hacia los paí­ses emergentes, incluidos los flujos de los denominados “dólares turistas”, que tienden a fluir de retorno ante la primera señal de problemas. En segundo lugar, fortalecidas por condiciones de financiamiento global excepcionalmente generosas, una cantidad creciente de empresas de los mercados emergentes han recurrido al endeudamiento externo en dólares, aumentando materialmente su vulnerabilidad financiera frente a tasas de interés más altas y fluctuaciones cambiarias adversas.

Los cambios impulsados “‹”‹externamente en las variables financieras se han convertido en una fuente de graves peligros, especialmente en paí­ses como Argentina, que tienen un historial de mala gestión económica, grandes déficits de cuenta corriente, otros desequilibrios financieros y la costumbre de perseguir demasiados objetivos con muy pocos instrumentos. Teniendo en cuenta que las economí­as de los mercados emergentes aún están estructuralmente sujetas a peligros de contagio a corto plazo, generalmente es sólo una cuestión de tiempo hasta que los problemas de unos pocos paí­ses den como resultado un endurecimiento de las condiciones financieras para el tipo de activos en su conjunto.

Más allá de desafiar la estabilidad de los mercados emergentes, una repentina y aguda apreciación del dólar estadounidense ““ y, especí­ficamente, las pérdidas en competitividad comercial que causa dicha apreciación”“ amenaza con complicar las ya delicadas negociaciones comerciales. En especial, podrí­an verse en peligro los esfuerzos por modernizar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y por establecer relaciones comerciales más justas entre Estados Unidos y China.

En este contexto, los responsables de la creación de polí­ticas deberí­an implementar medidas que quiten la presión ejercida sobre los mercados cambiarios. Esto incluye, ante todo, polí­ticas favorables al crecimiento, en particular para Europa, que, a pesar de las recientes ganancias económicas, enfrenta importantes obstáculos estructurales. Las economí­as emergentes, por su parte, deberí­an centrarse en mantener hojas de balance sólidas, mejorar su comprensión de las dinámicas del mercado y salvaguardar la credibilidad de las polí­ticas.

 Las medidas a nivel de paí­s deberí­an reforzarse mediante una mejor coordinación de las polí­ticas mundiales, especialmente para ayudar a evitar o romper los cí­rculos viciosos. El FMI, institución que pronto enfrentará más solicitudes de financiamiento, tiene un papel importante que desempeñar en este punto. El ejercicio de un poco de precaución hoy es obviamente preferible a arriesgar que ocurra un desastre que tendrá que ser arreglado más adelante.


Traducción del inglés: Rocí­o L. Barrientos.

Mohamed A. El-Erian, consejero económico en jefe de Allianz, fue presidente del Consejo de Desarrollo Global del presidente estadounidense Barack Obama y es autor de The Only Game in Town: Central Banks, Instability, and Avoiding the Next Collapse.

Copyright: Project Syndicate, 2018. www.project-syndicate.org

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Mohamed A. El-Erian
Mohamed A. El-Erian
Es presidente del Queen´s College en la Universidad de Cambridge, es profesor en la Escuela Wharton de la Universidad de Pensilvania y el autor de The Only Game in Town: Central Banks, Instability, and Avoiding the Next Collapse (Random House, 2016). Columnista Contrapunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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