Desde que en enero de 2017 se comenzaron a intensificar las publicaciones de encuestas de opinión pública sobre el trabajo de los políticos del país, aunado al lastre de las malas calificaciones que ha sufrido la Presidencia de la República por crisis económicas e insuficientes políticas de seguridad, un discurso ha logrado permear en la opinión ciudadana y encontrar cobijo de la población: Nayib Bukele y su crítica abierta a la clase política salvadoreña.
Previo a su expulsión del FMLN el 10 de octubre de 2017, Bukele se caracterizó por desafiar tanto a su entonces partido político, como a sus adversarios. Sus palabras trataron de ser el eco del cansancio que se atisbaba en la población, y lo logró. Tras su expulsión y posterior anuncio de aspiraciones presidenciales y nuevos partidos, Bukele ha sobrevivido en el espectro político nacional con más fuerza.
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El eco que sus críticas han encontrado en la población, es medible en el claro nivel de abstencionismo y desconfianza en los procesos electorales, a la vuelta de un año exacto.
En enero de 2017, la encuesta del Instituto Universitario de Opinión Pública de la UCA (IUDOP) reflejó que el 43. 9 por ciento de la población no votaría por ningún partido político si las elecciones fuesen el próximo domingo, un dato que infiere que al inicio de un año preelectoral el desencanto de la población hacia la clase política salvadoreña se manifestaba en un claro abstencionismo.
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Un año después y en plena campaña electoral, la encuesta UCA del 9 de enero de 2018 reflejó que seis de cada diez salvadoreños no irían a votar; y un 64 % de la población afirmó no tener un partido político de su preferencia.
Al parecer el discurso “más de lo mismo” que figuras como Bukele impulsaron, obtuvo la aceptación del grueso de la población caída en hartazgo político con crisis económica, altísimos índices de corrupción estatal y una galopante inseguridad apenas frenada por insuficientes medidas gubernamentales.
Bukele lo sabe y lo sabía. El 14 de enero pasado, dos días antes de conmemorar 26 años de los Acuerdos de Paz, realizó un mitin de su movimiento político “Nuevas Ideas” en Morazán, un histórico bastión de su expartido el FMLN. Ahí, en discurso público, criticó abiertamente a la clase política actual, e instó a la población a abstenerse de ir a votar o a anular su voto, como “castigo” a los partidos.
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“Así es que yo les voy a pedir un favor. El favor que les quiero pedir es el siguiente: la próxima elección que es en marzo no va haber Nuevas Ideas en la papeleta. Voto nulo y si le da pereza quédese en su casa viendo televisión”, dijo el también aspirante presidencial.
Si bien semanas después se retractó matizando que no había hecho tal sugerencia, el tema del voto nulo o voto de castigo logró calar en la población.
Las opiniones en redes sociales y de analistas políticos, daban fe que al menos estas elecciones, podría registrar los más altos niveles de abstencionismo electoral de los últimos años.
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Al respecto, ha sido el mismo Tribunal Supremo Electoral (TSE) y organizaciones ciudadanas las que han debido de incrementar campañas a favor de que la población salga a votar el próximo 4 de marzo.
Los mismos partidos políticos incluyeron en sus agendas propagandísticas la orientación al voto y la motivación al mismo.
El domingo 4 de marzo El Salvador realizará su novena elección en tiempos de paz tras el cese de una década de conflicto interno en 1992. Cerca de 5,2 millones de salvadoreños deberán renovar los 84 escaños de su Congreso y 262 concejos municipales.