Por Rubén Aguilar Valenzuela
El pasado domingo 19 de diciembre de 2021, el día de su victoria, el nuevo presidente de Chile, Gabriel Boric Font (35), leyó un discurso de nueve páginas a reglón abierto.
Habla bien de él que no haya improvisado. Revela respeto a las audiencias y también al valor que da a las palabras reflexionadas con atención.
Su discurso está muy lejos de ser el de un populista de izquierda como los que hay en América Latina donde más que las ideas, importa la estridencia y la descalificación del adversario. Privilegia la polarización.
El texto revela a un demócrata. Al inicio de su intervención dijo al referirse a la votación: “No importa si lo hicieron por mí o por mi contrincante: lo importante es que lo hicieron, que se hicieron presentes, que mostraron su compromiso con este país que es de todas y todos”.
Agradeció su participación, con nombre y apellido, a todos los candidatos que compitieron por la presidencia. Les dijo que “la democracia la hacemos entre todos, y necesitamos de cada uno”.
Y añadió “el futuro de Chile nos necesita a todos del mismo lado, del lado de la gente y espero contar con su apoyo, sus ideas y propuestas para comenzar mi gobierno. Sé que más allá de las diferencias que tenemos, en particular con José Antonio Kast, sabremos construir puentes entre nosotros para que nuestros compatriotas puedan vivir mejor. Porque los que sí nos une es el amor a Chile y su gente”.
Con sencillez, sin la arrogancia propia de los populistas latinoamericanos, que se piensa que la historia inicia con ellos dijo: “Y sé que la historia no parte con nosotros. Me siento heredero de una larga trayectoria histórica, la de quienes, desde diferentes posiciones, han buscado incansablemente la justicia social, la ampliación de la democracia, la defensa de los DDHH, la protección de las libertades”.
Se compromete, como estadista, a ser “presidente de todos los chilenos y chilenas. De quienes hoy votaron por este proyecto, de quienes eligieron otra alternativa y también de quienes no concurrieron a votar”.
Marca una diferencia fundamental con los populistas supuestamente de izquierda que dividen el país, de manera maniquea, entre buenos y malos. Ellos solo gobiernan para los suyos y no para los demás.
Como demócrata, los populistas de izquierda no lo son, sostiene “que desestabilizar las instituciones democráticas conduce directamente al reino del abuso, la ley de la selva, y el sufrimiento y desamparo de los más débiles. Vamos a cuidar la democracia, cada día, todos los días”.
Y añade “que los avances, para ser sólidos, requieren ser fruto de acuerdos amplios. Y que para durar, deben ser siempre peldaño a peldaño, graduales, para no desbarrancar ni arriesgar lo que cada familia ha logrado con su esfuerzo”.
La primera intervención de Boric Font como presidente de Chile da cuenta de un mandatario, como hijo de la tradición política chilena, que es ante todo un demócrata y que lo es de izquierda.
Twitter: @RubenAguilar