Por Kareen Spano
Perú es un país que ama celebrar. Pero detrás de las miles de bodas, aniversarios, cumpleaños, hay varios millones de soles y cientos de miles de puesto de trabajo que se mueven. Entrevistamos a Mariana Pollak, empresaria y gestora que nos comenta sobre su gremio, el de la industria de bodas y eventos sociales , los retos que enfrenta y las oportunidades que se encuentran en un mercado que mueve cerca de 600 millones de dólares anuales.
Mariana Pollak no es solo la principal impulsora de un gremio que, hasta hace menos de diez años ni siquiera existía, si no es también una persona que soñó primero con la libertad y que siembra ahora, con raíces profundas, un impulso nuevo en la empresa peruana.
Empezar de nuevo es realmente volver a nacer
En la recóndita Rumanía, una jovencita recién graduada en ingeniería civil espera junto a miles de personas la llegada del dictador Ceaușescu, para la inauguración de una autopista. Las horas pasan y el dictador no llega. Tienen hambre, están cansados, pero no pueden irse, son el público secuestrado de un tirano. En la Europa Oriental comunista de la década de 1960 los que se arriesgaban a leer literatura no aprobada por el régimen, buscaban libros de contrabando para leerlos en escondidas en solo pocas horas y las radios prohibidas se sintonizan y se oían en pequeños grupos bajo montones de colchas, con el corazón apretado ante la posibilidad del murmullo de un extraño acercándose.
¿Se imaginan leer On the road de Kerouac en doce horas? Que tal carrera. Y el temor real que la Securitate, la temida policía secreta rumana, los atrape. Eso sí son lecturas peligrosas a alta velocidad, de noche y sin cinturón de Securitate.
De repente, una oportunidad. Una ventana se abre para emigrar. Rumanía empezó a exportar a sus compatriotas “incómodos” y Mariana tomó el camino de irse. Perdía su nacionalidad y su vida hasta ahora conocida. Pero ¿quién querría vivir en la Rumanía de Ceaușescu?
En 1974 Mariana se subió al avión que la llevaría a Israel. Solo se le permitió llevar una maleta. ¿Cómo hacer caber en una maleta toda una vida?
Sin embargo, su destino la conduciría a otro país. Si bien salió como “exportada incomoda” desde Rumania, Mariana llega “importada por amor” a Perú, exactamente el 17 de junio de 1977, fecha que ella recuerda con profundo sentimiento. Tal como ella dice: “Llegué por el amor por mi futuro esposo y pronto me enamoré del Perú. Y no es un slogan”. En Perú ella encuentra la felicidad.
“No te quedes callada, participa, habla. Tú sabes tanto o más que todos ellos”, le decía su esposo, Adam Pollak, cuando iban a reunirse con directivos y empresarios en una época marcadamente machista. Era el tiempo del terrorismo y ella estaba inmersa en proyectos de irrigación en Lima y en el interior del país. Mariana sin embargo no se estaba quieta. Desarrolló el proyecto LIMA TE QUIERO VERDE. “Lancé la primera campaña de arborización frente al hipódromo y la Panamericana Sur. Luego continuamos en San Borja, La Victoria y en la avenida Faucett”, nos comenta Mariana. Quien conoció Lima años atrás, recordará cuan sencillamente hostil a la vista podía ser. Una tierra eriaza, mucho concreto en una ciudad de plomo. Arborizar en una ciudad que crece en el desierto es de lejos la mayor contribución que se le puede hacer. Aunque siga siendo gris, algunas cosas vienen cambiando. Lentamente, el olivo plantado va creciendo. “Yo cuando viajo lo único que envidio son los árboles”, le menciono a Mariana. Pero, ánimo, los árboles plantados por Mariana aun perseveran con ahínco, señal de que en la ciudad de plomo todavía hay esperanza para el color verde de la vida.
Su experiencia en la arborización en Lima y en Cuzco, en dónde en 1986 solo había un aliso, la llevó a pasar a los huertos escolares, penitenciarios y de diversas instituciones, y descubrir un problema fundamental: “Todos mis proyectos dependían del gobierno de turno”. Fuera en sus proyectos en el puericultorio o en Maranguita, todo lo que tejía de día, como Penélope en la Odisea, se destejía de noche ante el cambio en los cargos políticos. Era como para cansarse. Entonces ¿por qué continuar? Porque amar no es un slogan.
La Historia no perdona a quien llega tarde
Luego de un salto a garrocha en el tiempo, llegamos en una curva parabólica al presente.
En 1996 Mariana fundó Punto Celeste, una empresa referente en el arte de invitar y en detalles de alta gama de Stationery para bodas. Ha sido galardonada en Nueva York con la preciada nominación al «Louis Award». Un detalle tanto original como precioso: Tarjetas de boda con inclusión de textiles y transparencias, algo único para un momento único. Mariana aprendió en estos años, a crear, a entender el momento pre nupcial, a escuchar, a tener paciencia, a asumir responsabilidades y compromisos, a ofrecer calidad. Y a brindar a los novios la certeza de seguridad y eficiencia para el evento de sus vidas.
Pero a medida que crecía y se relacionaba con otros sectores de la industria de eventos, se iba dando cuenta de las fortalezas y debilidades de esta industria. Por un lado, la organización de eventos venía evolucionando rápidamente. Cada vez era evidente un mayor énfasis a la personalización de los eventos, en detalles como la iluminación, la fotografía, la estructura, en cuanto áreas de sanidad y seguridad, por ejemplo. En fin, un sector hiperdinámico, dónde participan decenas de empresas dedicadas a cubrir las múltiples áreas de un evento de tal magnitud en una familia o una empresa.
Al ver todas las posibilidades con las que cuentan las organizaciones de eventos, Mariana se percató también de sus falencias. Primero está el alto nivel de informalización, luego la carencia de protocolos internos, de estándares, y finalmente lo más peligroso, y es su falta de ubicación precisa en el mapa de los gremios. Si los ingenieros, abogados, médicos y otros tantos rubros cuentan con sus respectivos colegiados sobre los que se norman y hacen causa común para protegerse, como lo hacían los gremios desde la Edad Media; Mariana descubrió no obstante una escalofriante verdad: los profesionales de eventos, que tantos puestos de trabajo proveen al Perú, no estaban agremiados, por paradójico que suene. Resultado, para el gobierno no existían. Entonces se le ocurrió una idea: Agremiarlos. Se puso manos a la obra, comenzó a investigar su sector. Y llegó el año 2015.
“Se me ocurrió formar una agremiación” nos comenta Mariana, “y pronto me encuentro con Israel Napurí Villanueva, y él me dice: tengo una idea, agremiemos a los profesionales de eventos. Escuché lo que ya estaba ideando Israel, y cuando terminó le dije: Israel, ya tenemos los estatutos”.
En vez de trabajar en paralelo por una misma causa, se aliaron para sacar adelante la idea. Israel Napurí es fundador de la revista Bodas, la mejor revista especializada en el rubro y organizador de los famosos eventos expobodas para miles de novios, dos veces al año. Juntos comenzaron a convocar gente. Formaron un grupo de voluntarios. La pregunta usual de los primeros convocados era: ¿Cuál será mi ganancia? No habían entendido nada. No terminaban de masticar bien la idea. La costumbre puede hacernos lentos de percibir tanto lo obvio como lo nuevo.
Mientras iban empujando esa enorme rueda cuesta arriba, fueron logrando la comprensión de otros. La Cámara de Comercio de Lima les brindó el espacio y asesoría necesarios.
Ya en el año 2017, el 18 de abril, fundaron la Cámara de Profesionales de Eventos – CAPEV. Tenían 21 miembros, pero el gremio ya había nacido.
Llegó el 2020 y con la Pandemia todos abrieron los ojos. “Entendieron que solos, somos huérfanos”. Y en efecto, mientras otros sectores de la economía ya agremiados, comenzaron a recibir líneas de crédito a través de REACTIVA, la gran masa de organizadores de eventos se quedó en el aire. Grandes inventarios se deterioraron en los almacenes. Miles de trabajadores quedaron sin ingresos y sin los bonos otorgados por el Estado. Solo entonces muchos organizadores de eventos y proveedores comenzaron a despertar del sueño de la informalidad. “Todos veían como se reactivaban los demás gremios y nosotros no”. Ese fue el punto de quiebre. Agremiarse era una cuestión de sobrevivir.
Con gran ahínco solicitaron ser escuchados por las autoridades, en busca de una solución para su sector. “Mandamos constantemente solicitudes para incluirnos en la reactivación, pero como no figurábamos en el listado oficial, no había respuesta positiva. No nos podían reactivar porque sencillamente, no existíamos”. Había que llamar la atención, había que tomar decisiones drásticas para obtener una respuesta fáctica. Pasaron a la protesta. Una protesta vestida de fiesta.
El sector público es un componente crucial en la ecuación que viene construyendo el gran equipo de CAPEV. Lo engorrosos que puedan ser los trámites y la falta de continuidad en las políticas públicas, hace más arduo el trabajo que vienen realizando. Como Mariana nos menciona: “con cada cambio de primer ministro, ministro de producción, salud y trabajo, va todo a foja cero. Todo ello es un desgaste de tiempo”. Simplemente no se puede vivir en un permanente estado de tensión y tránsito. En su afán por lograr una respuesta inmediata por parte de las autoridades, organizaron una protesta con novios, limosinas, mozos, músicos, etc. Toda una performance casi teatral que llamó fuertemente la atención. Así mismo se convocaron plantones en Arequipa, Tacna, Piura y especialmente en Lima. El resultado fue que las autoridades los escucharon, porque al parecer el escándalo mueve a Lima. “Nos dijeron después de esa protesta que seríamos escuchados, pero que no volviéramos a hacerlo”. A partir de allí el gremio se hizo más visible, al punto que el gobierno los bautizó como Industria de Bodas y Eventos Sociales (no masivos ni deportivos). Con el hashtag #VolvamosACelebrar, se impulsó la reactivación de la industria de eventos.
Los eventos mueven la economía de un país
La generación de empleo tanto directo como indirecto en Perú a partir de la organización de eventos, alcanza a un aproximado de un millón de personas. Resulta increíble conocer toda la cadena de producción que se mueve detrás de una boda, aniversario, primera comunión, cumpleaños, homenaje de un gremio a un directivo en retiro, y un largo etcétera; el Perú es un país que vive de fiesta en fiesta, y la economía que se mueve detrás va desde event planners, arquitectos, diseñadores, floristas, catering, músicos, entrenamiento, maquilladoras, fotógrafos, iluminadores, y esa rueda mueve también otras ruedas, por ejemplo los arreglos florales para una boda, vienen de los mercados que venden flores, que a su vez mueven a los agricultores, que a su vez compran fertilizantes, que a su vez mueven transportistas y así sigue esa rueda moviendo otras ruedas. Detrás de cualquier evento, hay todo un país que se mueve y necesita moverse.
La movilidad comercial de un año no pandémico, según nos comenta Israel, es de alrededor de 2 mil millones de soles anuales. Entonces podemos suponer cuánta gente vive de esta industria.
Por otra parte Mariana nos aclara lo complejo y dinámico de este sector en el Perú. “Los eventos van de la mano del turismo. Si te vas a casar y eres de Abancay, muy probablemente te vas a casar en Abancay. Entonces todo se mueve: los novios, la familia, los invitados y todo el tinglado de organización y especialistas que acompañan este evento. Un evento lleva a la gente de un lugar a otro. Además, por cada boda tienes por lo menos un aniversario de 25 años, varios cumpleaños, bautismos, primeras comuniones, etc. Y es que el peruano ha nacido para celebrar. Es parte de nuestra cultura celebrar, así como emprender, sea por necesidad u oportunidad”.
Pero Mariana es realista. “Todo esto suena muy bonito, pero veamos los dolores. El dolor más grande es la informalidad”.
“Somos uno de los rubros que más gasta en insumos. Si eres informal compras tus insumos a otros informales. Como resultado, la informalidad engendra más informalidad que deviene en la falta de protección del Estado”. ¿Cómo romper el ciclo entonces? “Permitiéndole al informal comprender por qué le conviene formalizarse y exigiéndole al gobierno una política de Estado, pero con incentivos”, es la respuesta tajante de Mariana. “Nuestra labor es informar, dar un diagnóstico de la situación de nuestra industria, y la labor del Estado es dar una respuesta que motive al emprendedor y que proteja al cliente”.
Como la realidad informal es tan grande formaron una comunidad, ProEventos, la cual es mixta, e incluye a formales e informales del sector, y en donde tienen más de tres mil registrados. Mariana insiste: El agremiarse brinda al cliente un plus, el de la seguridad que ofrece estar debidamente capacitado y tener estándares de calidad. “Se trata desde cómo atiendes hasta cómo negocias”. Se trata de capacitar también al capacitador, profesionalizando una industria que mueve millones. Israel por su parte ha formado la primera escuela para capacitadores, Escuela Bec, esto en convenio con la universidad ESAN, la cual les ofrece una certificación del programa.
Así mismo un equipo dirigido por Mariana e Israel está trabajando con Produce en la elaboración de un manual de buenas prácticas para la industria. Formalizar y formar van de la mano en la propuesta gremial de CAPEV. Se trata de no dejar cabos sueltos. De saber hacia dónde les conviene ir. Como dice Mariana: “Lo peor que le puede pasar a la persona es no saber lo que no sabe”.
De ahí la exigencia de que cada asociado se esté debidamente capacitado. El objetivo final consiste en preparar a la industria para dar trabajo y ofrecer seguridad integral. “La industria de los eventos puede ser el ejemplo del emprendedor peruano, sea desde empresas unipersonales hasta emprendimientos de cientos de personas”.
El siguiente camino: Bodas de Destino
Porque las bodas también pueden ser una atracción turística, dentro de las oportunidades que ve Mariana en el mercado de eventos, está el de las Bodas de Destino. México es pionero al respecto en cuanto a bodas de destino, sea por sus paisajes o cultura. En Europa, Dinamarca tiene una política pública en favor de promover dicha industria. En la actualidad otros países que siguen este ejemplo son Guatemala y República Dominicana. Colombia y Ecuador ya se están despertando respecto a ese nuevo campo de eventos que intersecciona al turismo. Y Perú no se puede quedar atrás. “Más tarde llegas, más competencia vas a tener” sentencia Mariana, quien tiene muy clara una oportunidad a la que el Perú no puede llegar tarde. Pero también hay buenas noticias. Hace unos meses, CAPEV ha sido invitado por la International Association of Destination Wedding Professionals IADWP para firmar un convenio. Esta organización tiene una representante muy calificada y dinámica, Jossy Quesada, quien está sembrando mucho en el tema de las bodas de destino.
Pero para ello no basta solo el voluntarismo. En el Perú las municipalidades son tan diversas que tienen sus propias normas y requisitos en cuanto a la celebración oficial de matrimonios. Entonces solo imaginar el purgatorio de trámites y permisos por el que tendría que pasar un extranjero para casarse disuadiría a cualquiera.
Como sembrar un árbol
Mariana tiene sus negocios. Su agenda diaria está llena de reuniones de trabajo. Más que ocupada, es alguien que está feliz de estar haciendo patria en una tierra en la que, cuando salió de Rumanía en 1974 con una sola maleta, no sospechaba que echaría raíces definitivas. Para ella la aventura de agremiar a su sector es “como sembrar un árbol que dará sombra a los hijos. Entonces nosotros plantamos árboles que no nos servirán solo a nosotros sino a las siguientes generaciones”. Como aquellos árboles de la avenida Faucett, plantados hace ya tantos años.
Los Oscares de las bodas
Mariana lo dice claro y fuerte:
“Estamos dispuestos ante un esfuerzo que lo vale. Los profesionales de eventos son sobrevivientes del desastre de la política local referente a nuestra industria. Porque caemos siempre sobre nuestros pies y llevamos la fiesta adelante”. Por ello entre sus iniciativas está la de presentar los premios El Amancay de Oro, primera bienal que reconocerá a los profesionales de eventos por su creatividad, talento y compromiso. Será un estímulo para ponernos metas más altas y para darle más visibilidad a nuestra industria. Y ¿por qué no?, para que el Estado nos dé el espacio que merecemos. Ya hemos ganado la confianza del hotel JW Marriott y de la universidad USIL, serán nuestras aliadas en este gran proyecto.
Un premio para una industria de una naturaleza bastante particular: “reunimos más de 40 rubros con realidades diferentes, pero con los mismos objetivos finales. Es como una orquesta. Alguien toca el violín, otro el piano, otro el trombón, a veces con contrapunto. Cada uno toca su música y hacen así bailar a la economía del país con gracia. ¿No es linda nuestra industria?”