martes, 3 diciembre 2024
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El desprecio y la humillación para los pensionados

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Evidentemente que el sector de los pensionados es un grupo estigmatizado, que ha perdido su autoestima y se considera que es un ejército de muertos

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En la década de los ochenta (1980) y años anteriores, el Instituto Nacional de Pensiones de los Empleados Públicos (INPEP) y creo que también el Instituto  Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), por ley estaban obligados a realizar por lo menos cada cuatro años un estudio actuarial, por medio del cual se revaloraron las pensiones, pero a partir de las administraciones de finales de los ochenta esa norma prácticamente se anuló, dejando a los pensionados solamente en manos del Hacedor.

Es lamentable que en estos dorados tiempos en los que el costo de vida se ha elevado enormemente y con la dolarización que fue un tiro de gracia para ese sector de la población, ya que el poder adquisitivo de la moneda disminuyó, de manera que, lo que costaba un Colón pasó a valer un Dólar, lo que representa en estos momentos más de diez veces con respecto a su valor original.

Se impuso el Dólar, sin tomar en cuenta la ley que reza que contamos con una ley bimonetaria, lo que significa que tendrí­a que estar circulando el Dólar y el Colón, pero no cabe duda que esto se hizo para los incautos no para los que administran la economí­a nacional y para colmo de males se privatizaron  los fondos de las pensiones, dejando al Estado como un cadáver, puesto que los que ingresaban e ingresan a la fuerza de trabajo, que indudablemente son jóvenes que pueden aportar fondos por mucho tiempo fueron obligados a someterse a las Administradoras de los Fondos de las Pensiones (AFP) y también se obligaron a los jóvenes que ya pertenecí­an a la población ocupada a incorporarse a dichas administradoras. Es evidente que se trata de un negocio redondo, que de todas las administradoras que se organizaron en estos momentos solamente existen dos, CRECER Y CONFIA.

Veo con mucha tristeza, que personas talentosas, que dedicaron sus vidas a poner sus conocimientos al servicio de la población, seres muy honorables por sus grandes capacidades recibiendo pensiones de hambre, con $200.00 a $500.00 mensuales, mientras que se ven personas con poca capacidad y sin ninguna experiencia recibiendo salarios muy jugosos, y los pensionados en la miseria.

En estos momentos que todo mundo pide dinero con los escalafones, incrementos salariales, regalí­as para los destructores de la riqueza del paí­s, para los corruptos y ladrones del erario nacional, para hacerle regalí­as a los adoradores y aduladores de los sinvergí¼enzas, para todos ellos el dinero sobra, pero los pensionados que se mueran.

Evidentemente que el sector de los pensionados es un grupo estigmatizado, que ha perdido su autoestima y se considera que es un ejército de muertos, de modo que se ha vuelto conformista, sin espí­ritu de lucha para defender sus propios intereses. Ahora que en el paí­s todo mundo está hablando de la defensa de sus derechos, este sector no reclama lo suyo, ni siquiera pide respeto y consideración para las personas de la tercera edad que forman la población pensionada.

Aparte del grupo de los pensionados, se tiene el grupo dominante, el que administra los fondos del Estado o mejor dicho los fondos del pueblo salvadoreño, dentro de los cuales hay muchos pensionados que no se conforman en ordeñar una teta con mucha leche, sino que son pulpos que tienen hasta cuatro ingresos sin contar lo que les corresponde como pensionados, pues tienen dietas jugosas como representantes en diferentes instituciones del Estado, que indudablemente sus aportes al desarrollo del paí­s tiene que ser insignificante, por no decir nulo, pero ellos se consideran muy honestos, capaces, convirtiendo la corrupción en un botí­n de honestidad.

Es tiempo que el sector de los pensionados despierte, que  luche por sus intereses, ya que a nadie de los que están en el poder le importa si comen, si tienen salud, pues estando bien ellos los demás salen sobrando, por lo que le pido a Dios que actúen positivamente defendiendo sus derechos y su dignidad.                               

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El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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